Cuentos que no son cuentos. #SA18

Espíritus: parte 1

Daniel era un cadete de una empresa gastronómica. Él se encargaba de viajar todas las mañanas a Villavicencio, al hotel para dejar la comida del día.
Él no sabía que un martes 23 de julio del 2005 su forma de ver la vida iba a cambiar.
Se había levantado a las cuatro de la madrugada para empezar su rutina diaria. Condujo su camioneta Suzuki hacia la empresa. Allí lo recibió su jefa Clara.
Una mujer joven de treinta años, alta delgada, amante de los libros y sobre todo muy amable.
—Daniel, hoy necesito que salga más temprano— anunció Clara con su dulce voz. Pero algo en su rostro le decía que no estaba tan bien como siempre.
—Como diga Clarita— el hombre sonrió y comenzó a cargar la camioneta.
Ya eran las cinco y tendría que partir pronto. Solo se encontraban ellos dos en la empresa, ya que los otros empleados llegaban después de las siete.
Una vez todo cargado, Daniel partió hacia el hotel de Villavicencio.

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Ya se encontraba de en camino de vuelta hacia la empresa. El sol aún no se asomaba, el invierno ocasionaba que el sol apareciera después de las 8 de la mañana.
Daniel escuchaba la radio tranquilo y tarareaba las canciones que pasaban. Hacía mucho frío, pero menos mal que no caía nieve.
Su teléfono celular sonó, sabía que no debía atender mientras conducía, pero una sensación le impidió ignorar la llamada.
—Estoy manejando— fue lo primero que dijo apenas apretó el botón verde.
—Clarita se suicidó— la voz de Adrián, su hermano y compañero de trabajo le anunció.
El hombre quedó mudo y no desprendió la vista de la ruta. Una pequeña luz blanca e intensa pasó por debajo de la camioneta en el instante que asumió la noticia.
Clarita se había suicidado. Ella había apilado sus libros favoritos en la oficina de la empresa formando un montículo. Colgó una soga en una de las vigas y simplemente pateó los libros y se dejó morir.
A los pies de su cuerpo inserte, se encontraba una carpeta marrón llena de papeles. Esos papeles era su testamento. En él dejaba la empresa a nombre de Daniel, solo pedía que mantuvieran el nombre de la empresa y que los empleados no se fueran.
Daniel cumplió con el deseo de su jefa. Solo que después de algunos años tuvo que cambiar de sitio la empresa.

Continuará...

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Aquí la primera parte de este relato.
La perspectiva de este hombre al relatarme estos sucesos, queda a opinión del lector.
Daniel comentó que estaba seguro que esa luz era su jefa despidiéndose de él.
Yo no sé qué creer.
¿Ustedes qué opinan?

Saludos
RomiCalderon 👀👀