XX

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Will clavaba sus dedos en mis muslos mientras yo me retorcía sobre el colchón

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Will clavaba sus dedos en mis muslos mientras yo me retorcía sobre el colchón. Agarraba a puñados las sábanas de algodón sin poder remediarlo.

Su lengua experimentada se introducía en mi interior, salía, lamía a lo largo de mi sexo, y rodeaba con avidez mi punto más placentero.

Cerré los ojos. Su lengua volvía a estar dentro de mí. Una oleada de placer me invadió de lleno, y tuve que morder mis labios para no gritar.

-Will. -dije entrecortamente.

Empujé mis caderas contra su boca. Quería más. Más profundo. Más intenso.

Soltó un gruñido ronco con el fondo de la garganta.

Levantaba las manos hacia mí, agarrando mis pechos mientras tanto. Como si no pudiera evitar tocarme. Cómo si nunca pudiera tener suficiente de mí.

Me miraba desde abajo mientras me devoraba con su boca. Sus ojos azules eran más oscuros que nunca, y sus manos ambiciosas en mi cuerpo.

Los músculos de su espalda se marcaban en cada movimiento. Su miembro erecto se levantaba hasta su estómago, goteando sobre el colchón.

Su lengua salió de mí. Lamió lentamente mi sexo, hasta llegar al lugar que me volvía más loca.

Empecé a tensarme. Un golpe de anticipación me recorrió.

Sus ojos brillaron mientras su lengua se enrededo donde yo le estaba necesitando. Jadee con fuerza.

Me quedé sin aire. Una ola de placer me sacudió de piernas a cabeza. Mi cuerpo explotó. Cerré los ojos.

Su lengua volvió a moverse. Toques. Toques. Toques. Sólo suaves toques.

Nuevos espasmos se desataron en mi centro, y con la respiración acelerada, me corrí de nuevo.

-¡Will! -exclame.

Me sentía de apunto de desmayarme. Nunca hubiera podido imaginar sentir algo así. No sabía que se pudiera.

Intenté relajar mi respiración mientras volvía a la normalidad.

Will acabó acostándose a mi lado. Envolvió sus brazos a mi alrededor, y beso repetidas veces mi pelo, y mi frente. Su calor me atrapó.

Nuestros cuerpos desnudos se enlazaban perfectamente. Cómo si hubieran sido creados para encajar. Respire su olor, embriagada.

-Nunca voy a tener suficiente de tí, Cecilia. Nunca voy a cansarme. Estoy atrapado. -dijo sofocadamente en mi oído.

Le miré.

-No me llames Cecilia.

Una sonrisa se disparó en su cara.

-Cece.

-Eso está mejor. -dije con conformidad.

Sus manos siguieron la curva de mi espalda, hasta llegar mi trasero. Me agarró de lleno, mirándome a los ojos.

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