Quiero, quiero que tú sepas que estoy enamorada de tus ojos verdes que son como ensalada.
Al final resultó que el tipo aparentemente distraído que se había fijado en mí era primo de Sarah. Por alguna extraña razón que sigo sin entender, yo le gustaba. Obviamente no lo sabía desde un principio, pero después Jacobo me contó todo. Resulta que un día el muchacho en cuestión me había visto junto con Jacobo a la salida de la secundaria mientras esperaba a Sarah, y le parecí interesante, entonces se acercó a Jacobo para preguntarle quién era yo y qué me gustaba. Supongo que por eso tanta insistencia de su parte. Pero eso yo no lo sabía, sino hasta después.
Me llevó a un rincón con sillones poof en la casa, donde todo era más tranquilo, y milagrosamente había un estéreo caro (demasiado caro) donde se podía conectar un mp3 por medio de auxiliar. Me dijo que pusiera algo que me gustara, y no dude en hacerlo. Mientras sonaba Marriage de los Descendents, él comenzó a hablar..-Me llamo Saúl, soy primo de Sarah, no vivo lejos de aquí pero yo estudio la prepa.
Lo miré por unos segundos con cara de que no me importaba un pito quién fuera, pero luego me puse a pensar en que él me había salvado de seguir escuchando perreo intenso a todo lo que daba. Le dije que estaba muy bien que estudiara aún.
.-Yo me llamo Ademia, por cierto. Estudio con tu prima, tampoco vivo lejos de aquí, y me da curiosidad, ¿por qué me miras tan raro?
Se sonrojó y sonrió un poco, volteó para abajo y me dijo que le gustaba mucho ese álbum, que el Milo goes to college era su disco favorito de Descendents, porque reflejaba perfectamente la vida adolescente. Me comenzó a dar ternura, pues estaba intentando agradarme, y sólo había dos maneras de lograrlo: teniendo el mismo gusto musical, o muriéndote. Y alguien había hecho muy bien su tarea en cuanto a mi gusto musical. Luego me preguntó cosas básicas, como que tal me iba en la escuela, si me gustaba leer, qué me gustaba hacer, y luego vino el silencio semi-incómodo. Lo vi fijamente por unos instantes, hasta que él se percató de ello. En realidad, era muy lindo si lo veías bien. Tenía ojos verdes, cabello castaño, su piel era una clase de tono canela claro, que contrastaba mucho con sus ojos. Era alto, bastante, y tenía muchas pecas en la cara y demasiados lunares por los brazos. Ahí fue cuando por mi mente pasó una de esas ideas que desearías nunca haber tenido, ¿por qué alguien bien parecido y relativamente decente llevaría a una pseudo punketa mugrosa a un espacio íntimo? era obvio. Entonces se me ocurrió abrir mi estúpida boca.
.- Y... ¿a qué hora me vas a pedir que cojamos? Porque supongo que para eso me trajiste a un rincón de la casa tan solo, ¿no?
Eso sí es arruinar las cosas.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de un corazón roto.
Novela JuvenilSeguir pensando en él, ese es el pasatiempo favorito de Ademia. Y con "él" hablamos de cada persona que le rompe el corazón.