Capítulo III. Otra preocupación

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Llegó la tarde.

Bakugō nunca llegaba a comer. Su hora de salida era a las seis de la tarde, por lo que prefería tomarse el horario corrido. El peli verde tenía bien calculada la hora en la que debía llegar a casa; conociéndolo, Bakugō salía exactamente a las seis, ya que odiaba trabajar de más, en lo que caminaba a la estación de tren y llegaba a casa le tomaría unos treinta minutos, quiere decir que llegaría a casa a las seis con treinta, a las siete, a lo mucho. Trabajan en la misma empresa pero los horarios varían.

Pero era raro que llegara a esa hora. Siempre eran dos, tres, cuatro o más horas de retraso. Y nunca era para bien.

Sin muchas ganas, Izuku calentó un poco de comida y se alimentó. Había terminado de lavar y de limpiar, estaba exhausto.

Lavó los platos y decidió tomar un ducha para sentarse a esperar la llegada de su novio.

Llenó la tina de agua caliente y desnudó su cuerpo.
Su físico no era malo, su piel blanca y las pecas adornándola le daba un toque inigualable, tierno y sexy. Lo único malo eran las marcas oscuras esparcidas por doquier. El toque del agua era agradable para su cuerpo, pero no en las heridas levemente abiertas que tenía.

Al tener todo su cuerpo en el interior de la bañera, acomodó su cuello en el borde esta y una vez más, esos recuerdos de noches pasadas invadían su mente.
Katsuki había cambiado tanto. No era el chico posesivo pero cálido que le había cautivado, porque él siempre trató bien al pecoso. Lo besaba siempre que tenía oportunidad, le abrazaba, le consentía y complacía.

Después todo sólo se esfumó.

Abrió los ojos y el dolor de cabeza había regresado. Era infernal.
Decidió salir de la ducha, se terminó de limpiar, se colocó su bata y salió. Lo primero que hizo fue correr al cuarto a buscar los analgésicos que le ayudarían a calmar ese malestar. Tomó una píldora y suspiró. No bastaba, el dolor aún no se iba.
Una vez más abrió el frasco y tomó las pastillas que le parecieron suficientes. Una tras otra.
Cuando se dio cuenta, ya no quedaban más.

Maldición, ya no hayー se quejó. Tomó su celular, lo desbloqueó y se dirigió al buzón de mensajes.

Destinatario: Kacchan

Texto: De camino, pasa a la farmacia y compra más pastillas, por favor, ya se acabaron.


Espero que no se demoreー Se llevó una mano a la cabeza y se recostó en la cama. Aún estaba en toalla pero el cuerpo le pesaba y no quería moverse. Sólo quería descansar.

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Sonó el timbre.

Sin haberse dado cuenta, Midoriya se había quedado dormido completamente desnudo en la cama. Entre sueños escuchó el timbre pero lo ignoró. Sabía que no era Katsuki, él tenía llave. Se volteó y trató de conciliar el sueño una vez más.

Sonó el timbre.

Tchー sin ganas se levantó por fin. Buscó una camiseta de quién sabe qué cajón y unos pantalones.

Vuelve a sonar el timbre.

Ya voy...respondió pero no fue escuchado, apenas si abrió los labios.

El cuerpo aún le pesaba y no tenía idea de quién estaba tocando el timbre. Esperaba que por lo menos valiera la pena.

Se acercó a la puerta y colocó su mano en la llave que ya estaba clavada en la cerradura, le dio vuelta y supo de quiénes se trataban.

ーEjirō, Shōto... ¿Qué hacen aquí?

Venimos a verte, faltaste hoy al trabajo y haz faltado seguido, veníamos asegurarnos que estuvieras bien. ¿Podemos pasar?respondió Ejirō

Izuku dudó. Volteó a ver al reloj de pared que se encontraba a un lado de la puerta.

Las seis cincuenta.

Katsuki llegaría pronto. Sólo le está tomando unos minutos, seguramente por las pastillas que le pidió que comprara, sí, eso debe ser. No tiene nada de malo si estos sólo pasaban un momento y después se iban, después de todo, era por su culpa por la que estaban ahí.

¿Podemos? repitió el pelirrojo.

Claro, por qué no. terminó de quitar la seguridad de la puerta y la abrió por completo, permitiéndole el paso a sus compañeros.
Encendió la luz del oscuro recibidor, lo que permitió una mejor vista a la visita-Tomen asiento.

ー¿Qué te pasó en el rostro?preguntó Shōto directamente, después de percatarse del moretón que tenía en una de sus cuencasー

Izuku se paralizó. Lo había olvidado por completo.

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