DÍA 2: HERMANO MENOR.

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DIA 2:

HERMANO MENOR.

El invierno en el desierto no distaba mucho de su abrazador verano.

La única diferencia, era que el calor del sol duraba menos al día, y el viento se volvía más hostil de lo que ya estaban acostumbrados sus habitantes.

Pero, dentro de Sunagakure, al estar protegida dentro de un colosal cráter de arena petrificada al grado de ser más dura que la mayoría de las rocas, el ambiente era un poco más acogedor.

Temari, la hermana mayor de los tres hermanos, hijos del 4to Kazekage y actual princesa de su minúsculo clan, que por sucesión sanguínea habían liderados esas tierras por generaciones, se encontraba recorriendo la sección de dulces, de un pequeño comercio, de forma relajada, como si fuese otra simple aldeana más.

El hacer alardes de su linaje, y creerse una noble, no era propia de ella, no, de hecho, no era propio de toda su familia. Ya que vestían y vivían de lo más formal.

Aprovechaba su día libre para abastecerse de los dulces que tanto le gustaban. Y para regalar un par de ellos a sus menores.

― Perfecto, hoy si pude encontrarlos ―murmuró para sí, mientras agarraba unas dos cajas completas de caramelos, mezcla de turrón, castañas y maní, envueltos en almíbar extra dulce―. Con esto tendré hasta la próxima vez...

Con su canasto de compras acomodado en un brazo, se dirigió a la fila, para pagar en la caja registradora.

Para desfortuna suya, se topó con una persona que le desagradaba en demasía, y como si no fuese peor, esta se encontraba un puesto delante.

Se le cruzó la idea de cambiar de fila, pero eso sería reconocer que todo esto la superaba y ya había muchas personas detrás de ella.

― Vaya, por poco pensé que me esquivarías, rubia salvaje ―emitió el personaje que se encontraba delante suyo, quien se encontraba acompañada―. ¿Hoy haces de la chica de los mandados? ―remató diciendo a modo de provocación.

― No tengo por qué darte explicaciones de mi vida, parca blanca, deja de mirarme ―le respondió esta, controlando las imperiosas ganas que tenia de brincar sobre esta, para propinarle una golpiza.

Pero no lo haría, le había prometido a Gaara, en un pasado no muy lejano, que evitaría las grescas con tal personaje, por el bien de ambos clanes.

Y cumpliría con su palabra, aunque esto la carcomiese por dentro. En fin, algún día se desquitaría todo el rencor con esta, de algún modo, en el que su promesa no se viese afectada.

Pero eso no sería hoy, sin duda.

― ¿Eh? ¿Temari-san? Que grato volver a verla, ha pasado tiempo ― emitió el tercer personaje en escena, el acompañante de la Jefa médico. Con una alegría sincera en su rostro y con un tono de respeto.

― Ah, lo mismo digo Draco... sama ―emitió Temari con ligero repelo en su voz.

Draco era el hermano menor de su mayor enemiga, y el actual líder del clan Taiyō. Si bien era solo un niño que rondaba los trece años y lo conoció siendo un mimado, ahora se veía mucho más educado e incluso maduro. Aun así, ese infante no era santo de su devoción y aunque no tenía motivo para odiarlo, le caía ligeramente mal.

Pudo escuchar los murmullos de los aldeanos de su alrededor, sorprendidos a que tan destacados nobles se encontrasen entre ellos.

― Oh, no sabía que usted también tenía apego a los dulces ―prosiguió hablando de forma gentil Draco, mientras sin vergüenza husmeaba el contenido de su canasta y metía mano, para sacar una caja de los dulces con castaña y maní―. Onee-chan ¿Por qué tu nunca me has comprado de estos dulces?

ESTO NO ES UNA CRÓNICA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora