XII

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(↑Seth, Missy y James en la multimedia. ↑)

Cuando me desperté, lo primero de lo que fui consciente fue del tremendo frío que tenía en la espalda. Me revolví disgustada, buscando calor.

Abrí, los ojos y todo el frío desapareció.

Will estaba despierto y me estaba mirando. Sus ojos eran analíticos y decididos.
Tenía el torso desnudo, y llevaba unos pantalones de algodón.

Mantenía mi muslo encima de sus caderas, agarrandome con suavidad contra él.

Seguía desnuda, salvo las bragas y las medias, y mis pechos estaban piel con piel contra su pecho descubierto.

Me puse roja con violencia cuando sentí -otra vez-, su miembro erecto entre mis piernas.

-Buenos días, Cecilia. -dijo con voz rasposa.

Trate de lucir relajada, trate que no notará lo mucho que me turbaba tenerle allí, tan "emocionado".

-No son nada buenos. Me duele la cabeza. -dije.

Su expresión estaba en blanco, sin mostrar nada.

-Eso te pasa por beber, borracha.

Le gruñi.

-Eres un idiota.

Se encogió de hombros con aire tranquilo.

-Me temo que ese es tu regalo de navidad, una resaca muy bien merecida.

Le mire mal.

-Supongo que no me sorprende que te alegres de que me sienta mal. -le espeté.

Frunció el ceño con desaprobación.

-Te dije que no bebieras. No me hiciste caso.

Hice un mohín de desagrado con la boca, y negué con la cabeza.

-Eres insoportable. -le dije.

Su mirada era sucia, carnal. Me miraba los labios, y su erección era cada segunda más aguda y firme contra mi estómago.

-Y tú muy infantil. -dijo con la voz ronca.

Estabamos muy cerca, medio desnudos, y él tenía una erección. Una sensación de anticipación me recorrió el cuerpo

Puse los ojos en blanco, tratando parecer desenfadada.

-¿Y tú siempre estás así, puberto? ¿que problema tienes allá abajo?

Le di una mirada rápida hacia abajo, hacia donde nuestros cuerpos se unían, y su erección destacaba.

Arqueo una ceja hacia mí, sin inmutarse ni parecer avergonzado.

Cuando El Amor Venga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora