Mauro

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He's the one who likes all our pretty songs, and he likes to sing along, and he likes to shoot his gun. But he don't know what it means.

Mauro tenía la misma edad que yo, sólo que él convivía más con su hermano mayor, Miguel, quien le había enseñado absolutamente todo lo que sabía de música, cosa que a mí me faltaba pues sólo tenía el gusto por The Cure heredado por mi padre. Pero era todo lo que conocía.
Increíblemente, él y yo éramos los únicos que repudiaban a los demás niños, lo cual nos orilló a sentarnos juntos en el recreo para hablar de juegos, televisión y demás cosas. Hasta que un día, hice algo que cambiaría el rumbo de mi vida por completo. Yo pude haber sido abogada, pero en vez de eso, pregunté...

.-¿Qué escuchas todo el tiempo en esa cosa?

De verdad creo que esa fue la pregunta que cambió absolutamente todo en mi vida. Desde mi relación con él, hasta lo que soy hoy en día.
Mauro siempre cargaba un Walkman que le había regalado su hermano, junto con algunos cassettes algo viejos que al parecer, había grabado hacía algún tiempo. Eran varias canciones, pero recuerdo toda la playlist. Esos eran los mejores 27 minutos por lado que habían en el mundo.
En el momento en el que pregunté, me respondió con una sonrisa un poco pícara...

.-¿Conoces a los Circle Jerks?

Y así, con los primeros 27 segundos de canción (porque los Circle Jerks tocaban punk, era lógico que sus canciones duraran muy poco, aunque yo no lo iba a entender, sino dentro de algunos años) me sentí horrorizada, agitada, mi corazón se había exaltado y quería quitarme los audífonos tan rápido como pudiera. Pero a la vez, quería escuchar más. Y eso hice.

Los recreos ya no sólo eran para hablar del capítulo del día anterior de Pokémon, ahora hablábamos también de el solo de guitarra en Cliffs of Dover y el bajo en Psycho Killer. Recuerdo que nuestra banda favorita para escuchar, era Nirvana. No sólo cuando teníamos 6 o 7 años, sino que ésto siguió hasta cumplir los 9 o 10 años.

Recién habían sacado el iPod, eran carísimos por ese tiempo, recuerdo haberle rogado mucho a mis padres en Navidad. Para ese entonces, estábamos en cuarto año de primaria, habíamos regresado de vacaciones de invierno. Ya ansiaba ver la cara de Mauro al ver mi nuevo iPod con más de 200 canciones. Pero todo se desvaneció cuando entré al salón.

Crónicas de un corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora