Capítulo 3

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- Por fin llegas - apoyé mi cabeza en la puerta de la entrada. - He estado esperando por ti desde ayer. ¿Te crees que porque tienes 18, puedes hacer lo que te de la gana? No niño no, mi casa mis reglas. Da gracias que no mandé a tu padre a buscarte... -

- Bendición ma' - la interrumpí antes de que siguiera con su regaño.

La verdad es que pensándolo bien, hubiera sido una tragedia que papá fuera a buscarme. Quien sabe si me veía borracho o besando a un chico.

- ¡Tyty! - chilló mi hermanita corriendo a mis brazos.

- Princesa - gruñí por el esfuerzo mental que cargarla me causaba.

- Hueles raro - frunció su nariz.

Yo arrugué mi nariz, imposible que siguiera apestando luego de un baño y mi menta, esta niña me meterá en problemas algún día.

- Eso que hueles, es pecado mi niña - le susurré al oído para hacerla reir.

- No seas tonto - me golpeó el hombro.

Ah... si solo supiera la verdad.

- TYLER DANIEL ESCÚCHAME- gritó mamá.

- Adiós, princesa - solté a Tanamá en el suelo, para enfrentarme a mi madre. - Te escucho -

- ¡No quiero que sigas haciendo esas cosas! - ordenó.

- Lo sé - me crucé de brazos, pero los volví a soltar porque no quería parecer desobediente.

- ¡¿Y para qué lo haces!? - alzó las manos al cielo.

- Mamá, ya - supliqué, cansado. - Ya entendí -

- Sube a tu cuarto, olvídalo- señaló al final del pasillo.

Sin medir una palabra más, me marché a mi habitación, donde me dí un cambio de ropa.

- Carajo - me quejé. - De verdad me duele - resoplé aire cuando me tuve que poner un boxer diferente. - Me cago en... - mi celular sonó interrumpiendo mi sufrimiento.

Lo tomé de la mesita de noche, y contesté.

- ¿Estamos bien? - habló Scott por el otro lado.

- Por tu culpa me duele - lo acusé, aunque sabía que no tenía la culpa, sólo quería discutir con alguien.

- ¿Qué? ¿La cabeza? Oye, que no te obligué a beber -

Me tiré en la cama, y me arropé con la sábana, puesto para otra merecida siesta.

- Olvídalo, Scott -

- Al menos dime si estamos bien - pidió.

- Obvio que estamos bien idiota - resoplé. - Solo que tuve una noche pesada.

- Lo siento de verdad, pero no hay excepciones. Los chicos no pueden saber que tengo favorito - solté una carcajada ante esto. - ¿Vamos a comer orita?

Mi estomago rugió al pensar en comida. Con todo el asunto, se me había olvidado que tenía que comer, increíble, porque yo pienso mayormente en comida.

- Ah no lo sé, de verdad estoy muy cansado - diablos, que solo quería dormir y despestar 20 años después.

- Vamos Ty, solo tú y yo, en una cita - ay señor, ¿por que le veía el sentido gay a todo ahora?

- No seas marica - medio supliqué, medio bromeé.

- Te recojo a las 6pm - declaró.

- No sé si mamá me deje - me revolqué el cabello.

- ¿Qué? Ella me ama -

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- Que no -

- Pero señora Eva - se quejó Scott.

- Está castigado - se cruzó de brazos.

-¡Pero cómo puede estar castigado el día antes de que comience la escuela! - cuestionó.

- Baja ese tono de voz Scott, y ya hablé - junto a ella en el sofa, estaba Tanamá, a la cual Scott y yo la miramos con ojos suplicantes.

- Mamá, pero Tyty se quiere divertir - murmuró la niña con voz acaramelada.

- Pues ya Tyty se divirtió ayer -

Ay madre.

- Mamá, ¿te acuerdas esos días que Tyty pasaba encerrado y querías que saliera? ¿Ahora no puede salir? - DIOS, ¿a quien salió mi hermanita tan genio?

A mamá se le subió la cólera. La niña tenía razón. No le quedaba mas remedio que admitir derrota. Después de cinco minutos observándola, nos miró enojada.

- ¿Qué hacen aquí parados? Lárguense ya, antes de que cambie de opinión - le solté un beso en la mejilla, y salí detrás de Scott hasta su Jeep.

- Ahora sí, detalles - me pidió Scott, cuando cerramos las puertas y el aire acondicionado estaba prendido.

- ¿Acerca? - me amarré el cinturon.

Mi mente se había olvidado de Calum por unas horas, estaba muy concentrado en alimentar ese monstruo que había en mi estómago. Dormí hasta que Scott llegó, y para ese punto, mis entrañas se estaban comiendo unas a otras. Cada vez que erructaba sabía sola a puro alcohol.

- ¿A quién follaste? -

- ¿Qué? - me volteé a verle con los ojos abiertos.

Y este cabrón... ¿cómo lo supo?

- ¿A quién follaste? - preguntó de nuevo, con sonrisa pícara.

- ¿De qué mierda hablas, Scott? - intenté relajarme en mi asiento.

- Es que tienes esa, esa - señaló mi rostro. - Esa cara -

- Esta cara, lo que tiene es hambre - suspiré frustrado, tratando de desviar el tema invalidamente.

- Vamos Ty, que se te nota. - rió. - ¿Fue a Tamara? -

Qué más quisiera, pensé.

- No imbécil, no hice nada - concluí.

- Ah, bien, genial, no me cuentes- jugó la carta del ofendido conmigo.

- Bien - reí por lo bajo. - Tú pagas la comida, ¿cierto?

Me envió una mirada asesina, pero no dijo nada más hasta que llegamos al restaurante.

Mixed ColorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora