🎩||One-Shots|| Black Hat x Reader 🎩

9° ~ | Nuestro secreto | ~

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| --¿Por qué piensan que he perdido la razón?...|

Esa pregunta era la misma que me hacía una y otra vez.

Era casi como si la realidad me usara como peón en su sucio juego, lo único que podía hacer era quedarme así en este frío piso sintiendo esos horribles escalofríos recorrer mi piel mientras tragaba saliva.

La triste habitación que me resguardaba tenía un pequeño secreto.

-- No todos pueden ver lo que tú ves, -sonrió bajo ese pequeño rayo de luz de luna en la ventana- piensa que es el juego del escondite.

-- ¿Escondite? -mis lágrimas cesaron al levantar mi rostro-.

Asintió.

-- Ellos son los que se esconden en las sombras de sus propias mentiras, creyendo que llevan la vida con la que por lo menos no pensarían en arrojarse desde un barranco hacia un pozo sin fondo, -tragué saliva al sentir ese frío de nuevo haciéndome estremecer- mientras que tú... eres la que busca más allá de sus vistas.

--...

No sé cómo fue que ocurrió todo esto.

Quizás no debía llevar una vida del todo normal.

...

Mi nombre es TN, oculto un secreto del cual jamás podré escapar. Y del cual nunca me arrepentiré.

Pero será mejor organizar toda la mierda que hay en mi cabeza.

Cuando era una niña de unos quizás siete años, ya no lo recuerdo tan bien, recuerdo que desde esa edad tuve que aprender a guardar secretos.

-- Oye, ¿estás ahí?

Era la trigésima vez que revisaba mi armario, lo único que visualizaba era mi ropa en ganchos y mis zapatos en ese viejo mueble. Seguí mi búsqueda de nuevo, hasta que escuché los pasos de mi madre por el pasillo, di un paso en falso y caí a esa pila de zapatos y accesorios junto a unos peluches heredados que me regalaron anteriormente.

-- Uff, ¡Por fin te encuentro! -escuché esa voz detrás de mí mientras reía levemente, ella siempre era risueña- ¿Qué haces ahí metida, eh?

Unos brazos me sacaron de ese montón de trapos, me sacudí levemente como un perro después de haber recibido un baño, cosas que hacían sonreír a mamá.

-- Buscaba a...

Antes de responder ella colocó su dedo índice en mis labios, ya sabía qué iba a responder.

-- Mejor vámonos, se nos hará tarde -ambas nos levantamos del suelo- cuando regresemos jugaremos, ¿vale?.

-- ¡De acuerdo!

Día tras día iba a esas cuatro paredes con decoraciones y uno que otro muñeco de felpa adorable, sin embargo, eso no quitaba el maldito interrogatorio de siempre.

-- ¿Cómo estás? -habló aquel hombre de unos 40 años aproximadamente en frente mío con una dulce sonrisa-.

Seamos sinceros, quien sea que te haga esa pregunta, jamás querrá escuchar tu respuesta sincera más que un buen...