Niebla

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Las letras dejaron de ser solo letras,
Ahora eran el embate del viento contra su ventana,
Las ruinas, si es que aún podría llamarlas así,
se habían transformado en su libro de poemas.

Tomaba té caliente en tiempos de verano,
Gozaba de frígidas aguas en el más terrible invierno,
Y cuando todo era perfecto, se marchó.

Sus manos no solo rozaron mi hombro,
También mi sombra,
Él podía seguirte en todo momento y tu jamás lo percibirías,
Nuestra amargura parecía solo crecer como un árbol que no se corta de raíz.

Soñaba con sentarse en la lluvia, dejarse empapar por el agua,
Sentir la ira del mundo,
Pero siempre buscaba refugio en un paraguas,
¿Quién podría entenderlo si él tampoco lo hacía?

Se sentaba en la plaza a leer,
Duraba horas, desde que salía el sol hasta que este se escondiera,
yo solo podía observarlo.
Por momentos lo oía llorar atreves de las tuberías,
Cuando eso pasaba lograba sentir mi corazón arrugarse,
Sentía su dolor.
Pero siempre con su sonrisa, exhibía con orgullo una demencia encantadora.

Salí a correr por el bosque esa noche,
Quería seguir a la manada de lobos,
Quería rodearme de serpientes,
Quería ensuciarme,
Hacer toda clase de locuras sin pensar en riesgos,
Y para cuando terminé, fui cegada por humo y sombras,
No podía volver a casa,
Ya había aprendido toda clase de cosas, menos a caminar en las tinieblas,
Tomar su mano en aquel momento, fue como ser besada por una tramposa hada.
Y a fin de cuentas,
yo tampoco era cuerda,
jamás lo había sido,
jamás lo seria,
Lo quería y admiraba,
Logre encontrar una brillante perla en el fondo del mar,
Un secreto que solo la noche más fría podía revelar,
Un tesoro enterrado en mis más recónditos pensamientos,
En mis sueños lo seguía,
El joven en la niebla, del cual estaba enamorada.

El Chico Del PianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora