Capítulo siete: La bruja del cuento

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apá? ¿Quién es ella? ―Chars giró su rostro viendo las lágrimas en las mejillas de su hija. Él bajó la mirada a su mano herida y luego cerró los ojos, mientras la pregunta de Aurora se repetía en su cabeza, una y otra vez.

Sintió el tic en la cabeza, el dolor había aumentado y podía sentir ambas manos temblando. Ya no solo escuchaba a su hija a lo lejos, sino también a ella. Aquella mujer que lo había roto, le preguntaba cómo estaba, que se sentara y tomara todo con tranquilidad.

Chars con tan solo verla, al solo escucharla, volvieron los recuerdos más amargos, los más dolorosos. Aún podía recordar el sabor amargo que le quedó aquel día donde ella se fue de su vida, donde le rompió el corazón. Aquella tarde había manejado por horas en el pueblo vecino, utilizando la vieja camioneta de su abuelo, para conseguir sandías ya que esa noche velarían a los bisabuelos y tíos que habían fallecidos. Había pasado un día en familia. Esa tarde cuando estaban alistando todo para la noche, él se excusó llevando una chaqueta en dirección a la cafetería donde se encontraría con ella. Con su chica.

Se quitó el gorro y sacudió los rizos que estaban llenos de tierra por haber ido en el caballo de su abuelo, para ahorrar tiempo. Saludó a la señora Eufenios y se sentó en la esquina pidiendo dos tazas de café y dos panes franceses calientes. La esperó por varios minutos hasta que vio su melena negra asomarse. Él se puso de pie y cuando ella estuvo cerca, la atrajo a su cuerpo estampando sus labios contra los de ella. No se había dado cuenta cuánto la extrañaba hasta que la joven se alejó con media sonrisa.

―Te extrañé, bonita ―cuchicheó afable rozando sus dedos contra las mejillas de ella. Zoe sonrió y se sentó sin decir nada. Él confundido tomó su mano―. ¿Qué pasa? ¿Te preocupa algo?

―Tenemos que hablar.

―Me estás asustando, cariño. ¿Qué sucede? ¿Hice algo que te molestara? ―inquirió pasando los dedos por su cabello al sentir los rizos caer en su frente, debía cortar su cabello o realmente parecería ricitos de oro.

―Las cosas no van bien, Chars, y los dos lo sabemos ―señaló cansada, enterrando sus dedos finos en el cabello rizado oscuro. Chars la miró fijamente sosteniendo con fuerza la taza de café.

¿Por qué? ¿Por qué quería terminar con él ahora cuando las cosas marchaban tan bien?

―Estoy aburrida de este lugar, cansada de esta rutina y tú me cansas ―añadió sincera―. Eres un chico estupendo, guapo e inteligente, pero realmente eso no es lo mío. Este lugar es para pasar las vacaciones y en poco tiempo terminan. Y cuando ellas terminen, yo me iré.

―Ve al grano, Zoe.

―Quiero terminar contigo.

―Pero... ¿por qué? ¡Creí que nos entendíamos y que nos amábamos! ¡Creí que estaríamos juntos y me esperarías en lo que termino mi carrera universitaria! ―exclamó elevando el tono de su voz, causando que más de una persona girara a verlos. Él aclaró su garganta y la miró fijamente―. ¿Es que has conocido a otro? ¡¿A quién, carajo?!

EL CAFÉ SE ENFRIÓ ( DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora