9.-Un pastel muy agridulce.

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Me sentía mejor, por fin después de una semana iría a trabajar, que alivio ver de nuevo a mi rubia sensual, aún me costaba trabajo llegar a tiempo de la escuela al trabajo, mis padres por su parte creían que estaba en un programa de asesorías y planeaba dejarlo así hasta que fuese necesario. Ese día me había tomado la molestia de arreglarme un poco más de lo usual, incluso de usar un poco de colonia, aún me ardía un poco el mentón pues no había sido cuidadoso en la mañana al afeitarme, por que después de una semana sin bañarme ni cuidar de mi aspecto lucía como un vagabundo. Entré al local recibiendo una calurosa y alegre bienvenida en cuanto me vieron.

-¡Myungsoo!

-Jiae.

Murmuré mientras me acercaba a corresponder su abrazo con cariño, observando a Dongwoo detrás suyo, quien hacía movimientos graciosos mientras me miraba.

-¡Que bueno que has vuelto!, extrañábamos molestarte.

Me eché a reír por ello y negué con suavidad tratando de hacerme la víctima mientras me tocaba el pecho.

-Eres Tan malo.

-¿Cómo te sientes?

-Me siento bien, gracias enana.

Abultó sus labios en un puchero y fijó su anular y su índice en sus ojos y luego en los míos.

-Te observo, tú y yo debemos hablar ehh muchacho.

El nerviosismo se apoderó de mí, había olvidado la pequeña falla en mi plan, la pista en la escena del crimen, Jiae había descubierto que no vivía en casa de Woohyun, aunque no sabía si eso era bueno o malo.

-Pero antes, te toca entregar este pastel de cumpleaños junto con Hoya.

Dijo Dongwoo mientras señalaba un mediano pastel color rosa con un enorme 9 arriba cubierto de brillantina plateada y un montón de unicornios por todo el pastel.

-La cumpleañera estará más que satisfecha, mmm huele bien, a azúcar, flores y muchos colores.

Me dirigí al interior hasta detrás del mostrador, quería saludar a Sungjong pero este parecía estar muy ocupado en su oficina, el estrés se veía hasta acá.

-¿Está bien?

-Lo estará. Toma.

Murmuró Jiae mientras me daba un uniforme limpio, sonriéndome ampliamente antes de palpar mi hombro con levedad.

-Necesitas uno de estos.

Agradecí con una leve reverencia mientras me lo colocaba encima de mi ropa.

-Pues me veo bien.

Dicho esto Hoya y yo procedimos a cargar el pastel con cuidado hasta la camioneta, ambos íbamos escuchando música a todo volumen, cantando y haciendo bromas, entregamos el pastel exitosamente, y cabe recalcar que algunas madres de las invitadas y una que otra jovencita presente posaron sus miradas en nosotros.

-Y entonces ¿cuándo le dirás que te gusta?

-¿¡Que!?

-Hermano eres tan obvio, podría llenar un tanque con toda la baba que escurre de tu boca cuando lo miras.

Me eché a reír y negué con suavidad mirando hacia el local que ya estaba cerca.

-¿Sabes hacer pasteles?

-Solo soy el repartidor.

-Pamplinas.

Ambos reímos y bajamos de la camioneta. Yo iba ansioso una vez más, necesitaba pelearme con Sungjong, ver sus enormes y brillantes ojos, escuchar su aguda y preciosa voz gritarme idiota y sobre todo admirar aquel lunar sobre su nariz. La sonrisa en mis labios era enorme, mis cabellos bailaban al ritmo de mis saltos camino a la pastelería, pero todo signo de alegría se borró al observar a lo lejos a través de las puertas de cristal como aquel tipejo alto y de cabello largo y castaño peleaba con Sungjong y otros empleados, ¿que le estaban haciendo a mi damisela?, Hoya y yo nos miramos y enseguida corrí hasta allá, abriendo la puerta rápidamente, acto que llamó la atención de aquel muchacho alto, quien vestía de traje y que llevaba el celular en una mano y unos papeles en la otra.

Dulce tentación (Myungjong)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora