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Si no rozaban por los pasillos era un comentario de un compañero curioso. Por si fuera poco, también los comparaban por sus calificaciones junto a otros tres compañeros, Hitoshi, Tenya y Shōto. Parecía que los querían hacer competir. Y aunque pudo hacer buena relación con los otros tres, con Katsuki parecía imposible. Sin embargo, como el destino parece incitar sus interacciones, ambos quedan atrapados dando clases en sus respectivos fuertes a sus compañeros. Ha pasado el tiempo, el primer año está por acabar y extrañamente, aunque Izuku intentara alejarse del rubio, terminaba ahí, justo en su camino.
A regañadientes por parte del rubio y a conciencia de la amabilidad innata y buen corazón que Izuku tiene, ambos empiezan a dar asesorías al extraño circulo de amigos que aún más extrañamente han terminado compartiendo. Amigos que, entre ellos mismos, Izuku había notado y escuchado como estos, buscando deshacerse del estrés, habían empezado a tener relaciones. Y no es que los juzgue, él no es nadie para hacerlo, pero cada vez que cierra los ojos no puede impedir que en su mente aparezcan las manos de Katsuki tomándolo por la cintura y sus ojos feroces exigiéndole abrir los labios.
No está bien, no está bien, no, no, no, no. Ambos son hombres, la guerra estaba a la puerta de la esquina. Más que inoportuno era una locura. Se sentía enloquecer. Tanto si lo pensaba o no. Katsuki lo odiaba. ¿Qué tipo de enfermo era? Masoquista, pervertido... Izuku se golpea una y otra vez mentalmente y trata de recuperar la poca cordura que le queda.
Ruega al cielo que todo sea una etapa.
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El año escolar se acaba, sin embargo, siguen en la academia. Entre salidas y fogatas, todos hablan y conviven. Su grupo de amigos se hacía más y más grande, al igual que sus salidas, y aunque Katsuki se quejara sobre ellas, siempre salía con todos. Era un grupo unido, sorprendentemente, ya que la mayoría de ellos tenían personalidades muy fuertes. Un día Izuku les comenta que su madre ha decidido regresar al campo, esperando a su padre, que ha partido con la marina desde hace algún tiempo y todos le ofrecían todo tipo de cosas para hacerlo sentir mejor. Hasta los más serios, como Shōto o Fumikage, le ofrecían consejo.
En la ultima fogata antes de acabar su pequeña semana de descanso, todos hablan de sus miedos, de sus temores e impotencias. Sus decisiones, sus anhelos. El tipo de pensamientos que inspira la noche y el fuego.
Medicina, mecánica, infantería, comunicaciones. Es hora de que todos se separen en sus especialidades y eso hace que el corazón de Izuku se achique. Su mirada se dirige al fuego, luego siente como los ojos rojos de Katsuki buscan incluso dentro de su alma.
—Kacchan siempre ha sido muy valiente desde chico, —comenta el de cabellos verdes, desviando la conversación a algo mas alegre. Sus compañeros ríen.
—Siempre lo he admirado, —Aunque claro, un silencio sepulcral se instala. Todos esperaban ansiosos más anécdotas sobre el rubio explosivo que se ha colocado como el mejor de su clase.
Katsuki chasquea los dientes y se cruza de brazos, sin embargo, la risa de Midoriya le cala hasta los huesos. No puede evitar elevar sus comisuras y sonreír sutilmente. Más historias siguieron de todos los presentes y se les alargo la noche entre risas y buenos tiempos.
Esa noche, cuando regresan, Katsuki lo arrastra al primer closet que encuentra.
En verdad habían crecido demasiado en sólo un año.
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Intangible
FanfictionKatsuki y Midoriya mantienen un romance en época de guerra. Advertencias: R18 Lenguaje explicito Muerte. Este proyecto fue realizado por 4 autoras para un reto del grupo Katsudeku. Autoras: Interruptedpharos Shinobu Rei Tagreencat GuroKenma