M
ás alto, papá! ―gritó la hija del rubio, Chars sonrió y la levantó colocándola en sus hombros y sosteniendo sus manos. Rodrigo iba riendo en los hombros de Paul, mientras que Alex y Joaquín, iban jugando a la platita, el mayor de los hermanos iba ganando más de cinco soles y Joaquín perdiendo, solo se había quedado con diez céntimos. Oliver sostenía entre sus manos los peluches que los niños habían ganado, en lo que seguían recorriendo la feria, comiendo y jugando.
―Vamos por una bebida helada y algo de comer ―sugirió Joaquín, entrando a un pequeño local donde estaban vendiendo comida―. Tres fuentes de ceviche, chicha morada para los niños y cerveza para los demás.
―Un menú de mariscos, ¿qué quieres, amor? ―Charles pidió para él y luego dirigió la atención a su hija que se servía un vaso de chicha morada.
―¡Chicharrón, papi!
―Rodrigo, hijo, ¿qué quieres? ―El hermano mayor de los Maldonado le preguntó a su hijo. Este dirigió la mirada a su padre y luego a Paul, que al ver que no contestaba, le preguntó.
―¿Rodri?
―Saltado, tío.
―Un sudado de pescado, ¿pueden ponerle unas tapitas de limón? La muchacha asintió y el de ojos claros aplaudió satisfecho.
―¡Yo quiero un chilcano y un picante de pescado! ―pidió Alex y gimió bajito cuando vio los platos pasar por su lado.
―¿Cómo no engordas? ¡Comes como si no lo hubieras hecho en días! ―Oliver se quejó para después pedir una sopa de pescado. Comieron entre risas, chistes y anécdotas. Pasadas las cuatro de la tarde, volvieron al carro y esta vez Charles manejó. Tomó la ruta de la chacra en dirección del río. No había dicho nada, y sonreía satisfecho cuando los niños y los demás hacían preguntas. Quería que fuera una sorpresa.
Estacionó el carro y bajó, los demás lo imitaron y Oliver empezó a sacar las sillas y sombrillas para después señalar a sus espaldas y mostrarles el río. Los niños gritaron de felicidad y los mayores sonrieron, sacando los celulares para empezar a sacar fotos. Estuvieron lo que restaba de tarde ahí, sonriendo, mojándose, jugando y disfrutando en familia.
Luego de eso, los mayores se sentaron en las sillas que habían traído admirando la naturaleza. Aurora dormía en los brazos de Charles, como siempre aferrada a él.
―Tienes varios tatuajes, ¿cuándo te hiciste el libro? ―inquirió Joaquín señalando el tatuaje en su hombro, Charles sonrió viendo el atardecer y suspiró.
―Hace unos meses, Aurora tiene un libro viejito que no deja para nada, así que decidí tatuármelo.
―Es increíble el amor que siente un padre hacia sus hijos, ¿no? ―Alex señaló llevándose un cigarrillo a la boca, viendo a su amigo sosteniendo a su hija con ternura―. Realmente has sido un padre luchón, es increíble lo que has hecho. Tienes mi respeto, Chars.
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EL CAFÉ SE ENFRIÓ ( DISPONIBLE EN AMAZON)
RomanceCuando eres joven quieres comerte el mundo de un solo bocado, quieres experimentar y conocer los placeres de la vida. Besas, haces el amor y tomas su mano, como si de ello dependiera la vida. En su mirada encuentras las respuestas de tu existir y es...