Capítulo 9

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Se paran delante de mí, y se levantan quedando las dos patas traseras de apoyo y las de delante en el aire. Todos iguales. Sin ningún movimiento. Parecen miembros de un ejército.

Giran la cabeza a la derecha todos a la misma vez. Ni un segundo antes ni uno después. Giran a la izquierda y luego al centro. Todas las miradas se centran en mí y luego aúllan. Ese aullido fuerte y arrogante pero multiplicado por cien. Chillo con las orejas tapadas y me encojo en el suelo. Me va a estallar la cabeza. Segundos más tarde el sonido para. Creo que prefiero el aullido a lo que está sucediendo ahora.

Los bichos con escamas se levantan y se van formando en una forma indefinida. Ya no tienen escamas, sino una masa sin pelo. La masa se estira cada vez que se mueven. Ya no son de tres colores, son verdes, verdes oscuros. Tienen los mismos ojos saltones, pero en vez de dorado ahora son rojo sangre. Siguen siendo clones. Se mueven todos a la vez hacia mí.

Me quedo sin aliento. Y por un momento me olvido de correr. Salgo volando de donde estoy y corro como nunca lo había hecho antes.

Me siguen con paso rápido, pero yo lo soy más. Me da tiempo a sacarles lo suficiente para escapar hacia la dirección del centro del laberinto.

Los caminos se van estrechando y cuando eso sucede, el callejón sin salida está cerca.

- ¡Mierda!

Voy por el pasillo de la derecha y a mí izquierda hay otro camino paralelo. Los Aliens me siguen dejando unos metros de distancia.

Sigo corriendo cuando alguien en el pasillo izquierdo chilla. Los Aliens se paran y yo reduzco el paso. Giro la cabeza hacia atrás esperando ver a los monstruos rozándome los talones, pero es todo lo contrario. Miran el pasillo izquierdo esperando algo.

- ¡Aquí! -chilla la misma voz desde el otro pasillo.

Los Aliens se mueven en cero y coma, pero no hacia mí, sino hacia la voz masculina del pasillo.

<< se guían por el ruido. Son ciegos, solo escuchan>>

Me aparto muy lentamente intentando no hacer ruido. Paso a paso me pego a la pared.

Siguen ahí, y se mueven pausadamente hacia mí.

<< no, no, no>>

Me tapo la boca con la mano derecha y aguanto la respiración. Miro a todos lados buscando una salida, pero lo único que encuentro son piedras.

¡Piedras!

Cojo una del suelo sin dejar de mirar los Aliens acercándose. Apreto la primera piedra que localizo. Es ovalada y la sostengo entre mis dedos. Me pongo de pie y la lanzo fuerte hacia el otro extremo.

La piedra cae y rebota haciendo un sonido seco. Mueven la cabeza siguiendo el sonido de la piedra. Vuelvo a tirar otra al mismo sitio. Los Aliens se mueven rápido hacia las piedras caídas y doblan la esquina hasta que desaparecen de mi vista.

Empiezo a correr en dirección contraria, con destino al centro del laberinto. Estoy cansada pero no puedo parar. No ahora. Estoy cerca, lo sé. Lo noto.

Los pasillos no se acaban y cinco minutos más tarde tengo a seis Aliens detrás de mí.

Si ese chico no hubiera chillado, ahora estaría muerta. Me ha salvado. Y lo peor es que no tengo ni idea de quien es.

Sigo corriendo hasta que...

¡Maldición!

Callejón sin salida. Doy una patada al suelo.

- ¿Enserio? -no queda otra opción que luchar.

<<Vas a salir viva>> me repito una y otra vez.

Subo las manos para apretarme la coleta y después los bajo y apretó los puños fuerte. Cojo el arco y me pongo en posición. Coloco la flecha poco a poco y apunto a uno de los bichos verdes. Disparo sin saber muy bien cómo va. La flecha sale disparada y cae justo en la pierna delgada y pastosa, este se disuelve al instante. Me quedo pasmada. Lo acabo de matar. Una pequeña sonrisa se dispone a salir, pero la escondo cuando algo me toca el brazo. La masa del Alien toca mi brazo y noto como todo él se debilita. Me ha quemado el brazo. Chillo de dolor y con la mano izquierda saco la espada con navajas. La hundo en la masa y desaparece al instante. Las lágrimas me mojan las mejillas, pero si quiero vivir tengo que seguir.

Doy cinco más y le corto la pierna derecha. Me tiembla el cuerpo y debido a eso la espada cae al suelo. No tengo tiempo de cogerla. Tomo la pistola de rayos entre mis manos y disparo sin apuntar. El primero cae, el segundo cae, y el tercero cae. Jaque mate.

Apreto los dientes con fuerza, y la pistola resbala de mis manos. Tengo que salir de aquí. Corro y cojeo, corro y cojeo. Sigo el único pasillo que hay. Giro a la derecha, a la izquierda, otra vez a la izquierda y por último a la derecha. Llego a una pequeña plaza con estatuas cada tres pasos. Una columna de piedra con finas líneas se levanta hasta mi cintura, después una chica con alas y un vestido largo cae cubriendo su cuerpo. En la cabeza tiene una cinta de flores que se enreda con su pelo largo. Parece un hada.

Me acerco a la estatua más cerca y levanto la mano. La acaricio con delicadeza. La piedra esta desgastada, como si se hubieran hecho hace millones de años y no las hubieran tocado. Recorro con mis dedos todos los contornos hasta llegar a las alas. Resigo las grandiosas alas una por una hasta que la estatua empieza a girarse. Me aparto enseguida y la contemplo. No es la única que se mueve. Todas se mueven lentamente, hasta quedar de cara a un pasillo de flores blancas y rosas. Es un pasillo con arcos de piedra cubierto por pequeñas flores. El pasillo es largo, pero al final de todo, la luz del día es visible. Miro las estatuas otra vez, sus dedos finos apuntan al pasillo. Me están indicando el camino. 

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2019 ⏰

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