XXII

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Las lagrimas caian calientes por mi rostro. Mordia mi labio inferior para mitigar mi rabia mientras el traqueteo del carruaje me removia en mi asiento.

Sentia la mirada de Will a mi lado. Hacia horas que había desistido en su intento de entablar conversación. Le habia insultado tanto que se habia rendido.

Estaba bastante segura de que le odiaba. No podia quitar de mi cabeza la escena con Cassel. Sus manos unidas. La mirada que compartían. Me estaba volviendo loca. Él me estaba volviendo loca.

Esta vez era la definitiva. Me había perdido. La farsa había llegado a su fin.

Me quite las últimas lagrimas con el dorso de mi mano. Respire, y cerre los ojos.

-¿Cuanto falta? -pregunte sobriamente.

Le sentí temblar.

-Acabamos de salir. Faltan horas.

-Dios. Necesito salir de aquí.

-Cece. -su voz se quebró.

Cerre mi mano en un puño.

-No me llames Cece. -dije a través de mis dientes.

Su mano se cerró entorno a la mía.

-Mirame. Escuchame. -suplicó.

Le mire de golpe. Abriendo mis ojos.

-No me toques. -sisee.

Sus mejillas se pusieron rosas.

-¿Que tengo que hacer para que me perdones? -dijo con esfuerzo.

-Deja que me vaya.

Apreto los labios.

-No puedes dejarme. Te necesito, Cece. No puedo perderte.

-¡Ya me has perdido! ¿Es que no lo ves? Lo has echado todo a perder.

Un nudo se formó en mi garganta.

-Pues quiero recuperarte. Dime lo que tengo que hacer, y lo haré. Sea lo que sea.

Su pulgar froto mi muñeca, y odie como mi cuerpo seguia reaccionando por él.

Aprete mi mandíbula.

-Si rompes un jarrón, no importa las veces que lo arregles. Siempre será un jarrón roto.

Nego suavemente con la cabeza.

-Mi amor no esta roto.

Sentí cuchillas en el pecho. Parpadee para alejar las lágrimas.

-¿Amor? ¿Ahora sientes amor? -me reí. -¿Tú sabes lo que me has hecho pasar? No he parado de sufrir desde que me case contigo. ¿Y sabes qué, Will? Estoy exhausta. No puedo más. Terminé con esto. Terminé contigo. Solo necesito ir a casa, abrazar a mi madre, y llorar. Necesito irme de tu vida de una maldita vez.

Mordió su labio, con el rostro contraído.

-Te perseguiré por el mundo entero. Te rogaré en todos los idiomas. No me rendiré hasta que me perdones.

Negue con la cabeza, con una sonrisa leve a través de las lágrimas.

-Solo quiero que desaparezcas.

Cerro los ojos.

-No me ire a ninguna parte.

También cerré los ojos, y me solté de su mano.

* * *

-Señora, señora, despierte. Por favor. Despierte.

Abrí mi ojos de golpe, asustada.
Mi vista tardó unos segundos en enfocar bien. Todo estaba muy oscuro.

La luz de la luna iluminaba el rostro arrugado de Garret, nuestro cochero. La puerta del carruaje estaba abierta, y Will seguía dormido.

-¿Que pasa? ¿Por qué me despiertas? -arrastre las palabras.

Garret se mordisqueo el labio con nervisismo.

-¿Quiere volver a casa? -murmuró.

Le mire extrañada.

-Si. Estamos de camino, Garret.

Nego con la cabeza.

-A su casa de verdad. Con sus padres. En Nueva York.

Abrí mis ojos como platos.

-Garret. ¿Que estas diciendo?

-Conozco a un tipo. Él puede llevarla hasta el puerto. Mañana estaría en un barco rumbo a casa.

Sentí mariposas en el estómago.

-¿Por que me ayudarías? Will es tu jefe.

Garret apreto los labios.

-No voy a dejar que una persona esté retenida contra su voluntad. Sé lo que se siente, créame.

Le miré con esperanza.

-¿Entonces me ayudarás?

Sonrió.

-Salga del coche. Mi amigo la espera.

-¿Ahora? ¿Me voy ahora?

-¿No le parece bien?

Miré a Will. Su pelo negro estaba despeinado.

Casi sonreí. No podia creer lo nucho que lo quería.

-Vamonos. No tengo nada que hacer aquí.

Continuará...

Cuando El Amor Venga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora