Magi • Alakou ~ Mi pequeño Aladdin [Completa]

07 - Apenas un deseo

Los magos caían ante la adversidad de los atacantes de Reim; quienes teniendo por delante su grupo de fanalis, iban derrotando mago tras otro. La primera barrera se destruyó y a continuación cayo la segunda. Los magos agachaban sus miradas sumidos en la rabia y la resignación, dando por perdido su país. Sin embargo, un gran conjunto de Rukh se hizo en el escenario, permitiendo a cualquier personaje visualizar su esplendor. Suspendido en el cielo, se hallaba Aladdin, rodeado de todo aquel poder. Aun con esto, los enemigos no bajaron su moral y decidieron seguir con su misión, pero fue el mismo Aladdin, signo de esperanza, quien utilizando gigantes de arena logro arrastrar a sus atacantes de nuevo hacia la costa, logrando no solo derribarlos sin provocar ningún herido, como también les dio tiempo a los suyos para que fueran recreadas las dos barreras perdidas.

Los magos sonrieron sintiendo la sensación de victoria, sin embargo, aun después de ese ataque, Muu Alexius, el líder del grupo de los fanalis no acepto rendirse y decidió proyectar todo el poder de su contenedor Djinn sobre las restablecidas barreras.

-¡Detente! – Aladdin apretó los parpados utilizando su cuerpo como un escudo para el país.

Un choque de instrumentos metálicos hizo un vago eco en el paraje. Todos alzaron sus miradas temerosas hasta la zona de choque; y al mismo tiempo se mostraron impactados, pero de entre todas aquellas miradas, la más cercana, la azulina del pequeño magi destacaba.

-¡No le harás nunca daño a Aladdin! – grito la princesa de Kou, anteponiendo su ceño con agresividad y sobreprotección.

Muu Alexius, había empleado todo su poder en aquel ataque desgastador, por lo que no tardo nada en perder su transformación Djinn y caer lentamente hasta que sus pies se posaron en el suelo. Sin embargo, no había sido la aparición de la princesa quien había detenido el peligroso ataque a mando del líder del grupo de fanalis, sino el otro choque de espadas que había habido con el portador de la espada Amon: Alibaba; dicha arma, poseía una capacidad que lograba cortar todo y con esto logro anular lo que no solo había logrado acabar con la vida del magi, como también con la ciudad de Magnostadt y con la vida de una arriesgada princesa, que se hallaba flotando a duras penas, saboreando el amargo sabor de la muerte, la cual había pasado bien cerca de su cabeza.

-¡Tsuki-onee-chan! – al magi se le había congelado la sangre, y a duras penas había logrado captar la imagen de su amigo; él estaba más preocupado en sostener las pálidas y heladas mano de su amiga, a quien débilmente se le fue apagando el brillo de sus ojos, hasta caer desfallecida en sus pequeños brazos.

El corazón del pequeño magi se encogió de la angustia y con desesperación comenzó a sacudir a su amiga, ansiando en ver una vez más el tenue color que residía en sus orbes. La princesa, exhausta por las represalias que había sufrido su corazón, aferro sus manos a los brazos del pequeño de trenza azul.

-Estoy bien... - hablo en un hilo de voz, haciendo uso de todo su esfuerzo para depositar sus ojos en las turbulentos del muchacho – Solo... Fue la impresión... - dejo que una sonrisa surgiera, logrando la paz en el corazón del contrario.

A continuación, Aladdin y Alibaba fueron citados a una conversación con Scheherazade, la magi del reino de Reim. La princesa permaneció junto a la orilla, observando las diminutas figuras que se hallaban alejadas de la costa sobre una pequeña barca. En ella, surgió una plática tan común e hilarante que dio a los cuatro tripulantes un pequeño oasis de paz. Después, Aladdin expuso una información turbulenta que había estado perturbando su corazón; una que abarcaba sobre su procedencia y un mundo que se había perdido en el pasado.

-¡Aladdin! – la princesa se apresuró en envolver a su querido amigo justo en el momento que este puso los pies en la costa.

Solo entonces, se percató con notable sorpresa de la diferencia de altura en la que respectaba hacía meses antes.