Capítulo 3: Mal entendido

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Amara y Emir paseaban por el iluminado lugar, comiendo helado mientras ríen a carcajadas, habían subido a una atracción que le produjo nauseas a Emir y como resultado expulsó todo lo que alguna vez había comido en su vida.

Amara se dio cuenta de que ya era tarde, mañana sería sábado, pero igual tenía que despertar temprano para ayudar a su madre con los quehaceres diarios. Le pidió a Emir que la llevara a casa, había sido suficiente.

***

Cuando iban llegando al vecindario de Amara, se podían ver luces rojas y azules. Fuera de la casa de la chica, había un auto de policías, detrás del auto rojo de su padre.

Emir apagó el auto y miró intrigado a Amara, quien a su vez, mostraba signos de preocupación. ¿Qué hacía la policía en su casa? ¿Le había pasado algo malo a sus padres o peor, a su hermana? Bajó del auto y Emir también lo hizo, ambos se acercaron a la puerta, donde su madre llorando, hablaba con los agentes.

— ¿Mamá? — Preguntó con cautela Amara.

Los presentes giraron su rostro hacia ella, su madre se acercó corriendo a abrazarla y preguntarle dónde había estado todo ese tiempo. Amara no sabía que responder, estaba asustada. La policía estaba ahí por ella.

Emir fue consciente en ese momento de que había metido en graves problemas a Amara, sus padres habían llamado a la policía pensando lo peor.

— ¡Eric, Samanta! — La madre de Amara gritó a dentro de la casa — ¡Amara está aquí!

— ¡¿Dónde diablos estabas niña?! Nos tenías preocupados. — Su padre salió y de inmediato se dio cuenta de la presencia de Emir. — ¿Quién es ese? — Señaló a Emir.

Amara estaba aturdida, había preocupado a sus padres y no sabía qué hacer o qué decir.

— Eh, eh... — Balbuceaba

— Soy Emir Harrison, señores Donovan. Amigo de su hija.

Despidieron a la policía y se disculparon por el mal entendido, al parecer su hermana se había dado cuenta de que ella no estaba porque despertó gracias a su teléfono y no la vio en su cama, los padres de Amara la hicieron pasar a ella y a su amigo.

— ¿Dónde estaban? ¿Qué hacían? ¿Quién es él? ¿De dónde lo conoces? ¿Por qué estabas con él? ¿Quiénes son sus padres? — Fueron algunas de las muchas preguntas. Ella no podía hacer que sus padres se preocuparan de esa forma. Emir estaba avergonzado por hacer pasar esto a su amiga.

Por fin, a las 2 de la mañana Emir salió de la casa de Amara, luego de responder a todas las preguntas de los señores Donovan. Estaba bastante preocupado, pero tenía que esperar hasta el lunes, habían castigado a Amara y no podía usar el celular.

***

El lunes por la mañana estaba a primera hora esperando a Amara en la puerta principal, quería saber cómo estaba y qué más había pasado. Cuando ella llegó, ni siquiera le dirigió la mirada, pasó de largo. Pasó de él.

Él, con preocupación en todas sus venas, corrió hacía ella.

— ¿Amara? — Ella seguía caminando sin prestar atención — ¡Amara! ¡Amara! — Gritó hasta que ella se giró en sus pies y le dio la cara.

— ¿Qué necesitas, Emir?

— ¿Qué te pasó? Tus padres estaban muy molestos, ¿qué más sucedió cuando me fui? — Ella tenía los ojos muy hinchados de tanto llorar, al verla así, tan vulnerable, Emir se sintió mal.

— No quiero hablar de eso y te agradezco que no me busques más. Dejamos de ser amigos desde ese día.

— ¿Es en serio? — Emir estaba confundido, solo fue una reprimenda, no era para tanto.

Pero Amara no respondió porque se había dirigido a su salón para recibir sus clases, le dolía dejar de hablarle a Emir, pero no podía hacer más nada o las cosas empeorarían en casa.

***

Emir se sentía extraño, todo el día sintió un vacío en el estómago, un vacío que dolía físicamente y se pronunciaba cada vez que veía a Amara pasar frente a él sin decirle una palabra, había perdido a su amiga de cabellos color fuego. Pero sabía qué hacer para recuperarla; al finalizar la primera etapa de clases Emir se había ido al laboratorio de química y esperaba que Amara pasara por ahí, sabía que ella pasaba por ese lugar a esa hora para dirigirse a la cafetería. Cuando vio que estaba cerca, la agarro de un brazo y la metió allí dentro, cerrando la puerta con seguro.

Amara soltó un chillido, no de sorpresa: de dolor, al mismo tiempo que se apartaba de Emir y subía la manga del jersey que llevaba puesto. Al descubrir su piel, no estaba blanca como siempre, estaba purpurea y roja. Tenía un golpe que lucía bastante serio. El rostro de Emir se desencajo al verlo.

— ¿Qué diablos te pasó? ¿Eso... eso lo hicieron tus padres? — Ella no respondía, solo lo miraba con lágrimas en los ojos al verse descubierta — Tomate, responde.

— ¿Qué quieres que diga? Ya sabes la respuesta, sí, mi padre lo hizo. Fue tu culpa, tú me sacaste de mi casa, no tenías derecho de ir allá. ¡Es por eso que nunca te dije dónde vivía! Pero debí suponer que harías algo así ¡Seguirme! ¿Qué estás loco acaso?

La presión, el vacío en el estómago de Emir se intensifico y quiso llorar en ese momento. Sabía que si hablaba se quebraría así que decidió no hablar y dejó caer una hoja de papel que llevaba en la mano. Abrió la puerta y se marchó. Amara lloró, aún le quedaban lagrimas incluso después de haber llorado un mar todos estos días, pero el agua salada salía de sus ojos a borbotones y no podía parar. Se acercó a la hoja de papel que tenía hasta hace unos momentos Emir y comenzó a leer.

''Cabeza de tomate, lamento haberla fastidiado con tus padres, sé que te gusta la poesía y quería demostrarte que puedo hacer unas cuantas rimas y aunque no sean tan bonitas como las que lees, te quiero tomatita.

E.H''

El llanto se intensifico y Amara sentía que podía ahogarse entre tanta agua.


Jugada del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora