Tres

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Recorro los pasos que me faltan para llegar a la herrería del castillo porque tengo que decirle a Desmond, el herrero, que el Rey lo está buscando para un asunto importante.
Normalmente mi padre no suele encomendarme estas cosas pero yo insistí en hacerlo.
Necesito que vea que sigo siendo la misma. Que nada ha cambiado en mí. Estoy cansada de su indiferencia, así que...aquí estoy, recorriendo las calles del reino para llevar un simple mensaje.
El día es brillante y el cielo de un tono azul muy claro.
El castillo se alza sobre un lugar hermoso en otoño, rodeado de montañas, arroyos y un inmenso bosque que se sitúa a tan sólo media hora a caballo; los grandes salones reciben a la nobleza en los bailes; la biblioteca le pertenece a mi madre, puedo encontrar el libro que quiera, me gusta mucho estar allí. También está la sala del Consejo, donde papá suele pasar casi todo el día atendiendo los pedidos de su reino. En las cocinas hay demasiadas personas que trabajan para todo el castillo.
Es majestuoso, es mi hogar. 
Conozco cada piedra de aquí, y conozco a las personas, desde la servidumbre hasta los nobles señores que sirven a mi padre. Solía jugar a explorar todo el castillo cuando era sólo una niña. He estado en todos los lugares de aquí...
Sólo me falta doblar dos esquinas a la derecha y habré llegado.

<< Escucha eso y escóndete.>>

Me detengo al reconocer la voz en mi interior, y durante un momento tardo en reaccionar.
Guardo silencio y me apego a la pared de roca, no sucede nada por varios segundos, pero luego los murmullos se hacen más claros.

- ¿Qué no entiendes?
- No puedo creer que en realidad hables en serio, Tod
- ¿Tú crees que bromearía con algo así? ¡Es un monstruo!¡ Y sus padres lo saben!¡todo el mundo lo sabe!
- Pero es la princesa...
- ¡y un demonio! No te fíes de lo que ves, amigo. Ella acabará con todos nosotros. Ella es un peligro para éste castillo...

Esto no puede ser cierto.

Retrocedo muy despacio con un dolor en la cabeza que se hace más molesto. Mi vista se nubla y todo parece dar vueltas. No escucho más que los murmullos incesantes en mi mente
<< es un monstruo>>  << demonio.>>
Tropiezo con una pequeña piedra, mis pies se enredan y creo caer cuando alguien logra sostenerme del brazo antes que suceda. Volteo asustada y veo a un apuesto joven de cabello castaño sujetándome la muñeca, viste un hermoso yelmo con una estrella plateada en el pecho. Grandes rizos caen sobre su frente. Logro recuperarme y me libero de su mano en un movimiento brusco.
Lo último que quiero ahora es ser amable. Así que vanzo rápidamente sin molestarme en agradecerle.

Corro deprisa con la única idea de que este día termine. Pero tengo que hacer algo antes. Unos pasos a la derecha, un recodo a la izquierda y llego a la herrería con el corazón latiendo muy deprisa.
El sonido del golpe de acero con acero no parece acallar las voces en mi mente.
Me dirijo al hombre de espaldas que hay justo delante de mí.
- Mi padre os busca, Desmond.
Voltea un poco asustado al oírme. El herrero es un hombre de brazos fuertes, aunque un poco obeso y con poco cabello, muy fuerte según papá. Sin embargo ahí está: el miedo en sus ojos, esa misma mirada que todo el mundo me da últimamente.
- Princesa Arianne, discúlpeme, no la oí venir.
- No importa, sólo asegúrese de acudir a él lo antes posible, es importante.
No espero que responda, no espero que me vea de otra forma. Me voy de vuelta al castillo.

El resto del día me encierro en mi habitación. Evito comer algo y por supuesto nadie se molesta en absoluto.

<< Todo esto sólo es una maldita pesadilla.>> me repito hasta quedar dormida.

EL DEMONIO DE UNA SIMPLE PRINCESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora