EL DEMONIO DE UNA SIMPLE PRINCESA

Nueve

Rayos de luz impregnan el hermoso bosque, el día parece comenzar.
El juego parece recién empezar.
Toco con los dedos la gran espada que se llevó mi vida, lentamente voy sacándola de mi pecho. Y la sangre brota fría con cada intento. El dolor cubre mi cuerpo. Sonrío.
Ellos aún están aquí, y por las sonrisas en sus rostros no tienen idea de nada.
Levanto la cabeza y de mis labios sale una palabra envuelta en odio.

- Daven...- digo sonriente.

Desconcertados se miran. Me miran y sé lo que ven.
La oscuridad me envuelve por completo y vuelvo a sentir los latidos en mi corazón.
Los árboles se estremecen. El viento sopla fuertemente.
Hay garras en mis manos. Y siento dientes inmensos sobre mi boca. El sabor nauseabundo de la sangre está en mis labios. El odio llena cada centímetro de mí. Una gran sombra se proyecta sobre mí. Sus gritos se oyen distantes. Su miedo es palpable.
Con garras saco la espada de un tirón.
Mis ojos ven lo que la criatura parece hacer por mí. No soy yo. No puedo hacer algo para calmarla. No quiero hacerlo.
Él devoró mi corazón para salir. Se tragó cada pedazo con hambre.
Yo sólo estoy muerta.
En vano Daven intenta proteger a su amada Charlotte, llego tan rápido hacia ellos y la sostengo con mis garras. La levanto por los aires y clavo las uñas en su carne. Sus gritos son tan hermosos para mis oídos. Río triunfante. Y no paro de reír.

- Daven... Daven... por favor... sálvame.- dice con un hilo de voz y estremeciéndose.

<<Estúpida, como si en realidad él pudiera.>>

La oigo retorcerse cuando atravieso su cuerpo suave.
Su príncipe esgrime una daga larga con valentía, pero yo soy demasiado grande para él. Apenas y un roce basta para lanzarlo unos metros lejos.

- Escucha, querido... Mírala morir.- dice una voz que parece ser la mía.
Sostengo a la hermosa Charlotte del cabello azabache. Con la sangre ahogándola se sacude mucho.
Sus gritos se oyen por todo el bosque. Su llanto podría enternecer a cualquiera. Pero no a mí.
Y veloz como el viento cojo la espada dorada de mi padre.
En un instante la hoja brilla en un corte limpio que le hago a la chica. Sus piernas caen segundos antes que el resto de su cuerpo. Todo esto ante un Daven escéptico y con lágrimas en la mirada de rabia que me lanza.
Parece decir algo pero su voz se pierde en la nada.
Una pequeña punzada recorre mi corazón, una dolorosa punzada me atraviesa.

Al fin logro tomar el control...