JEFAZO

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Mi padre no hablaba de mi, ¿de verdad me quería?, todo esto tiene que ser una broma de mal gusto.

-¿Dónde tengo que firmar?- pregunté aguantando las lágrimas.

-Aquí y aquí- dijo señalándome los espacios vacíos.

-Hecho- dije dándole el bolígrafo- ya me iras informando.

Me giré sin mirar a nadie dispuesta a irme, pero una mano me paró.

-Déjame curarte- dijo amable por primera vez el chico misterioso.

-Está bien- dije.

Él me guió hasta el ascensor y subimos al último piso.

-¿Así que eres el jefe de este imperio?- pregunté lo obvio pero lo hice para distraerme de mis pensamientos deprimentes

-Aja- respondió a secas.

Me quedé callada hasta que llegamos a su despacho.

-Espera aquí, voy a buscar el botiquín.

Esperé un rato pensando el porqué de su amabilidad conmigo, supongo que será por lo que ha dicho antes, o porque le hago pena.

-No pienses tanto- dijo parándose frente a mi.

De un momento a otro me cogió de la cintura y me subió en su escritorio haciéndome jadear del susto. Por un momento nuestros ojos se quedaron fijos en los labios del otro, pero nadie dio el paso para juntarlos.

-El labio no te lo curaste bien- dijo mirándolo con el ceño fruncido y yo me encogí de hombros restándole importancia.

-No me importa mucho curarme las heridas, me duele mucho más lo que tengo dentro, el dolor físico al menos camufla un poco el dolor interior- dije cerrando los ojos con dolor porque las heridas que me estaba curando me escocían.

-Esta noche voy a volver al antro, si te quieres desahogar un poco vente- dijo mirándome fijamente a los ojos.

-Lo tendré en cuenta- respondí bajándome de la mesa ya que había terminado.

-Nos vemos esta noche- dijo sentándose en su enorme silla.

Yo me fui de allí sin saber realmente lo que acababa de pasar, ¿me ha dicho si quería ir esta noche al antro?, pero si antes me ha dicho que era un grano en el culo. No logro entender este chico la verdad.

Cuando llegué a casa comí algo y estuve toda la tarde haciendo bocetos de ropa interior. De todos los que hice los que más me gustaron fueron dos, así que los demás los guardé en la carpeta donde tenía todos los diseños que no me terminaban de convencer.

Estaba tan entretenida con los diseños que se me pasó la hora. Me vestí con un "culotte" deportivo de color negro y un top corto rosa. Cogí una bolsa con las vendas, los guantes, una botella de agua y una toalla.

Cuando llegué volvía a haber un montón de cola. Me estaba esperando como la vez anterior cuando apareció el chico misterioso.

-¿Qué haces aquí?- preguntó mirándome.

-Esperar para entrar- dije obvia.

-Cariño, las luchadoras no esperan- dijo continuando por su camino.

¿Enserio? Llevaba como media hora en la cola y ahora me dice que no me tenía que esperar, esto es el colmo, y yo soy imbécil. Cuando el chico misterioso llegó a la puerta saludo al portero como si se conocieran de toda la vida y pasó, en cambio yo cuando iba a pasar.

-A la cola- me dijo empujándome.

-Eh tío, va conmigo, es luchadora- dijo el chico misterioso desde dentro.

-Lo siento- se disculpó y continuó vigilando la entrada.

-No te separes de mi- dijo cogiéndome del brazo de forma brusca.

-Suéltame, no soy tu perro- dije soltándome con fuerza.

-No, mi perro no, pero una cría si, solo te pido que no te separes de mi, ¿podrás hacerlo? ¿o te estoy pidiendo demasiado?

-Imbécil- dije siguiéndolo.

-Como te vuelva a escuchar insultándome te dejo sola ¿me has entendido?- me dijo de forma intimidante y me cagué un poquito- te he hecho una pregunta.

-Si- dije flojito y bajando la mirada.

¿Desde cuando un chico me hacia bajar la mirada? Soy Hope, nadie está por encima de mí, será la última vez que esto ocurra. Entramos a la habitación del otro día.

-¿Cómo te llamas?- pregunté y él me miró con una ceja levantada.

-¿Durante todo este tiempo no has sabido mi nombre y no has sido capaz de preguntármelo? Eres más tonta de lo que ya creía.

El boxeo, nada más. (PAUSADA)Where stories live. Discover now