CAPITULO 11. INGRID

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 Ava cayó de rodillas al lado de los arbustos, buscando a tientas a lo largo de la pared por la grieta que se había tragado a Perséfone. El bosque alrededor de nosotros se derritió, sustituido por un prado lleno de flores, pero yo estaba demasiado asustada para investigar. 

—¿Ella no quiso decir eso, verdad? —dije mientras James soltaba una sarta de maldiciones que nunca pensé que saldrían de su boca.

—Está loca —dijo Ava—. A veces hace a Calliope parecer sana. Nosotros estábamos contentos de librarnos de ella cuando decidió tomar a Adonis y correr.

James se cernió sobre Ava y pasó sus manos sobre el punto donde Perséfone había desaparecido.

—No, te alegraste de librarte de ella. Henry prácticamente intentó ahorcarse. Aquí. —Su mano resbaló por la roca y Ava cayó hacia atrás sobre sus talones con un suspiro de alivio.

—Por favor —pedí—. Déjame ir contigo. Me ocultaré mientras ustedes hablan, pero no puedo esperar aquí, sabiendo que cada persona que me importa puede morir allí. 

—Y yo no puedo dejarte atravesar esa pared, sabiendo que nunca saldrás —dijo James—. Lo siento. Sé cuánto significa esto para ti, y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para dejarlos en libertad. Pero no podemos arriesgar tu vida, no cuando esto significa la de Henry, también. Por favor no hagas esto más difícil para nosotros de lo que ya es.

Lo miré boquiabierta; como si me hubiera abofeteado en la cara. En primer lugar, había sido mi idea venir. Ellos tres ni siquiera estarían aquí si yo no hubiera insistido en venir. Era yo la que había logrado quitar a Cronos de nuestras espaldas, sin embargo ¿yo era el problema?

—Siento ser tan malditamente problemática —escupí—. Siento no ser lo suficientemente poderosa como para no ser una carga, pero ¿cómo te sentirías si hubieras venido hasta acá para que te dijeran que eras inútil y no podías ayudar?

—Como una mierda —dijo sin pestañear un ojo—. Pero si cambiáramos nuestras posiciones, entendería que esto es lo correcto de hacer, sin importar cuán difícil fuera para mí aceptarlo.

Las lágrimas picaron mis ojos, y parpadeé rápidamente. Esto no era justo. Yo tenía todo el derecho de hacer lo que pudiera para ayudar. No quería morir, pero vivir en un mundo donde el consejo había sido aniquilado y Cronos gobernaba...

—Podemos hacerlo —dijo Ava. Sus ojos estaban rojos—. James, Perséfone y yo. Podemos hacerlo mientras no tengamos que preocuparnos por ti, también. Por favor, Kate. Henry te ama. Dale algo para volver a casa. 

Hasta la última gota de fuerza de voluntad que había tenido se desmoronó, limpié mis mejillas con mis mangas sucias.

—Prométanme que volverán.

Ninguno habló. James se inclinó sobre mí y por primera vez en días, no me alejé. Él presionó sus labios en mi mejilla, y no tuvo que decírmelo para saber lo que esto significaba.

 Adiós.

Los miré desaparecer en la pared, Ava primero y James de segundo para asegurarse de que no los seguía, y una vez que se fueron, me derrumbé en el musgo debajo de  mí. Un sollozo escapó de mi garganta cuando el peso de la impotencia y la pena me aplastaron, dejándome sin nada. 

Perséfone abriría la puerta, y en el momento en que lo hiciera, Cronos los mataría a todos. Y no había nada que yo pudiera hacer para detenerlo.

THE GODDESS INTERRUPTED #03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora