—Matías, despierta— abro los ojos lentamente. Estoy tumbado en una cama muy cómoda y la luz se cuela por las ventanas y le ilumina la cara a Lauren. Está sentada en el borde de mi cama y está sonriendo.
—Es la una y media y pensé que querrías comer—. Tiene razón: tengo tanta hambre que me comería un cordero entero. Me incorporo y miro a mi alrededor. Estoy en una habitación muy acogedora. Las paredes son azul cielo y los muebles son blancos, incluído el cabecero de mi cama.
—Ian hizo la comida con lo que encontró por la casa, me dijo que te despertase— mira hacia su izquierda pensativa—. Bueno, en realidad me dijo que te tirase de la cama...— lo dice con una expresión muy seria.—Pues gracias por no hacerle caso a mi querido hermano—. Le digo también con seriedad, y los nos empezamos a reír.
—Bueno, te dejo para que te prepares, empezamos a comer en cinco minutos.
Me levanto de la cama y me pongo unos vaqueros y una camiseta negra muy ancha. Ya han pasado dos días desde que aquel policía nos persiguió. Esa noche no dormimos nada. Estuvimos deambulando por la calle, buscando la casa que mi madre había comprado para vivir. La encontramos al día siguiente (tenía una copia de las llaves en mi mochila) y al entrar en ella, su tamaño me sorprendió. Tenía un salón enorme pero acogedor y tres habitaciones. Lauren se fue a una de ellas e Ian y yo dormimos en la que nos correspondía. Al día siguiente (ayer) vimos un fajo de dolares en un cajón y desde entonces todos estamos de mejor humor. Bajo a desayunar, ay no, a comer... ¿Cómo habré dormido tanto? Bueno, no es tan raro, lo mío siempre ha sido dormir.
En la planta de abajo, la primera puerta a la izquierda es el salón, Tiene un hermoso sofá color crema en el centro, una televisión en frente del sofá, y una alfombra en medio de los dos.
En la planta de abajo también están la cocina y el comedor. Entro en este último y Lauren e Ian están sentados en la mesa, comiendo. Me siento junto a Lauren y empiezo a comer. Es un guiso de algo (espero no averiguar nunca que lleva), y sabe fatal. Se me había olvidado mencionar que Ian es el cocinero más penoso que he conocido nunca. Se empeñó en aprender a cocinar a los diez años y desde entonces siempre ha estado intentando cocinarnos algo a mamá y a mí. Mamá... La echo muchísimo de menos...
Debo de haber puesto muy mala cara porque Ian se ríe y me pregunta bromeando.
- ¿Qué pasa, tan mal sabe mi guiso?
-Es lo peor que he probado nunca-. Se lo digo en broma, con una gran sonrisa en la cara y Lauren se ríe. Sí, ya sé que lo que dije es verdad: el guiso es malísimo.
Después de comer, llamamos al número de nuestros padres por enésima vez, perdiendo ya la esperanza de que nadie conteste. Suena un toque, dos, tres... y cuando va por el quinto un grito desgarrador se oye por el altavoz.
Es la voz de mi madre.
*¡Holaaa! Aquí os traigo el séptimo capítulo. Sé que no suceden muchas cosas, pero paciencia, pronto sacaré los siguientes caps. Estoy intentando darle forma a todas las ideas que tengo y espero que os esté gustando la historia. Si es así, dadle a la estrellita y comentad para saber como puedo mejorar. Mañana es Halloween así que, ¡¡¡¡Que lo paséis genial!!!!*
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¡Reacciona cuando te hablo!
PertualanganMatías Patterson es un chico de 15 años que lleva una vida completamente normal, hasta que un día, su vida cambia totalmente. Cuando se sube a un avión con su madre y su hermano, algo se tuerce en el vuelo y varias personas desaparecen. Entre ellas...