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Cuando Jisung decidió irse a estudiar a Canadá, no creyó que le sería tan difícil. Normalmente, su personalidad era abierta, era una persona extrovertida y bastante sociable por su permanente alegría que atraía a todos. Sin embargo, al estar en ese nuevo ambiente, se sentía incómodo, extrañamente intimidado.
Sin embargo sentía ansias por descubrir lo que le deparaba su nueva vida.
Estaba por alimentar a su mascota, la cual obviamente se había llevado con él, cuando escuchó que alguien tocó el timbre.
Se apresuró a atender, llevándose consigo la bolsa con el alimento de su gato, Minho, quien lo siguió con la ilusión de que le entregara su almuerzo.
Al abrir se encontró con un apuesto chico que, al igual que él, se notaba que no era nativo. En los segundos donde Jisung se perdió en su mirada, esperando que todos los chicos de la universidad fueran como quien estaba de pie frente a su puerta, su receloso y hambriento gato saltó en dirección a la pequeña bolsa. El minino no lo logró, pero terminó saliendo del departamento.
ㅡHey, Minho, vuelve aquí.
El minino pareció entenderlo y se detuvo, volteando a verlo. Jisung le hizo señas con los dedos para que se acercara, lográndolo rápidamente. Tomó a su mascota en sus brazos y recordó que había un chico aun frente a su puerta.
ㅡ¿Minho, eh?
ㅡSí, mi... mi gato se llama así ㅡ¿Por qué estaba tartamudeando?ㅡ. Mi nombre es Han Jisung, hola. ¿Cómo te llamas?.
ㅡLee Minho, un gusto.
ㅡ¿Oh?
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Cuando Jisung decidió irse a estudiar a Canadá, no creyó que encontraría a alguien como Minho. Por supuesto no creía que conocería a alguien que se llamara como su gato, pero tampoco creía que lo haría sentir más cómodo y lo ayudaría a adaptarse.
Por otro lado, no fue tan difícil comprender por qué Minho se enamoró del chico que conoció cuando estaba haciendo una encuesta para un trabajo en la universidad. Jisung no era para nada el tipo ideal del mayor, pero el simple hecho de que haya roto todos sus esquemas significó que no pudiera sacarlo de su cabeza.
Lo quiso como amigo, sí, hasta el fatídico día en que escuchó el rumor de que Mark, uno de sus compañeros de carrera, gustaba de él. En ese instante y como acto reflejo, pensó en Jisung, pero no sabía por qué lo había hecho.
Y le costó descifrarlo, pasó días junto al susodicho, tratando se entender la razón de ese ilógico pensamiento. Pero no había explicación, o mejor dicho: él era la explicación. Jisung no se parecía a alguien que hubiera conocido antes. Solo era él. Y aún que suene confuso, su corazón lo entendía. Quería a Jisung en su vida.
ㅡOye, ardilla.
ㅡNo me llames así, hyung ㅡdijo el nombrado sin levantar la vista de su libro.
Minho sonrió, amaba verlo tan concentrado, estudiando. No podía sacarlo de su vista ni un solo momento.
ㅡ¿Sabes? No creo poder concentrarme si sigues mirándome.
ㅡEs que eres demasiado lindo, ¿te lo han dicho?
Jisung suspiró, sabía a dónde iba el mayor y, como siempre, tenía miedoㅡ. Hyung, para, por favor.
ㅡ¿Por qué? Es verdad. ¿Recuerdas el día que nos conocimos? Saliste en pijama y no te diste cuenta hasta que tuve que despedirme de ti.
ㅡMinho hyung...
ㅡSiempre has sido demasiado adorable, Jisung.
El menor no quería verlo. No sabía la razón, pero todo lo que le decía le dolía, o tal vez no era dolor, pero le punzaba en el pecho y no sabía cómo sentirse. Jisung nunca fue bueno con esas cosas. Creyó que siempre estaría con su gato y que no encontraría nadie que lo tratara así, que le hablara así... o que lo hiciera sentir así.
Minho era diferente.
Lentamente el mayor se acercó a dónde estaba el contrario. Tomó el libro que estudiaba Jisung, haciendo que sus miradas se conectaran. El menor creyó morir con ese simple gesto.
ㅡEs duro, ¿sabes? El saber que la persona que... que amas no te va a corresponder, pero me encanta verte, me encanta verte sonreír, me encanta verte feliz, me encanta verte de todas formas, me encantas. Y siento que por más que lo intente tú no sentirás lo mismo, así que no lo forzaré, lo siento por incomodarte. Somos amigos y no voy a arruinar eso, ¿está bien?
Le devolvió su libro y procedió a volver a su lugar. Era como quitarse un peso de encima, como poder respirar en paz. Así lo sintió Minho, pero Jisung, cuando lo volteó a ver, tenía los ojos llorosos y la mirada cargada de infinidad de cosas que desconocía.
ㅡMe gustas, tonto.
Su voz salía como frustración, como si estuviera enojado, pero consigo mismo, se sentía culpable porque Minho era el mejor chico que se podía encontrar.
ㅡ¿Cómo quieres que reaccione a todo lo que haces por mí? Es decir, no sé si eres amable conmigo por que sí, o por que pasa algo, no sé si lo que me dices son coqueteos o... o... no lo sé. No sé muchas cosas, no soy adivino, Minho.
ㅡNo lo eres, Jisung. Solo eres tú y eso es perfecto.
La mayoría del tiempo Jisung no sabía cómo sentirse, era un chico bastante inestable, pero Minho lo hacía sentirse bien, lo colocaba en un lugar sublime, y un lugar más sublime aun conoció después de unir sus labios.
ㅡ¿Tú sabes que te quiero, verdad?
Jisung asintió, se sentía de la misma forma que él, pero no podía decirlo, era nervios a flor de piel y sentidos que lo habían envuelto con solo tenerlo así, frente suyo, a una mínima distancia.
Eso era, era él. Era todo lo que buscaba y lo que nunca buscó.
Y tuvo que ir a Canadá para conocer a un chico con el nombre de su gato que se transformaría en su novio.
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