En el trayecto a casa, fue esta vez Terry quien la sintió callada. Además, su mirada hubo ido todo el tiempo clavada al frente y sus manos... estrangulando al pobre volante.
Él sonrió de la furia en ella y supuso era un cuello lo que le hubiese gustado tener para apretarlo. Terry sentía lo mismo por el perro que venía en el asiento trasero y que no dejaba de ladrar hasta que Candy, sin molestarse a mirarlo, fuertemente gritaba:
– ¡Roxx, cállate!
Con esa molesta señal, even Terry no volvió hablar. Y porque verdaderamente se estaba sintiendo mal, al llegar a su departamento, buscó su habitación y ahí se quedó por un buen rato mientras que Candy se hizo cargo del perro y de atender las llamadas que el periodista iba recibiendo conforme iba pasando el día.
Llegada la noche, desaparecido el enojo para darle paso a la preocupación, sigilosa la mujer se condujo al aposento de él.
Cuidadosa, Candy fue abriendo la puerta y distinguiendo su persona acostado sobre su lecho.
Viéndole con los zapatos puestos, ella se acercó para quitárselos y colocarle una frezada. No obstante...
– ¿Qué hora es? – Terry preguntó sin moverse ni abrir los ojos.
– Cerca de las ocho. ¿Te sientes muy mal? – Candy le tomó el pulso.
– Me siento... cansado.
– Entonces te dejo dormir.
– No. Ven, acuéstate junto a mí – él le indicó un lugar en su cálida cama.
Tamaña invitación así de pronto no la esperaron. Y aún sin ver el rostro de ella se decía:
– No te preocupes. Sintiéndome como me siento, lo que menos ganas tengo es en... abusar de ti.
De la seriedad con que lo dijo, Candy sonrió. Obedeció y se acostó a su lado. Aunque mirarlo dormir fue una grande tentación, así que se giró para verle de frente, pero su mano se estiró para acariciarle el rostro y percibirlo:
– Estás helado –, y también: – sudoroso –. Entonces ella sugería: – ¿No prefieres que vaya a prepararte algo de comer? ¿te traigo algún medicamento?
– Ahora no – respondió él y tomó la mano que lo tocaba para sostenerla en la suya y continuar durmiendo.
Su serenidad era tal que Candy pronto se contagió de ella quedándose plenamente dormida y haciéndosele imposible adivinar a qué hora Terry se levantó cuando ella abrió los ojos, se descubrió sola y cubierta con la frezada que quiso intentar poner sobre él.
Sabiendo pudiera necesitarle, Candy se levantó y fue a su lado hallándole en su oficina, con otras ropas, luz tenue y escribiendo.
– Me dormí – dijo ella tallándose los ojos.
– Y lo hacías tan escandalosamente que yo ya no pude hacerlo.
– ¡¿En serio ronqué?! – Candy sonó alarmada; y Terry no vaciló en contar:
– Como una leona. ¿Quieres oírte? –, una mano se hizo de un celular que reposaba en el escritorio.
– ¡¿No me digas que me grabaste?! – aterrorizada se escuchó la pobre víctima; y el investigador expresaba:
– ¡Por supuesto! ya que supuse que no me creerías al contártelo.
Terry pretendió poner el video para ella; sin embargo, Candy se lo arrebató; y el muy travieso... no bromeaba diciendo la mujer:
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Caminando por el Rin
FanficESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA. Historia corta de universo alterno ideada en el año 2015 para el mismo festejado del mes: Terry Grandchester.