El loco más loco parte III: El fiestón (en mi ano)

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AMLO yacía sin vida en el suelo.
José se había dormido en el sofá con el hocico abierto. El enano y el Babo observaban en silencio el cadáver del anciano. La habitación estaba en total silencio, entonces el Babo comenzó a emitir sonidos, parecía que quería decir algo, y finalmente acabó riendo a carcajadas.
Todos nos quedamos viéndolo directamente, hasta que, aún riendo dijo:

- Ese pinche ruco no valía para verga, ya era hora de que dejara de decir mamadas.

Me quedé sin palabras. Creí que el Babo era un supporter de AMLO, no podía creer lo que estaba pasando y al parecer el enano tampoco, tanto así que comenzó a convulsionar y a escupir espuma en el suelo.
Ambos yacían muertos a nuestros pies y José estaba bien jetón en el suelo, apoyado en el cadáver del enano. Como dije antes, yo era una ninfomana, y me resultaba excitante ver al enemigo número uno del país muerto, y a su lado a un enano rubio más tieso que la chingada. Me estaba prendiendo mientras observaba orgullosa mi trabaja, la misión estaba terminada y debía celebrar de alguna manera. Entonces, me acerqué lentamente al Babo y susurré en su oído "Fiesta"; al escuchar esa palabra, el Babo se emocionó bien cabrón, me levantó por las patas y me puso de cabeza; me sacó cargando como escoba de la habitación, donde dejó encerrado a José con los cadáveres del enano y el peje, salimos al estacionamiento y me subió a una troca bien pinche grande (pero no tanto como mi apetito sexual), me acomodé en el asiento y pregunté al Babo mientras encendía la camioneta :
-¿A dónde vamos?
-A pasarla bien, mami.

Entonces arrancó, llegamos a un hotel japonés en poco tiempo. Cuando menos cuenta me dí, estaba desnuda en la habitación con su pito frente a mí. Tenía tatuada la palabra "Babo" y estaba bien pinche torcido. Lo miré con asombro y el Babo me dijo "Le dicen el chueco". Ahora la canción cobraba más sentido.
Le dí placer con la boca hasta que liberó dentro su semilla, que procedí a tragar completamente. Entonces, con fuerza me puso en cuatro y comenzó a penetrarme mientras ponía su pulgar en mi ano. Yo gritaba de placer, y entre gemidos y gritos le pedí que me llenara el ano con sus mini Babos; y así lo hizo. Seguimos haciéndolo hasta que amaneció y entonces, me dormí.
Desperté en el hotel, con una nota que decía "Bienvenida al mundo del Adidas". El Babo y la camioneta ya no estaban.

Cuando encendí la televisión una noticia decía que se había incendiado el camerino del Babo, por lo que José estaba muerto también. Me alegra que muriera calcinado, total ya estaba bien pinche prieto. El cuerpo de AMLO fue puesto en una vitrina y ahora se exhibe junto a las momias de Guanajuato. Y yo, yo quedé con ganas de más de aquello.

Un leve nomás (El Babo y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora