HYUNJIN, PERDÍ MI CALCETÍN .ㅡHYUNMIN

Capítulo 2.

Seungmin estaba en ese lugar, donde solían pasar el tiempo cuando estaban en la preparatoria. Deseó volver a esos días, aquellos en donde eran solo chicos que no les importaba nada más que divertirse y pasarla bien, aquellos en donde no habían sentimientos unilaterales ni novias de por medio, aquellos en donde simplemente eran ellos mismos.

Ya era tarde, pero él no quería regresar, tenía miedo de lo que Hyunjin pudiera hacer o decir. Habían tenido una discusión esa mañana y, sinceramente, no quería verle la cara porque de seguro moriría. Aunque tampoco podía quedarse para siempre en un parque.

ㅡJisung ㅡdijo el chico y sacó su celular, marcando el número del susodicho. Tres pitidos y un Estaba por dormirme, así que habla rápido lo recibióㅡ. Vaya, qué simpatía, ¿aún conservas la llave de mi casa?

ㅡSí.

ㅡ¿Puedes venir a dejármela? Salí sin llave y Hyunjin ya debe estar dormido ㅡSeungmin escuchó un bufido del otro lado de la bocina y luego un Está bien que sonó más como un bostezo que como otra cosaㅡ. Gracias, estoy en el parque a unas cuadras de tu casa.

Aunque la casa de Jisung no estaba lejos del parque en donde se encontraba, Seungmin lo vio aparecer en su auto de último modelo, regalo de sus padres en su pasado cumpleaños. Nunca había entendido del todo a su amigo. Los padres de Jisung eran los dueños de una cadena de minimarkets a lo largo del país, vivían en una mansión repleta de habitaciones y le pagaron a su hijo una carrera en administración de empresas, pero él, él era quien quiso trabajar en una de las tiendas de la compañía como un cajero cualquiera, en vez de tomar algún cargo alto. Sin contar que ahora parecía totalmente desinteresado en los negocios, Seungmin se preguntaba cómo los padres del mayor se habían tomado la noticia de que su hijo quería dedicarse a la música.

ㅡNo creí que vendrías en auto ㅡdijo el menor una vez arriba del vehículo.

ㅡNi pensarlo iba a venir caminando con el pijama puesto.

Y en ese momento se dio cuenta del maduro pijama de cuerpo completo de ardilla que traía puesto. No puede ser, pensó él, verdaderamente no había cambiado desde la universidad. El resto del camino no hablaron, aunque Seungmin lo hubiera querido así porque sentía una horrible presión en el pecho que se creía capaz de soltar todo lo que tenía atascado, a medida que recorrían las desoladas calles camino al departamento de... no, camino a la casa de Jisung.

ㅡOye, ¿por qué llegamos a tu casa?

ㅡ¿Qué?

ㅡEstamos en tu casa ㅡvolvió a decir, alzando la voz pues el contrario parecía quedarse dormido.

ㅡOh, debí haber conducido aquí inconscientemente.

Has estado inconsciente la mitad del camino, quiso decir, pero ya no había remedio, era muy tarde y el mayor no podría volver a conducir sin quedarse dormido al volante. Seungmin aún no tenía licencia.

Como pudo, arrastró a su amigo hasta el interior de la casa, encendió las luces y una de las pequeñas mansiones de la familia Han apareció a sus ojos. En la casa de Jisung no había empleada doméstica como en las otras casas de los padres de este. A pesar de ser muy consentido por sus padres, el chico pelinegro era bastante independiente y no le gustaba recibir cosas de sus progenitores, sino pregúntenle cómo aceptó a regañadientes el vehículo estacionado fuera de su casa.

Una vez que Jisung estuvo acomodado como bebé en su cama, Seungmin se fue al dormitorio de huéspedes. Sacó un poco de ropa que había guardado él la última vez que fue de visita. Una vez listo, se recostó en la cama con la oscuridad rodeándolo y miró fijamente aquellos destellos fluorescentes arriba. Pegatinas fosforescentes de estrellas pegadas en el techo. Sí, Han Jisung no había madurado nada para tener 24 años.

Al día siguiente, casi lanza un grito. Frente suyo había un gato rubio acurrucado en la almohada. Bien, sólo tenía cinco segundos antes que su cara se inflara, se volviera roja y le costara respirar.

Uno, el gato no se movía.

Dos, su respiración era tan calmada que contrastaba drásticamente con la de él.

Tres, Seungmin se movía lentamente hacía el borde de la cama.

Cuatro, ya estaba a punto de salir impune.

Cinco, estornudó y el gato se lanzó sobre él.

En serio, odiaba al gato de su amigo y el gato lo odiaba a él, así que estaban iguales.

ㅡDeberías tirar a ese gato a la calle.

ㅡ¿Qué?

ㅡNo me agrada tu gato, siempre tiene la forma para que mi alergia ataque.

ㅡ¿De qué hablas? Minho no le hace daño a nadie, sólo que a ti no te gustan los gatos ㅡrespondió él, despreocupadamente, tomando su café matutino.

Seungmin ya se había tomado su medicamento y su cara no estaba tan hinchada y roja como antes, aparte de los pequeños rasguños que tenía en la mejilla, no tenía de qué quejarse. Hubo veces peores después de todo.

ㅡ¿Cuándo es tu vuelo a Canadá?

ㅡPasado mañana.

ㅡ¿Y estás seguro? ¿Tus padres no se opusieron? ¿No te dijeron nada?

Jisung suspiró y palmeó sus muslos para que el gato, que paseaba por debajo de la mesa, saltara a ellos. Acarició al felino como si fuera la cosa más preciosa en el mundo enteroㅡ. De que me dijeron cosas, sí lo hicieron, pero no voy a dejar que sigan modelando mi propia vida, tengo la suficiente madurez para decidir lo que quiero hacer de mi vida.

Seungmin quiso decir que lo dudaba, pero prefirió callar y apoyarlo como siempre Jisung lo había apoyado a él.

ㅡSé que lo harás bien. Solo no me olvides cuando seas famoso.

ㅡYo debería decirte eso a ti. Apuesto que solo Hyunjin va a ser el único que te vea tan seguido.

El menor solo sonrió en respuesta y asintió, dando por terminado el asunto. No sabía desde cuándo le incomodaba tanto hablar de su compañero de apartamento, pero de alguna manera Jisung lo entendía. Su relación como amigos ya no era como lo había sido. Y ahora parecía que iba de mal en peor.