II. Tarjeta

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-Estarás bien. Sólo relajate.

Louis asintió mientras era empujado por Clevon hasta la fila de personas que querían estar frente a este cazatalentos. Louis tenía sus partituras, tenía a su amigo para apoyarlo y a la familia de Clevon en el público para animarle. Sólo tenía que tener confianza, todo iba a salir bien, todo estaba bien.

Pero.

Había.

Tanta.

Gente.

Louis se quedó paralizado cuando estuvo al frente de la multitud, el gran cazatalentos americano, Roderick Simpson. Era un hombre fuerte, brusco y sin sentimiento, pero realmente bueno en gustos. Tenía un sentido del humor negro y era muy irónico. Tenía un bigote tan perfectamente peinado y brillante que nadie nunca ponía apartar la vista de esa cosa.

-¿Y bien? Mi tiempo no es gratis, muchacho.

-Oh, ahm... claro que no, señor Simpson.

-Tu primer apellido y lo que vas a hacer. Rápido.

-Rêve. Y tocaré el piano.

-Bien.

Roderick Simpson le hizo una señal a uno de sus hombres y él trajo un piano con asiento para Louis. Él se sentó, miró las teclas y puso sus partituras en su sitio. Escuchó a Clevon y su familia gritale con gozo y apoyo. Hasta Tatiana dejó su celular de lado para prestarle atención. Empezó con Auld Lang Syne le encantó la melodía cuando la escuchó por primera vez. Era algo tan mágico. Le costó casi tres meses aprenderla por completo.

Empezó con las primeras teclas. No podía ver al hombre porque quería tener toda la concentración en su melodía y teclas. Imaginaba que estaba en su estudio con su maestro y su linda asistente de cabello horrorosamente rojo. Pero escuchaba los aplausos y gritos del público. Estaba tan feliz. Así iba a ser su futuro.

Una tecla mal. Cometió un error y se quedó helado. No era G mayor. ¿Por qué lo hizo? El error que había cometido por semanas otra vez lo golpeó. Sólo tenía un minuto de cinco que eran. Lo arruinó todo. Echó su futuro a la basura igual que lo hicieron sus padres con él.

-Joven Rêve...

-Señor Simpson, por favor déjeme hacerlo de nuevo. Fue sólo un pequeño error. Le prometo que no volverá a pasar. Por favor. Sólo estoy un poco nervioso. Le aseguro que la próxima será mejor...

-Señor Rêve.- habló firme. -¿Quiere una segunda oportunidad?

-Sí, señor.

-De acuerdo. Empecemos desde el comienzo.

-¡Oh, gracias!

-Entonces... ¿por qué no empieza y sale? ¡Sólo que esta vez no vuelves a poner ni un solo pie en mi escenario!

-¿Q-qué?...

-¡Estuve tres horas sentado aquí esperando ver algo bueno! ¡Y sólo veo gente ridícula y estúpida! ¡Y usted, muchacho, me ha enseñado que aquí no hay NADA bueno! ¡Las audiciones se cancelan! ¡Este joven me ha demostrado que el éxito NO está en este lugar!- sin más, el hombre de bigote se levantó, dio media vuelta y se fue con su equipo.

Louis fue levantado del asiento de piano. Se quedó mirando el suelo, con sus hojas en la mano y las demás personas abucheando a su alrededor.

Había fracasado. Su oportunidad se fue. La esperanza de cumplir su sueño se desvaneció. Todo por un solo... un pequeño error... Ahora todos se iban a reír de él, todos se están riendo de él. Sus papás se van a burlar tanto. Jamás van a dejarlo en paz con eso. Nunca van a olvidar este momento, Louis jamás va a olvidar esto. Es tan vergonzoso. Tan humillante. ¿Cómo iba a hacer para que lo tomaran en serio ahora?

-Louis...- sintió una mano sobre su hombro. -¿Estás bien? Ese hombre es un idiota. Eres el mejor pianista que ese imbécil jamás vuelva a escuchar en su vida. Vas a ver que se arrepentirá mucho cuando te vea en América, en este lugar... ¡Broadway!, en la televisión, radios y todas esas cosas. No sabe reconocer el talento.

Louis rió. -Gracias, hermano. Eres asombroso.

-Es sólo la verdad. Eres muy bueno.

-Amigo, ¿crees que pueda quedarme otra noche con ustedes?

-Has pasado casi dos semanas con nosotros, ya eres parte de la familia.

Sonrieron y bajaron del escenario. Caminando hacia la familia Bailey, la próxima parada era la panadería, donde el papá de Clevon le tenía preparado unos deliciosos bollos con salsa de fresa.

-¿Crees que algún día puedas enseñarme a tocar algo? Ya sabes que a las chicas les gustan los músicos, y no quiero que te las lleves a todas.

-¡Claro!- rió -Pensé que te parecía aburrido, por eso nunca te ofrecí nada.

-¡Nah! Es genial. Hay una canciones que es realmente genial. Es algo, no sé, me gusta mucho.

-Te enseño todas las canciones que quieras, si me enseñas a hacer ese pan de piña tan delicioso que tienen en el mostrados. O en serio juro que me escabulliré en la noche y lo robaré.

-Tenemos un trato.- ambos rieron.

-Gracias...

-¡Joven Rêve!

Louis y Clevon levantaron la vista a un hombre de cabello rubio, con algunas canas en él. Tenía intensos ojos verdes y un traje tan fino como la realeza.

-¿Sí?

-Me llamo Argent, Derek Argent. Quiero decirle que lo que usted tocó hace un momento fue hermoso, algo básico, pero hermoso. Bastante seco y torpe. Le hace falta práctica. Veo que sus padres le han dado una buena educación en piano, pero no es suficiente. Usted necesita más si desea convertirse en alguien espectacular en la música. Yo mismo le enseñaré todo lo que tiene que saber sobre el mágico y misterioso mundo del piano y la música que en ella se esconde.

-Uhm... wow... Señor...

-Argent.

-Señor Argent, le agradezco mucho su generosa... observación y... oferta. Pero no le conozco y aunque lo hiciera, no tengo dinero para pagarle por su tiempo.

-El dinero nunca me importó. Veo un gran futuro en sus ojos marrones, Joven Rêve. Mas mi trabajo no es pagado con dinero, no me malinterprete, Joven, no es una locura. Como le he dicho, el dinero no necesario, de hecho, yo le pagaría a usted. Dígame, ¿le gustan los niños?

-¿Niños? ¿Es algún tipo de broma...?

-Si cambia de opinión, le dejo mi tarjeta.- entregó el objeto, hizo un ademán y se fue.

-¿Qué fue eso?

-Amigo, no tengo idea.

KISS THE RAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora