M a l e n t e n d i d o (V)

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A mitad del bosque, se sentó a esperarlo. Aún estaba fresco en su mente el momento cuando ella, dejando a un lado toda su timidez, le pidió al chico que la entrenara... Ya había pasado tiempo de aquella vez.

Habían acordado ese lugar para el arduo entrenamiento por sus muchos beneficios prácticos: nadie podría verlos ni escucharlos, podían utilizar sus quirks sin temor, podían gritarse mutuamente sin tapujos...

(Porque sí, a través del tiempo la pequeña y tierna Ochako sentía tanta comodidad con su compañero de cabello rubio cenizo, que podía dejar salir todas las áreas de su personalidad. Incluso las que había aprendido e inconscientemente copiado de él.)

...y todo eso sumado a que algunas explosiones de su compañero de entrenamiento ayudaron a hacer del bosque una planicie, por lo que el calor producido por la tierra era mermado gracias a la fresca brisa nocturna, sin vegetación que pudiese detenerla. Una delicia.

Lo que no era tan delicioso era lo poco práctico que era tener que ir hasta allí para entrenar, lo eligieron lejano a propósito. Por consecuencia del esfuerzo que hacían durante el entrenamiento, el trayecto de regreso se hacía mucho más pesado. No salían duchas como salían árboles. Él la hacía sudar bastante.

Aunque...
Pensando mejor, tampoco era que le molestara mucho la caminata de vuelta a los dormitorios. Quitando el asunto de la poca higiene, las vistas eran por lo poco... interesantes.

Ella no solo estaba creciendo en resistencia física, sino también había desarrollado otras cualidades psicológicas gracias al constante roce de carácteres que habían estado teniendo esos dos hasta ahora. Podría decir por ejemplo que ha vivido un incremento acelerado de su paciencia con respecto al trato con el chico en cuestión. O que ya no le tiene miedo al explosivo, ella es firme cuando debe serlo. También puede presumir que ha desarrollado un nivel de confianza en sus habilidades que antes no poseía. Mentalmente es más fuerte porque ya no solo confía en su quirk, Bakugou la ha entrenado duro, y eso ha traído sus frutos.

O también podría nombrar que gracias a este compartir forzoso, siente algo como... Un alejamiento gradual de su inocencia.

(Oh, que mal suena eso)

(¿Suena mal?)

(¿?)

Es que ya no le da tanta vergüenza cuando siente la mirada persistente de Katsuki recorrerla de arriba a abajo (Solo lo hace después de los entrenamientos, claro). De hecho, en su interior le hace sentir una punzada de orgullo cuando el chico le hace algún comentario clase Mineta.

(No es que ella se quede muy atrás, tampoco.)

Está de más decir que las primeras veces, cuando ya acababa el entrenamiento, no representaba un desafío el evitar observar a su sudoroso compañero. Ella no perdía tiempo de su vida en observar chicos. ¿Cuál era la gracia? Pero todo se fue al carajo el día que él decidió que prefería sentir el aire fresco directamente en su pecho. Fuera sudadera y también su inocencia mental. Nunca se había abstraído tanto observando un cuerpo.

"¿Qué tanto miras, perra?"- ... Nada, solo como lentamente desciende esa gota de sudor a través de los músculos de tu demasiado marcado torso. Obviamente no le dijo eso, era muy vergonzosa en esos momentos.

Pero ahora las cosas eran distintas y eso le alegraba. Ellos pueden estar más de 30 segundos hablando. Se juntan ahí casi todas las noches a entrenar. Y de vuelta a los dormitorios, a veces se hacen bromas subidas de tono. Ella le conversa largamente sobre cosas sin importancia o sobre algo que ha pasado en el día. El entrega su silencio, y su atención intermitente. Ella; su voz cantarina y sonrisas con ojos brillantes. Mientras cruzan miradas, Uraraka piensa que pronto podrían ser amigos, de los de verdad. No le mostaría ver esa sonrisa ladeada a la luz del día. No le molestaría poder acercarse más a él...
No le molestaría...

Sacándola de su soñar despierta, ve como un agitado Bakugou corre hasta dónde ella se encuentra. Viene con sus cejas muy juntas y le grita sin ninguna clase de tacto que no siga poniéndose las pesas. Ella ladea un poco su cabeza, claramente confusa.

"¡Que NO entrenaremos hoy!" - Desafiando las leyes de la física, sus cejas se juntan aún más, y ya pronto llega junto a ella.

"¿Qué dices?" - Ochako piensa que él se ha vuelto loco. Apocalíptico.

"NO ME HAGAS REPETIRLO, MALDITA SEA" - Mientras se siente levantada por unos brazos que rodean su estrecha cintura, se da cuenta de que hay un anormal pero lindo color rojo adornando el rostro de su pseudoamigo.

Pero todo pasa a segundo plano cuando puede sentir la calidez de los labios de Bakugou presionando los suyos.

(¿Qué demonios?)

Le abruman tantas emociones que solo puede cerrar los ojos con fuerza, mientras intenta comprender qué rayos está pasando. Esta siendo aprisionada por las firmes manos del rubio, y no hay necesidad. Su cuerpo se ha desconectado de su mente, no es como que fuera a intentar alejarse... No es como que pudiera moverse, siquiera.

El toma su labio inferior entre sus dientes y presiona, mordiendo con algo de ansiedad. Ella abre la boca por reflejo al dolor, solo para sentir como una lengua ajena invade su boca con fiereza. No sabe cómo, pero poco a poco logra responder al acelerado ritmo del beso, incluso sus manos suben para abrazarle por el cuello.

(... ¡Y ella que pensaba que la comida era deliciosa!)

Luego de un momento, él se separa bruscamente de ella y comienza a alejarse, en dirección a los dormitorios. Cuando lleva recorridos unos 12 metros se voltea, con sus ojos rojos encendidos.

"ME IMPORTA UNA P-U-T-A MIERDA QUE EL IMBÉCIL DE KAMINARI ESTÉ ENAMORADO DE TI"

Luego prosigue con su andar.

Está demasiado lejos para cuando la fémina finalmente reacciona. Ella le pidió a Kaminari hablar en el salón, esa tarde. Kacchan había escuchado la conversación que tuvieron, entonces. O parte de ella. Mejor dicho; solo una parte, claramente no estaba cuando el eléctrico explicó mejor a qué se refería:

"...p-pero no estaba hablando de mí."

La voz de Ochako se perdió entre el bosque.

Designio デザインDonde viven las historias. Descúbrelo ahora