CAPITULO 12. ENCADENADA

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Esta vez cuando abrí los ojos y vi la caverna de Cronos, no fue una visión.

Me congelé al ver la escena delante de mí. Medio había esperado ver el baño de sangre que Calliope había prometido, excepto que en lugar de mí siendo la víctima, habría cargado su ira en contra de Perséfone.

Pero Perséfone estaba parada en el centro de la caverna, completamente bien. Sus ojos estaban entrecerrados y sus manos en sus caderas mientras se encontraba cara a cara con Calliope y ninguna decía una palabra. ¿Por qué no estaban en pedacitos, o al menos sangrando y golpeada? ¿Y dónde estaban James y Ava?

Los miembros más viejos del consejo seguían encadenados en la boca de la cueva, y por lo que pude ver, todos estaban inconscientes. Sólo contaba con cinco,sin embargo, y no pude ver ninguna señal del rubio cabello de Ava.

Entonces vi a Cronos. La niebla se arremolinaba alrededor de los barrotes de su jaula, y en vez de ir tras Perséfone, se movió hacia arriba, hacia el techo alto, formando una piscina en la parte superior. Sólo unos metros más abajo, colgando de sus brazos de tentáculos de niebla, estaban James y Ava.

Cualquier pregunta de si hice o no lo correcto había desaparecido. A lo sumo, Calliope los tenía a todos como rehenes. Y en el peor de los casos, estarían muertos tan pronto se encargara de Perséfone. Entrecerré los ojos, en busca de señales de vida de alguno de los dos cuerpos que colgaban del techo. Nada.

—No tengo todo el día.—La voz de Calliope cortó a través del silencio, y un escalofrío me recorrió la espina. Su tono inocente, femenino, había desaparecido, reemplazado por la voz omnipotente de una deidad, el mismo que Henry utilizaba cuando estaba molesto. Estaba llena de poder y exigía respeto, y aunque estaba escondida, el deseo de obedecer me recorrió el cuerpo.

—No sé lo que quieres de mí —dijo Perséfone exasperada. ¿Qué estaba haciendo?—. Ya te he dicho que no te revelaré nada a menos que los dejes ir. No puedes retenerme aquí, y estaré muy contenta de regresara mi pequeño pedazo de paraíso y olvidarme que todo esto pasó.

Calliope maldijo, y una sacudida de energía pura sacudió la caverna, abriendo un trozo de roca de la pared detrás de Perséfone.

En vez de hacer algo sensato como caer muerta o gritando de agonía, Perséfone se rió. 

—¿Eso es realmente todo lo que tienes? Tengo toda la eternidad para jugar estos juegos, pero si lo único que vasa hacer es repetir lo mismo, va a resultar tedioso rápidamente.

—Haré que Cronos los mate uno a uno hasta que me digas —dijo Calliope, alzando la voz hasta casi romperla—. Voy a hacerlo muy lentamente, y me aseguraré de que sepan que tú eres la única responsable.

—Si le haces daño a uno de ellos,el trato se acaba, y te quedarás encerrada cuidando a un montón de cuerpos flácidos e inertes para siempre —dijo Perséfone—. Estoy segura de que Cronos no apreciará mucho ese gesto que digamos.

La niebla la atacó, pero fue directamente a través de su torso, y Perséfone no se inmutó siquiera. Por alguna razón, no podían hacerle daño, y debía de haberlo sabido. Por eso había ido ahí. Este había sido su plan desde el principio. A menos que sólo hubiese sido pura suerte.

—¿Crees que soy estúpida? —dijo Calliope, sus palabras goteaban desprecio—. Sé exactamente lo que va a pasar en el momento que quité sus cadenas, y no terminará bien para mí.

THE GODDESS INTERRUPTED #03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora