capítulo 9. Momento familiar

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Veo a Dominnick con ternura, intento transmitirle una especie de apoyo.
Sus ojos me miran expectantes, intentando adivinar cada palabra que saldrá de mi boca.
- Oh, con que tú eres la afortunada- me dice una chica rubia, con ojos verdes vestida de una manera sofisticada
- Leisy, ella es Remien, mi hermana menor- me presenta a la chica y yo solo sonrió.
Una señora de unos 50 o talvez menos de edad, rubia también, vestida con un traje color salmón, me mira con atención y sonríe.
- Por fin, después de un año se de ti y tu nombre - dice y se levanta para abrazarme.
-  Y ella es Rebecca, mi madre – dice Dominnick y le respondo el abrazo.
- Es un placer conocerlas, Dominnick me ha hablado mucho sobre usted y su hermana – les digo y ofrezco una sonrisa.
- Eres adorable – me dice su madre y toca mi nariz.
- Por lo menos no mentías esta ves Heinsbek – le dice su hermana y me mira de pies a cabeza – y supiste elegir a alguien que se viera decente – concluye.
- Basta Remien – le dice Rebecca cansada.
En ese momento entra Margareth y anuncia que la cena esta lista.
Remien y Rebecca se encaminan hacia la puerta y Dominnick se acerca a mí.
- Hora del momento familiar – me dice al oído y toma mi mano para dirigirme al comedor.
Ya en el comedor, Dominnick me ofrece una silla al lado de la suya, y al otro extremo se sienta su madre y su hermana.
Margareth y Luciana sirven la cena y se retiran rápidamente.
- Y bien querida, ¿a qué te dedicas? – me pregunta Rebecca. Me sentí como la primera vez que llegué al castillo.
- Estudio artes, al igual que literatura inglesa, romana y griega- respondo y ella asiente.
- ¿Qué edad tienes? – ahora la pregunta proviene de Remien.
- Cumplo veintiuno dentro de dos semanas – miento con mi edad, sin embargo, mi cumpleaños es dentro de dos semanas.
-  Se nota que no eres de aquí, ¿de dónde vienes? – me pregunta Rebecca esta vez.
- Vengo de América, Los Ángeles- le respondo y bebo un poco de agua.
- Entonces, ¿ahí conociste a mi hermano? – pregunta Remien.
Piensa Leisy
- Si, lo conocí en una presentación de orquesta sinfónica – le respondo.
- Oh realmente eres una chica peculiar – me alaga Rebecca.
- ¿Y qué otros pasatiempos tienes? – pregunta Remien ¿Cuándo acabará esto?
- Bueno, me gusta tocar el piano, dibujar, pintar, escribir, leer, pero lo que más me encanta, es la pintura, me ha abierto muchas puertas, y gracias a ella conocí a Dominnick. Les explico y lo volteo a ver con cariño, lo cual hace que Dominnick me mire de manera extraña.
- Bien, basta de preguntas – dice Dominnick apartando la mirada y la cena continua.
Hubo momentos donde Dominnick tomaba mi mano y sentía un hormigueo recorrer todo mi cuerpo. Lo miraba a los ojos y en segundos hacia contacto con los míos. Desearía que me mirara así siempre... ¿pero qué cosas dices Leisy Coreman?
- Desearía que me hicieran abuela muy pronto – suelta de la nada Rebecca.
Dominnick y yo, como si estuviésemos sincronizados, nos ahogamos con la bebida. Tarde unos minutos en recuperarme, pero Dominnick habla primero.
- Es un tanto precipitado madre, además, Leisy aún no concluye con sus estudios – le dice a su madre con tranquilidad.
- Tonterías, tu hermano Lussian nació cuando yo tenía 19 años – le dice y yo solo me hago una pregunta, ¿Dominnick tiene un hermano?
- No nombres ese tipo en mi casa – le amenaza Dominnick a su madre.
- ¿Por qué sientes tanto odio hacia él? Si eran tan unidos, amaban estar juntos, ¿Por qué hijo? – le pregunta su madre con cierto dolor.
- No sigas madre – le advierte.
- Oh ya se – interrumpe Remien – ¿Será porque te quito al amor de tu vida?...
- ¡BASTA! – grita furioso levantándose de la mesa y la golpea con los puños.
Yo solo veo a Dominnick, realmente está molesto.
- ¿Qué paso entre tú y Lussian Dominnick? – le pregunta su madre esta vez con un toque de miedo en su voz.
- No lo vuelvas a nombrar – le dice con odio a su madre.
- Dominnick – le digo para calmarlo, pero solo él me mira diciéndome una cosa con su mirada... cállate.
- Madre, es mejor que nos vayamos – le dice Remien a Rebecca.
- !Creo que será lo mejor – le dice Dominnick casi en susurro, viendo de nuevo a las dos mujeres.
La madre de Dominnick lo mira, intentando adivinar en que se convirtió su hijo, intentando penetrar su cabeza, y saber qué es lo que guarda en ella.
- Desearía ver a aquel joven dulce y amoroso que eras, desearía ver bondad en ti, desearía que no guardaras odio hacia tu propio hermano, que dejaras de atormentarte con la muerte de tu padre, que dejaras el pasado bajo tierra y vivas el presente libre de todo – le dice ya con lágrimas en los ojos.
Dominnick ve un punto fijo en la mesa y se queda así, cabizbajo.
- El ya no existe – le responde entre dientes.
- Eso lo sé- le contesta con dolor Rebecca, luego se acerca a mí – fue un placer conocerte querida Leisy, me gustaría platicar contigo, conocerte mejor, ¿está bien? – concluye y besa mi mejilla.
Remien se despide de la misma manera y se lleva su madre del brazo fuera del comedor, dejándome sola con la bestia que habita en este castillo.
Nos quedamos en silencio, ninguno dijo nada, más bien, no me sentí valiente como para decirle algo, estaba furioso.
Me quedo estática en mi lugar, viendo mi corte de carne con puré de patatas sobre mi plato. Me di cuenta que no había probado un solo bocado.
- ¿Por qué no has comido? – me pregunta Dominnick, después de mil años de silencio.
Lo miro confundida y regreso la mirada al plato.
- No eh tenido apetito – le respondo ida, viendo cada detalle del plato.
- ¿Estás enferma? – me pregunta con... preocupación?
- No, solo eh estado metida en mi estudio pintando y eso, se me va el tiempo y se me olvida hacerlo – le explico y pongo ambas manos sobre la mesa, ¿intenta evadir lo que paso hace apenas unos minutos.
- ¿Y Margareth? – pregunta.
- Simplemente le digo que no quiero, así que no me insiste y se va – le respondo
En eso se levanta de su silla y se acerca a mi agachándose, poniéndose a mi altura.
- ¿No comerás ahora? – me pregunta señalando el plato.
- No, tengo un nudo en el estómago – le respondo.
Toma una porción de puré de patatas con la cuchara y la acerca a mi boca.
- Abre – me ordena.
Involuntariamente abro la boca y dejo que meta la cuchara.
Al sentir el sabor de patatas en mi boca, mi estómago despertó de manera muy brusca, pero a pesar de eso, me sentía hechizada con las grandes manos de Dominnick sosteniendo la cuchara frente a mí. En ese momento, las fotografías de Anabelle vienen a mi mente, que me hacen reaccionar y levantarme rápidamente de la silla.
- ¿Qué sucede contigo? – me pregunta y me mira como bicho raro.
- Nada – le digo y camino hacia la puerta.
Obviamente fue un error.
Dominnick se acerca a mí por detrás agarrándome de la cintura, pegándome a su cuerpo. Tomando mi cuello con una mano y me rodea la cintura con el brazo.
- ¿A dónde crees que vas? – me pregunta divertido.
- Lo siento, ¿puedo retirarme? – le pregunto asustada.
- Por supuesto que no – me dice de manera juguetona y me pega más a su cuerpo.
- Escúchame bien, ni una palabra de lo que oíste en esta mesa – me dice amenazante.
No puedo responderle, mi voz se esfumo y mi cuerpo comienza a temblar.
- ¿ENTENDIDO? – me grita haciéndome regresar de mi trance.
- Si – le contesto con un susurro.
- ¿SI QUE? – me vuelve a gritar y aprieta mi cuello.
- Si señor – le respondo con un hilo de voz.
Me suelta con brusquedad y siento que mis pulmones se llenan de aire al estar ilesa de su mano.
- No comprendo porque eres así - le digo con dificultad, el solo me mira, sin decir nada.
- Desearía haberte conocido cuando tenías remordimientos, cuando sentías amor – le digo con lágrimas en los ojos, sintiéndome frágil y expuesta ante él.
Solo niego con la cabeza y salgo rápidamente del comedor dejándolo solo con su amargura, con su frialdad, con su odio.
Realmente no sé por qué lo ayude con su mentira, pero si estoy segura de algo... me mantendré alejada de él, antes de que sea demasiado tarde.

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