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Epílogo

Extrañas su fragancia, la que inundaba tus fosas nasales y enloquecía tus sentidos, te hacía volar.
Tocaron el cielo muchas veces, creyendo que este no tendría fin, siguieron lastimándose con cada paso que daban, hasta el punto en el que sus deseos bloqueaban su razón.
Fue ahí donde se dieron cuenta que todo estaba mal, cuando ya habían llegado al borde de todo, un paso en falso y caerían.

No me hubiese molestado caer junto a él.

Pero no, sólo caíste tú.

Caíste solo mientras veías cómo se alejaba de la orilla, sus pasos eran seguros y firmes, había encontrado su camino y este no terminaba contigo a su lado.

Los "te amo" que a duras penas podías decir al terminar, quizá nunca fueron mentira, él se fue teniéndolo muy en claro.

Tú realmente lo amaste.

Amaste sus lágrimas, sus jadeos, sus suspiros.

Amabas que se deshiciera en tus manos. Que se reduciera a nada ante tu pequeño tacto, pero al mismo tiempo era todo.

Mi todo.

Nunca imaginaste que su presencia desaparecería.
Nunca habías deseado no abrir los ojos una mañana.
Una mañana en la que había desaparecido, junto con todo lo que te mantenía lo suficientemente cuerdo aún.

Dejó que te hundieras solo.

Ahora te revuelcas en tu miseria y desesperación por no encontrarlo.
Desapareció en un parpadeo.
No pensaste que tu búsqueda te sumergiría en un letargo al no encontrar respuesta.

Al parecer nadie sabía de él, creíste que realmente se había desintegrado en el aire.

O tal vez, todos lo sabían.

Pero no querían decirte.

Y ya no sabes qué hacer.

Enloquecerás si no lo encuentras.

Dejaré todo por él.
Pero que vuelva.
.
Vuelve

Tu espera se hace larga, aquel día no regresó.
Debiste haberlo sabido cuando viste la nota a tu lado.

Pensaste que era un juego.

O que los efectos del alcohol seguían vivos en tu sistema.

"¿Qué quiso decir con esas palabras?" , pensaste.

Ese "te amo" no era el último que tenías por decirle y tampoco querías que aquella noche hubiese sido la última, pensaste que tenían muchas más por delante.
Tienes mucho más, que guardas ante la espera de su regreso.
Tan solo esperas verlo cruzar aquella puerta, con su brillante prescencia y dulce mirada, aceptándote tal y como eres y recibiéndote en sus brazos como antes.

Sólo él puede hacer eso, sólo él.

La sarta de cursilerías que se te ocurren ahora, probablemente nunca te atrevas a repetir o leer mientras lo ves a los ojos.
Te conoce, sabe que eso no va contigo.

Y aún así te aceptaba, aceptaba cada parte de ti y tú sólo le regresabas lo peor.

Casi dejabas que te golpeara su amigo de ojos extraños, después de pedirle que te diera su paradero, incluso después de que él insinuara tener sentimientos por él. Pierdes la cabeza tan solo de imaginarlo en brazos de alguien más.
Su otro amigo, sólo te veía con lástima, eso provocó que tu sangre empezara a hervir y antes de que hicieras una estupidez, decidiste irte.
Presentaste tu renuncia al día siguiente, no querías seguir con esa sensación de culpa al pasar por su área de trabajo.