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Kai

El café de la oficina era tan malo que deberían dejar de llamarlo café, no era justo engañar a los empleados de esa forma. Pero la mañana no podía empezar sin esa preciada taza en la oficina y otras dos antes de salir de casa, también debería ser considerado crimen tener que levantarse tan temprano. Sobretodo en el noticiero en el que trabajaba, debíamos llegar a las cinco de la mañana para tener todo preparado para el programa de las seis. Suena importante, no lo era, al menos no mi trabajo; solo me encargaba de buscar notas, ponerlas en orden y darles la importancia para que el conductor pudiera leerlas.

Hasta ahí mi carrera de periodista.

La mayoría de las noticias eran las del noticiario nocturno, entonces, no había tanto que hacer y podía estar en casa para mediodía. Era un comienzo, nadie dijo que sería fácil llegar a la cima, y por supuesto que nadie mencionaba que había otros veinte intentando ser aunque fuera, el conductor de una cápsula del noticiario.

Para eso, aún me faltaba, trataba de no desistir. ¿Lo quiero? Claro, quién no quisiera estar en la cima...Aunque, últimamente me sonaba más llamativo tener una cafetería y servir café decente, mientras esperaba que Reita llegara a casa. No eran pensamientos que le dijera a cualquiera, bueno, a nadie...Los chicos pensaban que me encantaba lo que hacía y debía continuar así; no sé que haría si se enteraran que, mi profesión no me gustaba después de todo. ¿Se puede uno equivocar al escoger su carrera profesional?

En eso estaba mientras tomaba el café de las mañanas, siempre el mismo tipo de pensamientos que me abordaban, parado a un lado del garrafón recargado en la base para dar espacio al espectáculo diario.

Todas las mañanas, Kamijo entraba a la pequeña cocineta rodeado de su séquito de reporteros; todos y cada uno más lamebotas que el anterior. Si había una definición de conductor superestrella, ese era Kamijo. Era muy apuesto, pero además era uno de los mejores periodistas del país; irónicamente la noticia que lo había llevado a la cima, fue el seguimiento total de un juicio que fue privado en el país, hacía ocho años. Un juicio contra un mafioso llamado: Mana.

Basta mencionar que el ego que poseía era mucho más grande que el de Sakito, y eso ya era decir.

Detrás del séquito y con cara de fastidio caminaba Sujk, mi único amigo en el noticiario, no porque no sea popular o algo parecido, o sea no lo era, tampoco me interesaba. Todos en el maldito medio parecen muy concentrados en ver a quien halagan, para poder subir de puesto y eso me enfermaba. Sujk era un camarógrafo al que todo aquello le importaba un reverendo cacahuate, gracias al cielo.

—Los veo muy emocionados a todos —le dije en cuanto llegó conmigo.

Sujk giró los ojos—. Parece que encontraron la "noticia del año" —hizo un ademán con sus manos para simular las comillas.

Tomé un sorbo de café—. Todos los días lo hacen, ¿no? —ladeé la cabeza viendo al séquito revolotear alrededor de Kamijo, hablaban tan rápido que me era imposible entender lo que decían.

—Hubo una revuelta anoche en la prisión de Odaiba —dijo Sujk con un suspiro—. Aparentemente hay mucho muertos, desaparecidos, todo un caos.

—¿Y Kamijo se emociona por eso?

—Mana; el mafioso, no aparece. La gente comienza a murmurar que tal vez escapó y Kamijo anda muy emocionado porque tal vez pueda meter sus narices en todo ese asunto.

La taza en la que tomaba el café se me resbaló de las manos cayendo mientras hacía un gran estruendo en el piso. En ese momento todos me voltearon a ver como si fuera un bicho raro, yo ya no estaba en la cocineta; estaba recordando la pesadilla de ocho años atrás.

2Fast, 2Beautiful [The Gazette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora