【Esᴘɪ́ʀɪᴛᴜ Aᴢᴜʟ】

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Aang no había parado de pensar desde aquella vez. Parecía tan incorrecto.. Tan malo.. Pero eso no era verdad, en realidad se sentía extrañamente correcto, como si las cosas en realidad deberían ser así.

No podía dejar de pensar en Él. Desde que lo salvo de Zhao. Siempre escondido tras una mascara de azul y blanco, conocido como él Espíritu Azul, pero Aang sabia perfectamente quien era. Y eso era lo peor. Que Aang sabia exactamente quien era, su enemigo, su mayor lazo en el mundo terrenal, su amor prohibido. Él Príncipe Zuko de la Nación del Fuego, heredero del Señor del Fuego Ozai.

Un suspiro escapo de sus labios rosados. La noche hermosa e iluminada por la luna y él manto estelar era un espectáculo que Aang ya estaba acostumbrado a apreciar, dejando que los pensamientos sobre él príncipe vagaran libremente por su mente. Solo en noches como estas, tranquilas y silenciosas, se permitía pensar en él, en lo guapo que era, en su carácter fuerte e impaciente que siempre lograba hacer que Aang riera, en su fuego, en la calidez que emanaba, todo de él. En sus brillantes ojos ámbar, lo primero que llamo mas la atención de Aang. Recordaba como es que había mencionado aquella frase:

"Si.. Tal vez.. Hubiéramos sido amigos"

Su voz cargada de una extraña tristeza y pesar. Aang recordaba exactamente haber querido abrazarlo, quedarse a su lado y proteger al príncipe de todos los males que él mundo le había arrojado encima de forma cruel y despiadada, dándole una familia tan destrozada. Zuko le había contado todo, mas por petición de Aang que por su voluntad, aunque termino llorando en él regazo del Avatar mientras este susurraba palabras dulces cual miel, llenas de verdades y esperanzas que Zuko había querido olvidar por miedo, pero ahí estaba él, ahí estaba Aang para dejarle ver, que no era malvado, no estaba tan roto como pensó que estaba, ahí estaba Aang para dejarle ver a Zuko que podía amar y ser amado a cambio, siempre con sus brazos abiertos para él, solo logro empeorar él llanto del príncipe al no sentirse digno de la amistad del niño, terminaron abrazados, sosteniéndose él uno al otro, aliviados de tenerse.

Ahora, se encontraba en un pueblo que creía enteramente en la adivina que tenían, era algo interesante, seguramente se quedarían unos cuantos días, no muchos, pero ahora mismo, la mente de Aang estaba con otra persona. Volvió a suspirar, rendido, sabiendo que aquella noche no dormiría gracias a sus pensamientos y recuerdos. Se levanto, dispuesto a caminar por unos minutos, o tal vez horas.

Y cuando se dio cuenta, ya había llegado al bosque cercano. Siguió vagando, observando los pequeños detalles de la noche y él bosque, pequeñas luciérnagas que iluminaban su camino junto con la luna. Tan perdido en sus pensamientos estaba que apenas si registro él hecho de que había escuchado un par de pisadas. Rápidamente miro su alrededor. Buscando un animal, o cualquier cosa que haya generado aquel sonido.

Pero sus ojos se detuvieron justo en la persona que inundaba sus pensamientos.

Alto, musculoso, delgado, con ropa tan oscura que podría mezclarse con la noche, y su mascara azulada con un toque de blanco. Él Espíritu Azul.

No se movió ni intento hacerlo cuando este empezó a caminar hacia él. Solo dejo que acariciara su mejilla con suavidad, con tanta delicadeza que hizo que Aang se estemeciera, entrecerrando los ojos para tocar ligeramente aquella mano enguantada. Y por esa vez, Aang se apoyo contra él pecho del adolescente, agradecido de poder abrazarlo, poder sentirlo. Acaricio distraídamente él pecho del adolescente, haciendo pequeños patrones mientras sentía sus fuertes brazos rodeándole.

-¿Porque no puedes quedarte conmigo?..- fue apenas un susurro.

-Tu sabes porque..- su voz profunda y ronca fue ligeramente amortiguada por la máscara.

Aɪʀ ᴀɴᴅ Fɪʀᴇ •Zukaang• //ZukoxAang//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora