—No entiendo qué tiene que ver esto con los tigres —dijo Anne mientras estaban sentados alrededor de la mesa—. Y desde luego, no entiendo por qué el señor Tomlinson tiene que estar aquí para ofrecer teorías salvajes.
—Madre... —Harry frunció el ceño. Sabía que sería grosera, pero no había esperado que lo avergonzara. Se encontró con los ojos de Louis, éste le sonrió y le guiñó un ojo.
—Madre, deberías haber venido con nosotros hoy —dijo Annie—. El santuario es hermoso. Y Louis y Harry eran como agentes del FBI de verdad, mostrando sus placas y haciendo preguntas.
—Somos agentes del FBI de verdad —le dijo Harry con una sonrisa.
—Dices patata...sip
Harry puso los ojos en blanco.
—Entonces, dos de sus tigres han desaparecido —dijo Harrison mientras cortaba su carne—. Y crees que lo que vi fue a alguien robándolos.
—Sí, señor —dijeron Louis y Harry al unísono.
—Eh.
—Ridículo –siseó Anne.
Harry se encontró con los ojos de Louis por encima de la mesa. Era una teoría extraña, pero entraba dentro del reino de la posibilidad. Los animales exóticos eran un gran comercio.
Louis asintió y le dirigió otra sonrisa. Parecía haber percibido que Harry estaba incómodo y avergonzado, y seguía tratando de tranquilizarlo. Sostuvo la mirada de Harry durante algunos segundos, y luego miró hacia su propio plato. El corte de carne que le habían dado era de por lo menos seiscientos gramos. Llenaba casi todo su plato.
Louis lo apuntó con el cuchillo.
—Vosotros, los texanos, os tomáis la carne muy en serio, ¿no?
Todo el mundo en la mesa dejó de comer para mirarlo. Louis miró a su alrededor y se aclaró la garganta, sonriendo con esa media sonrisa tímida que hacía que Harry quisiera hacerle cosas indecorosas.
Louis pinchó la carne con el cuchillo.
—¿Acaso esto tiene un nombre, o...?
—Louis, cállate y come tu carne —dijo Harry con una sonrisa.
Louis asintió y se puso a ello. Después de su estallido inicial de esfuerzo conversacional, comieron en silencio. No fue como una de las cenas confortables de Virginia Occidental.
Cuando la mayoría de los platos estaban vacíos, Mark dejó el tenedor y preguntó:
—Entonces, ¿qué hacemos?
—¿Sobre qué? —preguntó Harry con la boca llena de comida.
—Sobre lo del gato. ¿Cómo lo manejamos?
—Bueno, podríamos llevarlo a las autoridades locales. —Louis sacudió la cabeza, por lo que Harry añadió—, pero probablemente se reirían de nosotros en este punto.
—Necesitamos más —estuvo de acuerdo Louis—. Me gustaría ir al lugar y echar un vistazo, ver si podemos conseguir algo sólido. Comprobar el terreno de las entradas de las cuevas.
Harry asintió.
—¿Qué tienen que ver las entradas a las cuevas con los tigres? —Preguntó Mark.
—Ni una maldita cosa.
Mark levantó una ceja a Louis.
—Reuniremos a los chicos e iremos allí mañana —dijo Harrison.