Capítulo 10 | Recuerdos

6 4 0
                                    

Victoria

"Te quiero"

Palabras que ahora no significan nada para mí, por lo menos, no venidas de la persona que hace muchos años me las dijo.

Pasaban los años y su blanca sonrisa seguía alegrando mis días. Su tierna y sincera sonrisa...

Qué equivocada estaba al pensar que esa sonrisa la vería durante el resto de mi vida.

Cuando llevábamos tres años de novios, el segundo mejor día de mi vida tuvo lugar.

Con esa hipnotizante sonrisa se arrodilló ante mí delante de nuestras familias y me hizo una pregunta que cambiaría mi vida radicalmente, y para siempre.

"¿Quieres hacerme el hombre más feliz del mundo casándote conmigo?"

Yo lo amaba.

"Te quiero" me había dicho él muchas veces.

Estas son las principales razones por las que le respondí "SI" lanzándome a sus brazos con una sonrisa tan grande como la suya.

-***-

Lauren.
Él mismo eligió su nombre. El nombre de nuestra hija.

Lauren Bellamy cumplió los dos añitos y yo estaba feliz.

Siempre estaba pensando en la suerte que tenía de tener un marido que me quisiese tanto: James Bellamy, y una hija como Lauren.

Ese mismo año mi vida se desmoronó.

Iba caminando con mi hija por la calle cuando vi de lejos a una pareja andando mucho más adelante que nosotras.

Empezaron a besarse apasionadamente y me di la vuelta tirando de mi hija.

No iba a permitir que Lauren viese eso.

«Desde luego, mira q no podían ir al cine o algo...» estaba pensando yo, cuando oí una risa forzada a mis espaldas.

Una risa imposible de confundir con cualquier otra risa.

Una risa única.

La risa de mi marido.

Me giré y, con toda mi fuerza de voluntad, fingí no haber visto a James besándose con una mujer más joven que nosotros.

Fingí que no caían lágrimas por mis mejillas.

Que mi corazón no se había roto de forma irreparable.

Seguí andando con mi hija como si nada hubiese pasado, aunque en mi interior cada una de mis células gritaba de dolor.

-***-

Cada día que actuaba como si no pasase nada me rompía más por dentro.

James me trataba como siempre, sin ningún tipo de remordimiento, y eso era lo que más me dolía. Tanto, que pequeñas conversaciones conmigo misma empezaron a desarrollarse en mi mente cuando estaba sola.

Una parte de mí luchaba por seguir con James y la otra por dejarlo ir.

«¿Habrá hecho esto más veces?» decía la parte dolida.

No, él me quiere, seguro que si le pregunto...

«No seas tonta Victoria. No hay excusa para lo que te hizo; y encima, seguro que hizo esto más veces. Se lo ve muy tranquilo, como si nada hubiese cambiado.»

Pero y tanto que había cambiado.

Cada vez que se reía un escalofrío me hacía encogerme y unas terribles ganas de llorar se apoderaban de mí.

No hice nada al respecto porque quería lo mejor para Lauren y divorciarnos no me parecía bien.

Yo había sufrido mucho con la separación de mis padres.

Aguanté una semana. James se estaba duchando y un mensaje llegó a su móvil.

«Es tu oportunidad de saber más.» dijo la parte de mi ser que ahora desconfiaba de James.

Dicho y hecho. Cogí su móvil y leí un mensaje que decía así:

Jammie:

Espero repetir pronto lo de ayer ;)
Besos,
Lauren

«Lo mato. Lo mato. Lo mato.»

Mi voz interior era muy sabia a veces. Estaba muy conmocionada y tardé unos segundos en procesarlo todo.

«Lauren. ¡Por eso se empeñó en ponerle ese nombre a nuestra hija! Cerdo inmundo...»

Quizás solo es un malentendido....

«Sí, cuando ayer estaba con ella no parecía confundido.»

La parte de mí que odiaba a James ganó.

Todo lo ocurrido me sobrepasaba e hice algo de lo que solo me arrepentí posteriormente (y solo por mi hija):

Me fui.

Me fui con la intención de no volver nunca.

No le dije a James por qué, no me despedí de Lauren, de mi hija y me fui a vivir a otro país:

España.

-***-

¡Reacciona cuando te hablo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora