Capítulo 2

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Empieza a caminar y la sigo al centro de la pista. Los focos y las luces de colores me irritan los ojos y la música me estalla en la cabeza. Empiezo a moverme al ritmo de la música haciendo caso omiso a mis ojos y a mi cabeza y diez minutos más tarde los dolores se han esfumado. Mi sonrisa es ahora más grande que nunca debido al alcohol, y mis ganas de bailar son infinitas.

Bailamos un buen rato, y mis pies empiezan a quejarse por estar demasiado tiempo moviéndome con tacones. Todos necesitamos descansar así que nos sentamos en uno de los sofás apartados de la pista de baile donde la música ha disminuido una barbaridad.

–Ei, ¿Por qué no jugamos a algo? –dice Ivy dándole un trago largo a su segundo Vodka.

–Que tal... ¿Prueba o Verdad? O ¿Lanza y gana o lanza y pierde? –Se oye decir a Ian entre el barbullo del grupo.

–¡Lanza y gana o lanza y pierde! –dicen algunos al unísono.

Siempre hemos jugado a este estúpido juego cuando salíamos de fiesta, nunca me ha gustado jugar, pero, sin embargo, juego siempre que lo proponen. Por esa misma razón todos me miran esperando una respuesta definitiva.

–Muy bien, vamos a jugar... –les digo a todos aceptando la propuesta.

En poco tiempo lo tenemos todo preparado. Los vasos están sobre la mesa llenos y colocados en forma de pirámide. Las tres pelotas naranjas de ping-pong están en un extremo de la mesa rectangular a punto para ser lanzadas, y nosotros formamos un circulo alrededor de los vasos esperando nuestro turno.
Empieza el juego, y en la primera ronda que llevamos ninguno ha sido capaz de meter la pelotita en los vasos. Todos hemos fallado, y ninguno se ha salvado del reto. Continuamos con la segunda ronda y parece que el ambiente ha empezado a animarse. Ian es el primero en coger la pelota. Lanza, y por segunda vez consecutiva la falla.
Hace tiempo añadimos una regla al juego y por pequeña que sea, siempre se cumple.
La persona que está a la derecha del que ha lanzado, debe decidir el reto de su compañero. Y como en este caso Eragon está a la derecha de Ian..., ha decidido que Ian debe seducir a Scarlett. Es un reto fácil para él, el problema está en Scarlett... El pobre chico ha empezado a acercarse a Scar con una mirada tentadora. Hay que reconocer que hasta ese punto no lo ha hecho nada mal. Lentamente ha cogido su coctel de la mesa y aun con la copa en la mano ha apoyado el otro brazo en la pared. A partir de ahí todo se ha torcido... Ian se ha tirado el coctel por encima y se ha puesto más que nervioso.

El chico está acostumbrado a que las chicas le vayan detrás. Sus ojos azules como el mar y su dorado pelo rizado atraen a la mayoría de ellas. Está acostumbrado a seducir a las chicas y por el momento, he pensado que quizá podría conseguir a la rubia juguetona que sigue riéndose de él por lo sucedido.

–Me encanta la manera que has usado para seducirme, te lo juro –dice Scarlett a punto de caerse al suelo de la risa.

–Ara es cuando tú, te acercas a mí para ayudarme –le responde fingiendo tenerlo todo planeado.

–Anda, corta el rollo y vete al lavabo. Apestas demasiado a alcohol –le contradice Eragon sumándose a las risas de Scar.

Ian le manda una mirada asesina y luego me mira a mí esperando que lo defienda, o algo.

–A mí no me mires –le digo mientras me río disimuladamente. –No es mi culpa que hayas hecho el ridículo y ahora todo el mundo se esté riendo de ti. –Hago una pausa para contemplar a mis amigos que se descojonan en el sofá.

Lo vuelvo a mirar otra vez y sigo hablando. –Tienen toda la razón, ves al lavabo. Por favor –le ruego, desafiándolo con mis últimas palabras. Me fulmina con la mirada, intenta hacerse el ofendido, pero él ya sabe que conmigo no funciona. Se mira su camiseta azul marino, que ahora tiene una gran mancha en la parte superior.

DISTRITO 100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora