La camarera se acercó a su mesa en medio de una discusión.
—¿Queréis un poco más té helado?
Harry Styles apartó la mirada de su compañero que despotricaba y le sonrió.
—Gracias. —Deslizó el vaso a través de la pequeña mesa del bar para que pudiera llenarlo con la jarra que tenía en la mano.
—No hay problema, Harry. ¿Más alitas?
—Sí, pero sólo las medianas esta vez. No tengo tanto calor para el tipo barbacoa de miel.
—Un juego de palabras pésimo —murmuró Louis Tomlinson desde el otro lado de la mesa.
—Cállate.
La camarera se rio. Dejó una pinta delante de Louis y él la señaló con su tallo de apio.
—¿Bateador titular o suplente?
—Paso —respondió ella antes de alejarse.
—¡No! –gritó Louis, y Harry rio, el sonido casi perdido en medio de la juerga de mitad de la semana. Louis le fulminó, hundió al apio en un vaso de plástico con salsa y luego apuntó a Harry con él, lanzando gotas al aire—. ¿Sabes lo que deberíamos hacer este fin de semana? —Preguntó al parecer sin darse cuenta de que había rociado a Harry con la salsa.
Harry cogió una servilleta y se limpió la salpicadura de la camisa. Estas salidas semanales eran la única vez que Louis bebía delante de él, y parecía compensar las cervezas perdidas en ellas. A Harry no le importaba. Después de unos meses de visitas regulares nocturnas los miércoles para ver el béisbol en el bar local, estaba acostumbrado a las payasadas semi-borrachas de Louis. Tenía que admitir, que disfrutaba cuando Louis estaba borracho. Y mientras Louis se pegara a la cerveza o al vino, y Harry continuara sus reuniones de AA, ni siquiera luchaba contra los antojos.
—¿Era una pregunta retórica?
—No. Tenemos que ir a conseguirme otro tatuaje.
A Harry le encantaba ver la mente de Louis en funcionamiento. A primera vista, parecía no haber razón para ello, pero una vez que empezó a prestar atención, pudo ver las pistas tras los pensamientos de Louis. A veces Louis se saltaba una pista y le sorprendía, sin embargo. Como ahora. Louis nunca había mencionado que quisiera otro tatuaje, nunca le había visto admirando el arte corporal de otro. La única razón por la que Louis tenía el bulldog en su brazo era porque significaba algo querido para él.
Harry le miró un largo momento, fascinado por su amante como siempre. ¿Qué veía la gente cuando los miraban a los dos aquí sentados en el bar? ¿Dos amigos, viendo el partido, pasando el rato? Tal vez se sentaban un poco más juntos de lo que algunos tipos harían, tal vez sus hombros se rozaban más de lo que los amigos harían. Tal vez la gente veía a dos hombres enamorados. Harry odiaba vivir con miedo de lo que otras personas podrían ver, pero hasta que él o Louis se retiraran, era su vida.
Harry miró el bulldog en el brazo de Louis y levantó una ceja.
—¿Qué te harías?
Louis bebió lo que quedaba de su cerveza, y luego dejó el vaso con fuerza, haciendo resonar la inestable mesa de bar. Se encontró con los ojos de Harry.
—El partido de béisbol ha terminado. He arrollado por el lento. Vamos a casa y busquemos problemas.
Harry tragó con fuerza cuando el ronroneo de Louis golpeó un acorde muy dentro de él que sólo Louis había estado capaz de alcanzar alguna vez. Sacó su billetera, buscó algo de dinero y arrojó unos billetes sobre la mesa.
