05 - Su secreto

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Prosiguiendo con una aventura, que la princesa ya había dado por finalizada debido a sus dificultades severamente económicas, la joven se hallaba sentada sobre el macizo suelo de madera de la caravana; la cual daba semejantes brincos, que sus glúteos ya no daban a más; pero lo peor, era el estado caótico de su estómago.

-Tsuki-onee-chan... - el pequeño magi, no le quitaba los ojos de encima a la desfallecida joven. No sabía si le preocupaban más sus muestras de un posible vómito, o la extrema palidez y exageración de gotas de sudor que recorrían su rostro.

Hurgando en sus recuerdos, la sufrida joven no hallo en ninguna de sus memorias un peor estado del que se hallaba ahora. Solo podía haber comido algún alimento en descomposición; porque si no, no hallaba respuesta justificada para sentirse de esa manera.

-Sí, será mejor detenernos un rato – sugirió una vez más uno de los hombres que les acompañaba, quien ya lo surgiría por tercera y finalmente le dieron oídos.

El carromato se detuvo lentamente y Aladdin bajo primero, ofreciéndole su mano a su amiga, pero debido a la importante diferencia de altura, la mano de la princesa acepto la otra mano que le era tendida por un hombre que rondaba su edad.

Ella no se dio cuenta, pero Aladdin se sintió verdaderamente ofensivo por aquella acción.

-¿Ya te encuentras mejor, Tsuki-onee-chan? – aunque la pregunta sugirió preocupación, el rostro ceñido del magi daba a entender otra razón.

-¿Sucede algo, Aladdin? – interrogo ella, después de haber ahogado su garganta de refrescante agua, del mismo joven que le había ofrecido su apoyo.

-Nada... - eso dijo, pero con unas malas pulgas y aferrando sus manos a sus pantalones babucha.

Inexperta acerca de ciertos sentimientos, esta vez, la princesa aparto su interrogante y esbozo una pequeña sonrisa. Después de un pequeño y merecido descanso, ya se sentía mejor. ¡Finalmente aquel mal estar la había dejado en paz!

-Oye, ¡Aladdin! – Se inclinó para estar a su altura, viéndole con sus orbes bañadas por los poderosos rayos del sol – Después, cuando estemos solos, quisiera revelarte un secreto – le susurro ahora al oído.

No necesitaba del surgimiento de más soles y lunas, los días fantásticos que había vivido a su lado, habían sido suficientes para probarle que la confianza que le transmitía el magi, era única en el mundo; y la que sin duda atesoraría cada día de su vida. Interminables días... A su lado, hasta ese, en el que su cuerpo perezca. Esa la única vida que deseaba; y que para su suerte, tenía entre sus manos.

-¡Oh, llegamos en el momento perfecto! – exclamo el chofer del carromato, viendo con complicidad y una grande sonrisa a los demás varones del carromato, quienes comprendieron el mensaje y comenzaron a gritar con la emoción dueña de sus ojos.

-¿Qué sucede? – interrogo la princesa inclinándose a la parte delantera del carromato.

Solo entonces, capto el jaleo, mezclado con una melodía llega de energía que provenía de la zona del pueblo donde se hallaban. La gente se movía con ajetreo por las calles, todas, al parecer dirigiéndose a la zona festiva.

Su corazón se tambaleo con la ansiedad de una menor, muerta por unirse al lugar que aseguraba emoción. Los compañeros del caro lo notaron con facilidad y se carcajearon con gusto, provocando rojez en las mejillas blanquecinas de la muchacha.

-¡Cielos! – se cruzó de brazos, hundiendo su rostro en la más profunda sombra que le proporcionaba el hueco entre ellos, y se dedicó a soltar quejas.

Magi • Alakou ~ Mi pequeño Aladdin [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora