Charles apretó los labios y dio un sorbo largo a la copa de vino que había servido hace unos escasos segundos, volvió a ver la hora en el reloj y miró como un taxi se estacionaba, la vio salir con una sonrisa en la boca y luego al muchacho inclinarse y besar su mejilla. Estaba muerto de celos, furioso y eso dio a lugar a que bajara de las escaleras con rapideces, abriera la puerta y viera a su niña alejarse del muchacho con una mueca en la cara.
—Buenas noches señor Chars —el muchacho le tendió la mano, el escritor apretó los labios y apretó la mano del joven, quien se puso nervioso y se despidió con rapidez. Aurora resopló y se hizo a un lado caminando dentro de la casa.
— ¡Has llegado media hora tarde, Aurora! —Gritó molesto, la muchacha se giró encarándolo, Chars apretó los labios—. ¿Por qué has demorado?
—Dímelo tú, ya que eres experto imaginando cosas.
—No me hables así jovencita, teníamos un trato, y siempre lo cumples.
—Tal vez estoy cansada de tus tratos papá, tienes a Erin ¡A ella jodela!
— ¡Aurora! —gritó enfurecido y la joven lo miró arrepentida, disculpándose una y otra vez pero Charles estaba demasiado molesto para aceptarlas, la mandó a la habitación sin un beso en la frente, sin nada, estaba muy ofuscado. Escuchó sus pasos alejarse y luego vio a Alejandra acercarse con recelo pasando sus dedos por su pequeño vientre, ahí donde ambos esperaban a su primer bebé—. ¿Por qué me miras así?
—Es que yo no sé a qué punto pueden llegar tus celos, Eugene —la mujer apretó los labios y sostuvo el vaso de leche caliente, luego empezó a subir las escaleras—, y bañarte, cuando te pones en ese estado hueles mal.
—Traeré a Patrick, él único que me da la razón —Chars tiró de la corbata y su esposa lo miró por el hombro.
—Somos tres cuatro chicas en esta casa —señaló su barriga y Chars resopló, si, otra niña—. Punto para las mujeres Maldonado.
—Tramposas.
—Neurótico.
—Caprichosa.
—Celoso —su esposa se giró y se alejó dejándolo ahí, el escritor resopló y caminó hacia la biblioteca, soltó el aire contenido y se sentó en el mueble negro, cerrando los ojos de golpe, estaba cansado, había tenido que entregar los exámenes finales y trabajos corregidos, la burocracia siempre lo mataba, pero al fin se había terminado el año y con ello dejar de ver a los alumnos por unos meses, ahora concentrarse en terminar su próximo libro y dedicarse a sus hijos, Juli traería a los niños en la mañana para las vacaciones, ella se iría de viaje con su actual pareja, la promesa era que los niños esas vacaciones estuviera con él y las siguientes con ella, no era algo que le agradara, no podía estar lejos de sus niños: pero era lo que podía tener y hasta ahora eso funcionaba.
Irían al campo, ya estaban las maletas listas y el año pasado había comprado dos caballos y estos habían tenido sus crías, pequeños iguales que Erin y Patrick que morían por ellos, no podía hacerse cargo, así que todo el año se quedaban con Luke.
Cerró los ojos y se acomodó quedándose ahí dormido, necesitaba eso, relajación, sin gritos y mucho menos por sus tontos celos con Aurora. Sus dieciséis años lo tenían vuelto un loco, que los chicos la buscaran, que ahora fuera al cine con sus amigas, que se arreglara, ¿Cuándo creció? Prometió ser su princesa, prometió que el único hombre en su vida sería él. Estaba mal, sabía que su hija crecería, se enamoraría y se iría de sus brazos, pero no estaba listo para eso. Ningún padre lo estaba.
—Amor —el susurro de Ale lo despertó, Chars se quitó los lentes y se acomodó viéndola con dulzura—. Vamos para la cama, es algo tarde y luego te dolerá la espalda.
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EL CAFÉ SE ENFRIÓ ( DISPONIBLE EN AMAZON)
RomanceCuando eres joven quieres comerte el mundo de un solo bocado, quieres experimentar y conocer los placeres de la vida. Besas, haces el amor y tomas su mano, como si de ello dependiera la vida. En su mirada encuentras las respuestas de tu existir y es...