EL DEMONIO DE UNA SIMPLE PRINCESA

Diez

Oscuridad.
Odio.
Mi respiración aumenta, hay algo dentro de mí... hay demasiado odio y rencor, y lo siento como si fuese una gran llama de fuego que me envuelve y me consume.
Un pequeño atisbo de luz se apaga en la sonrisa de Charlotte.
Y sus ojos desorbitados me miran.
También Daven me ve. Y yo lo veo. Ahí con la ropa y el rostro empapado de sangre, de la sangre de su amada Charlotte.
No siento su miedo, después de todo parece que realmente es valiente.
El día debería haber comenzado hace mucho, pero el bosque se niega a despertar.
La luz se niega a llegar a mí.
Grandes gotas de sangre caen del filo de mi espada. Caen y se quedan atrapadas en las hojas muertas de los árboles.
Avanzo muy despacio.
Con los ojos fijos sobre mi apuesto príncipe.
Unos segundos bastan para que la tensión entre nosotros aumente considerablemente.

- Te mataré, maldita bastarda.- me dice Daven escupiendo sangre por la boca.
No puedo más que sonreír al escucharlo.
- Mírame Daven, ya estoy muerta.- digo con la voz llena de desprecio.

Una espada de acero negro cuelga de su mano. No me molesto en imaginar de dónde la ha sacado.
Veloz cojo la mía y lo golpeo sobre el hombro. Esquiva mi ataque con un movimiento rápido.
No le doy tiempo de respirar y cuando voltea lo ataco directamente hacia el abdomen, con la punta de la espada dorada blandiendo en la poca distancia que nos separa. Retrocede para lograr que esté a punto de caer por la excesiva fuerza que he empleado.
Me tambaleo un poco y él aprovecha para lanzarme un tajo en el vientre. Si acierta no parezco notarlo.
No siento nada.
Ni siquiera la sangre que corre por la herida.

- Es en vano, pedazo de imbécil.- digo antes de que caiga sobre mí y me apunte con el arma en la garganta. Nuestras espadas chocan y el acero canta ante los golpes que nos lanzamos, la mía escapa de mis dedos y sale despedida por los aires.
Daven está sobre mí, con sus ojos fijos. Sus manos tiemblan un poco.
No soporto su presencia.
Y clavo las garras en su pecho con tanta fuerza que atravieso la piel y oigo el crujir de un hueso.
El príncipe abre la boca para gritar pero sangre corre por ella.
Se estremece mientras mis uñas entran en él. Lo lanzo un poco lejos y busco mi espada en el suelo.
La oscuridad aumenta mucho.
Daven se retuerce sobre la hierba.
Y agarro el regalo de papá al verla detrás de mí. Avanzo hacia el cuerpo que está echado.
Al acercarme salta con la seguridad de clavarme el arma una vez más.
Y sucede despacio.
Muy despacio.
La hoja desciende lenta sobre el cuello de Daven. El sonido del acero cortando su garganta es tan dulce.
La oscuridad se posa sobre mi corazón de nuevo y hace que la cabeza de Daven caiga mientras su cuello derrama su roja sangre a chorros sobre mi cara. Hermoso.
No me detengo, no puedo hacerlo.
Lo golpeo una y otra vez. Le atravieso el pecho con mi dorada espada infinitas veces. Tengo el vestido empapado con la sangre de mi príncipe. Y ciertamente no podría ser más feliz ...