PELEA PERDIDA

34 0 0
                                    




-¿Durante todo este tiempo no has sabido mi nombre y no has sido capaz de preguntármelo? Eres más tonta de lo que ya creía.

-Primero que todo no me insultes si luego no quieres que yo te insulte a ti, y segundo hace un día que nos conocemos y tu nombre era algo que no consideraba importante hasta ahora- dije cabreandome un poco.

-Me llamo Axel y ahora ¿tienes todo el equipaje?- dijo mirándome con su intensa mirada.

-Si- respondí levantando la bolsa para que lo viera.

-Póntelo que saldrás en poco rato- dijo.

Abrí la bolsa con su penetrante mirada puesta sobre mí, saqué las vendas y los guantes y me puse manos a la obra. Hacía mucho que no me ponía las vendas y me estaba poniendo nerviosa porque no me salía.

-Dame, yo lo hago- dijo tendiéndome su mano.

-No hace falta, puedo yo sola- dije para mantener mi orgullo intacto.

-Te lo diré por última vez o te esperaré a fuera- dijo tensando la mandíbula.

-Está bien- dije rindiéndome y sacándome la que tenía medio puesta.

-Es patético que no te sepas poner ni las vendas- dijo Axel

Él sin darse cuenta poco a poco me iba haciendo daño, me menospreciaba con todo y esto era lo último que le faltaba a mi vida para terminar de ser penosa. Cuando terminó me llamaron y yo cogí las cosas para ir al ring.

Axel me dejó a mi suerte arriba del ring, sin darme ningún consejo ni nada. Hoy luchaba contra una chica que nunca había visto, pero por lo que gritaba la gente nunca había perdido un combate.

El combate empezó y ella me lanzó el primer puñetazo que yo pude esquivar, seguimos luchando hasta que todo me empezó a dar vueltas, no sé lo que me estaba pasando. Ella me dio un puñetazo tirándome al suelo y en aquel momento mis ojos se encontraron con los de Axel, que me miraban sin sentimiento alguno. A partir de aquel momento todo se volvió negro.

Joder que dolor de cabeza, empecé a mirar por todos lados y yo no conocía esta habitación, era toda completamente negra, sin nada y muy ordenada. Me intenté levantar para descubrir que había pasado y donde estaba, pero un mareo seguido de una arcada me hizo correr a la primera puerta que por suerte era un baño y allí vomité. No tenía nada en el estomago pero las arcadas no paraban.

-¿Hope?- preguntó una voz masculina.

De repente Axel entro en el baño encontrándome con la cara medio metida en el retrete. Por un momento tuve la sensación que estaba preocupado por mi, pero todo cambio cuando bufó con enfado.

-Luego lo limpias- dijo dejándome sola.

Yo lo único que pude hacer fue ponerme a llorar, odiaba mi vida, no tenía a nadie que se preocupara por mí, sólo a Jack que estaba muy lejos. Cada vez se me hacía más pesado avanzar. Se me estaban pasando las ganas de vivir.

Cuando se me pasaron un poco las arcadas me levanté del retrete, me sequé las lágrimas y me dispuse a encontrar el comedor donde suponía que estaría Axel.

-¿Donde está lo de limpiar?- pregunté sin ánimos de nada.

-No déjalo, que aún lo harás peor de lo que ya haces todas las cosas- eso se me clavó fuerte en el estomago e intenté aguantar las ganas de llorar.

-Me voy- dije dirigiéndome a la puerta.

-Te dejas tu bolsa- dijo tirándomela a los pies.

Sin decir nada más me marché, no tenía ni idea de donde estaba pero mi orgullo era más grande que pedirle que me llevara.

Cuando salí me encontré con una calle que no conocía, ¿donde coño estoy? Empecé a  andar sin un rumbo fijo mientras me caían las lágrimas, a ver si al final me sonaba algo, pero llevaba como media hora andando y nada. Me sentía mareada, débil, perdida y todo el mundo me miraba raro supongo que por mis pintas. Antes me he intentado acercar a una señora y se ha ido corriendo, así que ya ni me molesto en preguntar dónde estamos.

-Tú- oí que gritaban pero yo seguí andando -Hope.

Me sequé rápidamente las lágrimas, me giré y me encontré con Axel en su coche mirándome con una ceja levantada.

-Sube, que tengo que hacer unos recados- sin pensármelo dos veces subí a su auto y cerré los ojos toda mareada- Cuando quieras me dices donde te llevo- dijo en tono burlón.

Le di mi dirección sin ganas de discutir con él y me desconecté del mundo hasta que un empujón en mi hombro me despertó.

-Fuera- dijo mirándome fríamente.

¿Pero a este qué coño le pasa? Me bajé del auto y entré en mi piso. Estaba agotada, me tiré en la cama sin desvestirme ni nada y me dormí.

Sólo habían pasado tres días desde la muerte de mi padre, y parecía como si hubiera pasado un siglo. El único momento del día en que desconecto es cuando diseño y eso me estaba pasando factura.

El boxeo, nada más. (PAUSADA)Where stories live. Discover now