Encontré un tesoro "calle MCJ11" (Camren)

Capítulo 10.

POV' Lauren.

La vida me ha dado todo el material necesario para que nunca me faltase nada. Desde pequeña, era la niña mimada por mami y papi siendo la primera hija al nacer, y a pesar de que tiempo después nació Chris, las cosas siguieron igual; juguetes extraordinarios en navidad y cumpleaños. Todo lo que salía por mi boca, ellos me lo daban. Mis padres me dieron comida, agua, un techo donde dormir, un patio donde jugar, estudios, valores, dinero... Pero, les faltó amor. El amor puede aparecer en cualquier sentido. El amor entre pareja, entre amigos, el de familia, amor hacia el trabajo y sobretodo, el amor hacia ti mismo. Una familia unida era una de las cosas que yo anhelaba; junto a mi hermano Chris, que era el que me entendía a la perfección ya que él ansiaba lo mismo. Sólo eramos él y yo, aislados en esa casa a la que le llamábamos "hogar". Creo que por eso nos llevábamos tan bien; él y Normani me conocían más que yo misma, olvidando el hecho de que Normani es psicóloga, me conoce porque es mi mejor amiga.

A los 21 años de edad, ya estaba terminando mis estudios. Una carrera que me ayudara a reforzar todo el conocimiento que me había ensañado mi padre para manejar bien el Banco. Sin errores, sin imperfecciones, esa era yo: Lauren Jauregui. El día de mi graduación, recuerdo haber descubierto el acuerdo de compromiso entre los Mon'Cérrat y los Jauregui. Mi matrimonio con Marcus había sido planeado desde hace tiempo, cosa que no lo tomé tan mal porque Marcus me atraía demasiado. Nos dieron un par de años para conocernos y adaptarnos el uno al otro para estar consciente que nos íbamos a casar y a vivir juntos próximamente. Me sorprendí a mi misma de lo bien que la estaba pasando, el heredero de los mejores hoteles de Miami iba a ser mi esposo y yo estaba bien con eso. Él me trataba bien, me respetaba, y aunque quizás yo veía más la relación de amistad, Marcus se esforzaba y hacía ver que podíamos seguir adelante para comernos al mundo, para ser los mejores.

Los primeros meses todo parecía ir de maravilla. Éramos el blanco de la sociedad, dos jóvenes recién casados con ganas de triunfar en el medio de los negocios. Poco a poco habíamos ganado prestigio; yo fui más rápida, debido a que mi padre me había dado la presidencia del Banco principal cuando supo que podía dirigirlo sola, y así pasó el tiempo hasta que un rumor salió de que Marcus Mon'Cérrat se había enganchado de la fortuna de Lauren Jauregui, desatando la furia de mi esposo y más cuando anteriormente había anunciando la construcción de un hotel en París, pero por causas desconocidas, el proyecto se cayó abajo. Las cosas cambiaron entre él y yo; antes me ayudaba en el banco de vez en cuando, lo cual agradecía, sin embargo, esa no era su área y más cuando decidió trabajar ahí sin mi permiso. Luego empezó a desaparecer por la noches y llegaba por las mañanas a dormir. No olía a alcohol ni a perfume de prostitutas... Pasó así un tiempo hasta que le exigí que cambiara su actitud, lo cual todavía está en proceso. Aquel hombre había cambiado conmigo, ya no era el mismo y yo, a raíz de eso y el estrés que me daba el Banco, cambié de igual forma.

Y es por eso que estoy aquí.

-Lauren, ya hemos hablado de esto antes- suspiró mi mejor amiga cansada -Estas estancada en ti misma con un hombre que no quieres. No tienes claro lo que quieres para tu futuro, no eres feliz- volvió a repetir -Las rutinas son buenas para mantener un orden en la vida, pero es necesario salirse de ella de vez en cuando, salir a divertirse, salir de tu zona de confort-

-Eso lo sé, Mani, lo sé perfectamente. Sabes el miedo que me da despertarme 15 años después y decir que no hice lo que quería con mi vida; sé que no soy feliz, pero es que no sé qué hacer más que trabajar y trabajar-

-Arriesgate- concluyó -Ahora bien ¿te estás tomando las pastillas para dormir? te veo más descansada últimamente-

Estaba claro que mi pequeño mejoramiento se debía a no dormir en mi apartamento, sino en el departamento junto a la castaña y mi Nana. El olor de una deliciosa comida casera, escuchar la risa de Camila y ver la luz del sol entrar por gran ventanal, eran pequeñas cosas que apreciaba al máximo y me hacía hundir en una plenitud tan profunda, que realmente tenía miedo de despertar de aquel sueño irreal.