Epílogo.

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Hannibal suspiró de alivio, dejando las maletas en el suelo. Miró alrededor, algo satisfecho por haber vuelto después de... ¿1 año? ¿3 años? No le importaba en absoluto, en ese momento solo deseaba ver a alguien.

Necesitaba descansar, no, lo exigía. Vaya que criar a su hermano no fue tarea sencilla, no recordaba que él hubiese sido todo un rebelde en su adolescencia.

— ¡Hannibal! —escuchó gritar a lo lejos.

El mencionado miró a todos lados, algo confundido. Al no ver a nadie conocido, alzó los hombros, hasta que sintió como lo abrazaron con fuerza.

— ¡Te extrañe mucho! —exclamó Nancy, comenzando a llorar.

El albino se quedó en silencio por unos segundos, ¿Ella era su Nancy? Esperaba reencontrarse con aquella adolescente de 15 años, con el cabello alborotado y escuchando música de sus bandas favoritas. En vez de eso, obtuvo a una adulta. Eso lo hizo pensar en cuantos años estuvo fuera.

Sin perder tiempo, la rodeó con sus brazos, aturdiéndose un poco al sentir la cintura y cadera de la chica. Se mareó de pronto al imaginarse cuantos chicos no habrán visto de forma indecente a su novia.

— ¡Nancy! —dijo al fin, besándole todo el rostro. — ¡Maldita sea, haz crecido demasiado! —la abrazo con fuerza.

—Tu igual. —afirmó, poniéndose de puntillas, para alcanzar a darle un beso. — ¿Dónde está Murdoc?

—Esta justo aquí... —miró detrás de él. — ¡Mierda! —dijo, al no divisar al azabache. — ¡Murdoc!

— ¡Mudzy! —exclamó Stone.

Hannibal se frotó el rostro con desesperación. Cuando lo encontrara, lo golpearía sin duda.

Ambos divisaron al azabache, el cual, discutía con un empleado del aeropuerto. Sin pensarlo dos veces, se acercaron a él.

— ¿Pasa algo? —cuestionó su hermano.

— ¡Perdieron mi bajo! —dijo molesto.

—Ya compraras otro, vámonos.

— ¡No quiero otro bajo! El Diablo, es el mejor bajo que puedo tener.

—No actúes como niño pequeño, solo vámonos.

Murdoc abrió la boca, dispuesto a decir algo, hasta que se percató de la presencia femenina. Le costó unos segundos asimilar de quien se trataba.

— ¡Nancy! —la abrazó. — ¡No te reconocí!

—Yo tampoco te reconocí. —afirmó, mirándolo. —Oww, Mudzy, ¿Cuántos años tienes ya?

—Dieciocho.

— ¡Ah! La última vez que te vi, tenías doce... —tomo a ambos de la mano y comenzó a caminar. — ¡Bueno! Ya que volvieron, necesito contarles que ha pasado por acá. Los llevaré a que dejen su equipaje a casa, luego de eso... —Murdoc dejó de escucharla en ese instante.

Miró alrededor, buscando a una sola persona. No pedía mucho, solo ansiaba poder ver a un chico de cabello azul, pero eso no sucedió.

El camino hacia su viejo hogar, le pareció corto, ya que la forma en la que Nancy conducía, provocaba que su hermano mayor se aferrara al asiento con fuerza.

— ¡Nancy, vas a arrollar a alguien!

— ¡Pfff, por dios! He conducido de esta forma desde que tengo memoria.

Murdoc y Nancy rieron cuando se percataron que Hannibal había comenzado a rezar rápidamente.

—Nancy. —dijo el azabache. —... ¿Y Stuart?

—Ah... —suspiró. —Debo serte sincera...no lo sé.

— ¿¡Qué!?

—Cuando te fuiste, se puso muy mal. No volví a verlo salir de la escuela. —alzó los hombros.

— ¿¡No fuiste a visitarlo o algo así!? ¡Confíe en ti!

— ¡Oye! Existe un roba tiempo llamado Universidad, ¿Sabes? Estuve ocupada, pero hice mi esfuerzo. —afirmó. —Stuart Pot es como un fantasma, aparece y desaparece así. —chasqueó los dedos. —Lo último que supe, hace ya algunos meses, es que sigue vivo.

Murdoc se cruzó de brazos, aguantando las ganas de insultarla hasta el cansancio.

El albino suspiró algo incómodo, pensando en que debía decir.

—Además, si no se hubiese mudado, te aseguro que si lo visitaría.

—Nancy. —dijo su novio.

— ¿Hm?

—Empeoras las cosas...

—Lo siento...

El satánico suspiró con pesar, si antes tenía 1 oportunidad de ver a Stuart, ahora tenía 0.

...

Si bien, había cometido actos ilegales antes, sin tener alguna repercusión, podía hacerlo una vez más.

Murdoc nunca pensó que hacerse pasar por un familiar lejano fuera así de sencillo. Si no se equivocaba, Stuart estaría cursando la preparatoria y, durante días, comenzó a visitar cada preparatoria, preguntando por un estudiante: Stuart Pot, fracasando.

Había 3 opciones:
1. Stuart había cambiado su nombre.
2. No estudiaba.
3. Estaba en la última preparatoria que no había visitado aún.

Descartó la segunda opción al instante, los padres del peli-azul no lo hubiesen permitido.

Esperó con paciencia, mirando a todos salir. Ahora que lo pensaba, ¿Qué haría cuando lo viera de nuevo? ¿Golpearlo por desaparecer? Ó ¿Besarlo por aparecer?

Murdoc divisó aquel cabello color azul. Deseando que no fuese una broma (o alguien más), se acercó.

“Contrólate, maldita sea. Ya te pareces a Hannibal cuando...ah no lo sé”, pensó.

Se detuvo al ver como su peli-azul era abrazado por otro chico. Bufó y se dio media vuelta, regresando sobre sus pasos.

Por otro lado, Stuart apartó a su mejor amigo, riendo. Había ganado cierta "popularidad" cuando todos se enteraron que el tono de su cabello era natural. Stuart no gozaba de ser el centro de atención de un grupo de personas, pero trataba de ignorarlo.

El chico que, ahora, contaba con quince años de edad, pudo distinguir aquel azabache. Pudo haber sido cualquier persona, pero él no conocía a alguien más con una inusual piel color verde.

Empujó a todos los que se encontraban en su camino, ya se disculparía después.

— ¡Murdoc! —exclamó, provocando que el contrario se volviera a verlo. Comenzó a llorar sin poder evitarlo y se lanzó a abrazarlo, ocultando su rostro en su cuello. —Volviste...

El mencionado suspiró, luego discutiría sobre aquel otro chico. Le correspondió al abrazo con fuerza.

A Stuart no le agradaba ser el centro de atención, pero en ese momento, justo cuando unió sus labios con los del contrario, deseó que todos los vieran y no sólo por capricho, sino para que se dieran cuenta, que nadie pudo separarlo de Murdoc.

Innocent Love.『2Doc/TERMINADA』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora