Mientras los segundos pasaban como horas, los demás aparecieron a nuestro alrededor. Ava fue la primera, con Sofía. Sus muñecas estaban en carne viva. James apareció después con Phillip, quien sostenía un paño mojado en sangre sobre su ojo. Y finalmente, Walter y mi madre aparecieron. Ella estaba aferrándose a la mano de Perséfone.
El momento en que vi a mi madre, pálida y agitada pero en una sola pieza, quise correr como un rayo a su lado. Pero una fuerza invisible me detuvo,y no logré moverme, no mientras se sostenía en Perséfone.
Mi mamá me atrapó mirándola, el agarre en Perséfone fue mayor, y para mi asombro, dejó caer su mano y se movió hacia mí en su lugar.
Ese fue todo el ánimo que necesité. Me apuré en su dirección y la abracé, hundí mi nariz en su cabello. Aun después de todo ese tiempo en la cueva, seguía oliendo a manzanas y fresia. Un débil olor a humo salía de ella también, pero estaba bien.
—¿Dónde está? —preguntó Walter, haciéndose paso a empujones entre el grupo de aturdidos miembros del consejo. Dylan, Irene y los demás que se habían quedado atrás, no estaban, pero probablemente estarían trabajando en la superficie. Eso esperaba.
—Aquí. —Henry se hizo a un lado y señaló a Calliope. Walter se inclinó junto a ella, su esposa, me recordé. Me quedé con los ojos abiertos de par en par ante la vista de ellos dos juntos, él tan viejo y ella no tanto, y él apartando un mechón de cabello de los ojos de ella.
—Oh, querida —susurró, pero ese preciso y tierno momento, desapareció tan rápido como vino. Su expresión se endureció, y la cargó entre sus brazos sin tanta importancia como lo hubiese hecho con un montón de trapos—. Henry, ¿tienes algún lugar donde ponerla?
Henry le señaló a Walter que lo acompañara. Quería seguirlo, pero mi madre se aferró a mí y no quería dejarla ir.
—¿Estás bien? —preguntó, alejándose lo suficiente de mí para mirarme de pies a cabeza.
—Estoy bien —dije, aunque eso era una mentira. Me dolía todo, y mi sangre estaba prácticamente hirviendo, pero no tenía sentido quejarme cuando otros debían sentirse igual—. ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño?
Negué con la cabeza.
—Estoy bien. Fue bastante valiente lo que hiciste, ir a buscarnos.
Evadí su mirada mirando la mancha de sangre en la alfombra, donde Calliope había estado momentos atrás.
—Fue estúpido. Lo siento. Nunca quise que nada de eso pasara, pero no pude... no pude quedarme aquí y no hacer nada.
—Claro que no, corazón. —Suavemente limpió con su manga mi cara sucia y presionó sus labios contra mi mejilla—. No serías tú si no hubieses hecho algo.
Por el rabillo del ojo, vi a Perséfone caminar hacia nosotras, y mi madre se enderezó. Me rehusé a dejar ir su mano, y para mi alivio, su agarre en la mía tampoco se deshizo.
—Kate es muy valiente —dijo Perséfone sin una pizca de resentimiento. Mi hostilidad comenzó a derretirse, y cuando abrí mi boca para devolverle el sentimiento, Perséfone agregó—: Un poco estúpida y poco cuidadosa, y completamente ingenua, pero valiente.
Esa misma acidez hacia ella se solidificó dentro de mí de nuevo. Aunque quería odiarla, no podía, no cuando había arriesgado todo para ayudar. ¿Realmente había sabido que Calliope y Cronos no podían tocarla? Ahora que había terminado, estaba segura de que no lo había sabido, no cuando ni siquiera Calliope lo hacía. Y la manera en que había reaccionado en su casa cuando descubrió que Cronos nos había estado siguiendo... no, no lo había sabido, pero lo había hecho de todas formas.
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THE GODDESS INTERRUPTED #03
Romans-¿Aceptas tu papel como Reina del Inframundo? -dijo Henry. Podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Por el bien de Henry, por el bien de mamá. Por mi propio bien. Porque al final, sin Henry, no sabía quién era yo. En el instante en que abría bo...