Sin percatarse de lo que sucedía, de un rápido movimiento, Candy aprovechó el espacio dado y saltó de carril, provocando atrás de ella...
El tráfico era suficiente para añadir un problema más. Susana por estar mirando el auto vecino, no se fijó en el de adelante y abolló una defensa.
Según espectadores, el daño no era para tanto, sin embargo... era un vehículo apenas estrenado. La mujer que se bajó de ello lloraba melancólicamente.
– Anoche me lo regaló mi esposo por nuestro primer aniversario.
La causante del accidente no sabía qué decir debido a los nervios y también a la mala suerte que maldecía. Y es que... – ¡qué hombre tan más guapo acompañaba a Candy! Y haberlo perdido de vista –, se lamentaba la contadora la cual preguntaba a su hijo:
– ¿Te acuerdas de las placas?
El niño lo negó y en silencio presenció todos los cargos que le imputaron a su distraída madre.
Por su parte, otra seguía sufriendo la espera; pero en eso... un ángel le cayó del cielo.
– ¿Lady Eleanor? – una vocecita muy alemana la saludó.
– ¡Louise! – se exclamó bastante aliviada. – Qué gusto verte.
– ¿Qué le ha pasado? – la mujer recién llegada pidió a los dos gendarmes soltaran a la dama cuanto ésta pretendió ir a su lado.
– Algo muy bochornoso, querida.
– ¿Puedo ayudarle?
¡Claro que podía! Louise Hermann era la jefe del área aduanal y para suerte, hija de una muy buena amiga de Eleanor.
– Desconocía que trabajaras aquí. ¿Cómo está mamá?
– Algo enferma.
– Oh lo siento. Por estar tan enfocada en Terry, no he podido visitarla.
– ¿Él cómo está?
– Controlado. Ya sabes como son ciertas enfermedades.
– Sí, claro.
– Por cierto, no ha de tardar. Con este incidente por haber perdido mi pasaporte tuve que llamarlo.
– Bien. Entonces mientras llega, venga conmigo, para darle solución a su problema.
Apoyándose del brazo de la joven empleada, ambas caminaron a la par, seguidas de los dos oficiales que fueron encargados del equipaje de la pasajera.
. . .
– ¿Quieres que te acompañe? – preguntó Candy al estacionarse frente al aeropuerto.
– Esta parte del lugar –, gubernamentales principalmente, – no permite mascotas. Así que, ve al estacionamiento y ya cuando salga con mi madre te llamo.
– Me parece bien – dijo Candy; y aguardó a que Terry abandonara el auto para retomar su vereda.
. . .
El último cajón de ese primer piso estaba libre. Ahí fue Candy a dejar el auto y esperar; no obstante, Roxx estaba más insoportable que nunca y la mujer con pocas ganas de aguantarlo. Entonces salió del vehículo, más al ver al perro, tras la ventana...
– No puedo sacarte. Es peligroso – le explicaba; sin embargo, más ladraba el animal. – ¿Quieres ir al baño? –, el can movió la cola. – Lo lamento; el parque está muy lejos y no puedo moverme de aquí. Mi jefe es más importante que tú –. Un gruñido molesto se escuchó, diciendo la soliloquia: – Bueno, ella te querrá mucho, pero yo... lo prefiero a él –. Dos ladridos fieros lanzaron; y la escasamente amedrentada se decía: – Sí, sí. Haz lo que quieras y díselo también. Dile a tu dueña que no te quiero y que tampoco te llevé al parque –, dos seres se miraron fijamente alegando ella: – ¿Que no importa? Claro que sí, pero... me imagino que ella también quiere más a su hijo que a ti. ¿Qué tampoco es cierto? Está bien. Tú y yo no vamos a pelear por eso –, y como fin de la "conversación" Candy se recargó en el auto y cruzó los brazos para seguir esperando. Empero, ahora los lamentos agudos de Roxx, la hicieron compadecerse.
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Caminando por el Rin
FanficESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA. Historia corta de universo alterno ideada en el año 2015 para el mismo festejado del mes: Terry Grandchester.