02 - La decisión

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Eran pasadas las dos de la madrugada, cuando la princesa, oculta bajo vestimentas denigrantes que había tomado de una de sus empleadas, se paseaba por los pasillos de palacio, llevando bajo su prenda una pequeña bolsa, donde había puesto únicamente unas cuantas monedas de oro y una muda de la misma categoría. Caminaba con el mayor de los sigilos; incluso conteniendo la voz. Sabía, que aunque vistiera arrapos, cualquier sirviente o soldado podría delatar enseguida su nombre, por lo que se lo pensaba más de dos veces antes de abandonar la pared en la que se hallaba oculta y pasarse a la siguiente.

Fue avanzando con éxito, hasta ver visualizada la puerta de salida de palacio. Una sonrisa, se anticipó en sus labios, sintiendo una extraña alegría ensancharse en su corazón; después de diecisiete años...

-¡Tú! – Repentinamente, la muñeca de la soberana se vio apresada por la robusta de uno de los soldados, al que ella mal vio bajo la capucha que le servía como escudo a su identidad - ¿Qué haces a estas horas rondando por aquí?

-Yo... - controlo el temblor de su voz, tratando de mantener la calma. Si no la mantenía, aquella podía bien ser la primera y única vez en la que pudiera abandonar aquella prisión – He sido encomendada a ir en busca de fuerte calmante para la princesa Kougyoku, ya que se halla indispuesta y con una terrible dosis de jaquecas...

La mirada del hombre se agudizaba sobre la presencia de la princesa, quien hacía todo su esfuerzo en mantenerse inerte en su misma posición, procurando no alertar más las desconfianzas del soldado.

El corazón le latía estrepitosamente, ya anticipando el pensamiento de una represalia contra su nombre y de su persona más sumergida en la angosta soledad; si bien antes había conocido la indiferencia de sus hermanos, estaba segura que con aquella acción conocería por su parte las miradas de decepción; e incluso estaba segura, que su hermano Kouen Ren, el actual rey (después del fallecimiento de su padre) no se lo pensaría ni dos veces a buscarle un matrimonio de inmediato, solo para no tener que aguantar más sus estúpidas fugas de niña mimada.

-Va, ¡Ve! – Le grito el soldado, descolocando a la princesa del susto, percatándose solo entonces que ya había sido liberada – No querrás hacer esperar todo el día a la Octava princesa. Mira que esos monarcas mal pueden soportar cualquier dolor... No quiero que luego vengan represalias en mi contra, solo por haberte retenido unos minutos – movió las manos, echándola de allí.

La supuesta sirvienta, asintió en silencio y apresuro sus pasos solo para seguir la representación de una joven temiendo un castigo.

Cuando ultrapaso las puerta de palacio y puso sus pies en el comienzo del pueblo, Kougyoku Ren, conoció el significado de la verdadera alegría, así como la satisfacción de la liberad. Antes, le regañarían por emprender una correría, pero ahora sin sirvientes ni un asistente que pudiera atormentarle, emprendió la mayor de las correrías, sosteniendo con una de sus manos la capucha.

Aunque la felicidad no estaba garantida, así que la princesa se apresuró en abandonar el pueblo y lo hizo sobre un carromato junto a varios pueblerinos más.

Al abandonar el pueblo, fueron recibidos por un ambiente de escasa vegetación, así como de un calor insoportable, que tenían a una princesa agonizando bajo la insoportable capucha de la cual no podría desprenderse o todo el trabajo seria desechado en un abrir y cerrar de ojos.

Abanicando sus prendas, los orbes rosados de la joven, se enfocaron en una vistosa botellita con la que un niño saciaba, provocando que una gota de baba ansiosa sobresaliera de sus labios.

-¿Me permitiría un poco de agua, por favor? – interrogo a la madre del menor con una pequeña sonrisa.

-Esta agua es nuestra – le respondió con indiferencia, envolviendo a su hijo con protección y ojeando a la joven de mala manera.

Magi • Alakou ~ Mi pequeño Aladdin [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora