Le di una última calada al cigarro y después lo apagué.
-Deberías dejar de fumar.
Tiré el cigarro al suelo y me di la vuelta.
-No creo que seas el más indicado para darme lecciones ahora mismo -respondí-. Hemos desayunado juntos, así que ya has cubierto el cupo por hoy.
Mi padre asintió con cara de resignación.
-Ya ha llegado Jay, me voy a clase -me despedí.
Chocamos los puños y me alejé en dirección al coche de mi amigo.
-Vaya, habéis desayunado juntos -me empezó a decir Jay mientras entraba- es todo un progreso.
-Si, bueno, ha sido genial -le respondí con sarcasmo-. Arranca por favor.
Jay metió primera.
-Por cierto, Aly tiene un nuevo novio -me comentó sabiendo que eso me me alegraría y me haría olvidar mi mañana.
-¿QUEEEEEEEE? Voy a llorar de la emoción, por fin ha superado al imbécil y gilipollas de Matt -exclamé con emoción mientras recordaba como Matt había cortado con ella porque no quería aceptarla tal como era.
Jay frunció el ceño, probablemente pensando en lo mismo que yo, pero en seguida se recompuso y empezó a parlotear sobre Simon, así se llamaba,
describiendo lo simpático y guapo que era.. . .
Las dos primeras horas transcurrieron como siempre, aunque con la diferencia de que estaba impaciente por ver a Aly y que me lo contara todo; y sobre todo, de verla feliz de nuevo.
Como no íbamos a la misma clase era un fastidio, aunque nos las arreglábamos bien hablando por telegram. Ese día había tenido que dejar en casa el móvil porque se me había olvidado cargarlo por la noche así que tendría que esperar al recreo para hablar con ella.
Cuando aún quedaban cinco minutos para que sonara el timbre, Victoria, una chica de mi clase bastante mona y bastante rica, me pasó una nota.
-Creo que lo de las notas ya ha pasado de moda -comenté con sarcasmo mientras la recogía del suelo. No la abrí.
-Es que te he hablado por WhatsApp y no contestas -me explicó de forma irritada.
Yo no la estaba escuchando, era bastante difícil escucharla si no te importaba lo que estaba diciendo y además tenía unos pendientes que se movían de lado a lado cada vez que giraba la cabeza. Eran muy graciosos y además hacían ruido.
-¿Tierra llamando a Helena? -susurró con intensidad cuando el profesor se dio la vuelta para escribir en la pizarra.
Abrí la nota.
-Vaya, así que este año va a ser igual, ¿eh?
-No, va a ser el triple de mejor -sonrió emocionada. Tenía unos dientes blanquísimos-. Y la primera fiesta del curso la voy a dar yo y no la aburrida de Dana.
Sonó el timbre.
-Bueno, bueno -me limité a contestar mientras guardaba mi estuche en la mochila.
-Bueno, bueno, no. Dime que irás a la fiesta.
-¿Desde cuando te importa si voy a alguna de tus fiestas?
Esbozó una sonrisa perfecta y cuadró los hombros. Siempre lo hacía cuando iba a soltar un discursito y hoy tenía menos ganas de escucharlo que nunca porque una Aly feliz me esperaba en nuestro banco de siempre.
-Me lo pensaré, ¿de acuerdo? -le prometí mientras me iba-. Tengo prisa.
-¡EN MI CASA A LA UNA!
. . .
Aly no solía compartir las cosas que le pasaban hasta que estaba segura de ello, por eso no me había contado lo de Simon. Y probablemente porque le daba miedo considerarlo como algo real y, además, si no salía bien no quería que nos ilusionáramos para nada. Así era ella.
Después de dejarla sin respiración y estar casi toda la media hora del recreo hablando de como se conocieron les comenté a Aly y a Jay lo de la fiesta de Victoria.
-¿Después de todo un año rechazando ir a una de sus fiestas sigue intentándolo? -preguntó Aly extrañada.
A Aly no le gustaba nada de lo relacionado con las fiestas: ni el alcohol, ni la música estridente.
-Quizá le gustas -propuso Jay alzando las cejas. Ese gesto hacía que su cara resultara muy graciosa.
Solté una carcajada.
-Sería gracioso.
Me levanté del banco para tirar el envoltorio de mi almuerzo a la papelera y cuando volví Jay me estaba mirando de forma extraña.
-¿Qué pasa?
-Tendrías que ir a esa fiesta.
Sabía que no era por la broma con Victoria, pero aún así la mencioné de nuevo:
-Si, claro, a ver si anoto en mis logros personales haberme ligado a la popular de Victoria.
-El año pasado no fuiste a ninguna por mi culpa, este año no te va a pasar lo mismo.
Sabía a qué se refería.
-No me perdí nada fuera de lo normal, además, no digas que nuestras noches de películas no eran geniales -le recordé encogiéndome de hombros.
-Vas a ir a esa fiesta, yo y mi pánico social estaremos bien.
-Si mis padres no fueran tan estrictos con lo del toque de queda me quedaría contigo, Jay -dijo Alyson con resignación.
-Chicas, me da absolutamente igual quedarme solo en casa.
Sabíamos que era mentira.
-Pero... -empecé a protestar, pero me cortó.
-No, vas a ir a esa fiesta -me hizo callar.
En realidad sí que quería ir, pero me sentía mal por Jay, su ansiedad social no le permitía ir a ese tipo de situaciones porque le hacía encontrarse fatal.
El curso pasado por esa misma razón me negué a ir a ninguna y le prometí que siempre que hubiera una fiesta nosotros organizaríamos una noche de palomitas y maratón de películas.
Sonó el timbre.
-Bueno, después de clase os llevo a las dos a tu casa y te ayudamos a prepararte.
Puse los ojos en blanco.
-No es para tanto.
Jay me cogió del brazo y me miró a los ojos muy serio.
-Sí que lo es.
Ambos estallamos en carcajadas a la vez, pero sabía que iba en serio lo de que me ayudarían a prepararme.
Pues nada, esa noche iría a una fiesta.
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La importancia de llamarse Helena
Genç KurguPara Helena este es el último año del instituto, y junto a sus dos mejores amigos Jay y Alyson, será el mejor año de instituto de todos.