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Kai


Hacía mucho tiempo que Kyo había cambiado la sala de esa casa, desde entonces habíamos estado ahí innumerables ocasiones. Viendo películas, partidos de soccer, jugando videojuegos o incluso solo platicando. Tenía mucho tiempo que había visitado esa sala por primera vez y había sido en la adolescencia cuando peleando habíamos tratado de ponernos de acuerdo para resolver el problema con el mafioso llamado Gackt.

Casi lo había olvidado, después de tantos recuerdos juntos, bueno y no tan buenos; nunca tan malos como estar involucrados con la mafia, algunos muy tristes. Sin embargo, estar sentado en esa enorme sala de piel de color negro, con el estómago revuelto me hacía recordar con claridad lo que era ser adolescente y estar asustado. Ahí estábamos después de tantos años, reunidos discutiendo qué hacer respecto a la mafia.

Aunque, éramos menos. Mucho menos. Después de tantos años, era casi imposible permanecer todos juntos: Hitsugi y Ni-ya estaban en Estados Unidos, donde el primero era un importante cardiólogo en un hospital de Chicago. Ruka era chef de un restaurante en Hokkaido, Yomi estaba en Australia, sus padres se habían mudado poco después del problema con la mafia y a quién le habíamos perdido la pista años atrás fue a Tora, quien se suponía de vez en cuando hablaba con Hiroto, pero en realidad no sabíamos mucho de él.

Era extraño pensar que justo en el momento en que Ruki y Nao habían regresado a Japón, Mana había escapado, como si hubiera sido su plan desde el principio. La mayor posibilidad de encontrarnos a todos juntos en el mismo lugar. No quería pensar que Mana fuera tan cuidadoso en un plan así, pues significaría que nos llevaba rastreando por mucho tiempo y más, que llevaba planeando lo que parecía ser una venganza para nada agradable.

—Tenemos que huir de Tokio —resolvió Saga ni bien estábamos todos en la sala. Ruki y Nao acababan de llegar después del llamado de emergencia, sin embargo, no había rastro de Shou y la expresión de Sakito no se había suavizado.

—Eso es ridículo, nos encontraría de todas formas —dijo Hiroto mordiéndose las uñas—. Tal vez haría explotar el avión.

Kyo lo vio con cara de pocos amigos.

—¿No estamos exagerando? —dije tratando de ser optimista, todas las miradas puestas en mi—. ¿Creen realmente que sería capaz de explotar un avión? Tal vez solo mandó esa camioneta para asustarnos y lo está logrando. Nada nos asegura que lo que le pasó a Ruki en el aeropuerto, esté conectado con lo de Hiroto o con nuestro departamento. Todo podría ser una coincidencia.

Ruki torció la boca—. ¿Coincidencia que esto comenzara justo cuando regresamos? —se cruzó de brazos.

—Ciertamente no estamos todos —continué.

—Estamos los que estuvimos más involucrados —debatió Kyo.

Reita empezó a hacer ruidos de frustración frotándose la cara con las manos.

—Lo peor es que no lo puedo investigar —dijo mi novio con expresión enojada—. Me sacaron del maldito caso y...—se quedó callado parecía haber comprendido algo que nadie más, abrió los ojos en sorpresa—. No es coincidencia, sabe que están vivos, maldita sea —suspiró.

Toda la sala lo miró como si estuviera loco, todos excepto Sakito quien se levantó de golpe con una mueca que podía ser una sonrisa.

—Tiene sentido —le dijo Sakito a Reita como si nadie estuviera con ellos—. Probablemente se enteró que la madre los buscaba.

—El mismo detective que los encontró —dijo Reita uniendo cabos que yo no entendía.

Los demás nos miramos entre nosotros sin entender un carajo.

2Fast, 2Beautiful [The Gazette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora