Capítulo 4: Monstruo

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Cuando el transbordador llegó a su destino observó todo a su alrededor. Esa nueva nave era enorme, no sabía si llamarla nave o estación. Estaba completamente seguro de que allí habría más de mil personas, entre soldados de asalto con su característico uniforme blanco, oficiales, droides y demás, podía ver todo un dispendio de recursos para ese nuevo orden de la galaxia, para esa nueva primera orden, algo diferente al imperio, pero en esencia, muy similar.

Fueron llevados por pasillos fríos y oscuros, pasillos interminables que se le hicieron bastante largos. La nave no tenía una gran variedad cromática, los colores eran fríos, colores que no se salían mucho del gris y el negro. Ben observó que en algunos lugares había pequeñas pinceladas de colores rojizos, estaba claro para qué estaban usando esos colores, eran los que demostraban más fuerza, oscuridad, poder...

Uno de los guardas se paró frente a una puerta, y después de introducir un código la puerta se abrió, mostrando una habitación bastante amplia llena de literas.

—Pensaba que íbamos a ver al maestro—Dijo Ben.

—El líder supremo está atendiendo unos asuntos importantes en este momento, podrán presentar sus respetos mañana.

El chico asintió e intentó seguir a sus compañeros hacia el interior de la habitación, pero fue parado por el brazo del soldado que los acompañaba antes de poder ingresar en ella. Ben lo miró de reojo. El hombre era más bajo que él, mucho más bajo, para un soldado de asalto era la altura estándar, una altura media, pero él a sus diecisiete años era bastante más alto que la media de los chicos de su edad, por ello acababa mirando a todos los demás desde una altura considerable, lo que había obligado al hombre a estirar su cuello.

—Tengo ordenes de llevarlo a otro lugar, señor.

Se extrañó por eso, pero siguió al soldado de nuevo, hasta que se paró y volvió a abrir una de las puertas automáticas de la nave. Le indicó que entrara, la habitación era mucho más grande que la anterior, había una especie de salón nada más entrar, todo de los mismos colores oscuros, con muebles simples, geométricos y modernos, al dejar el salón encontró una habitación con una gran cama de matrimonio, que conectaba directamente a un baño.

Escuchó al soldado marcharse. La puerta se cerró tras él y decidió sentarse en el pequeño sofá del salón central. Esa habitación era el espacio más grande en el que había estado nunca y le agradaba que le dieran un trato algo privilegiado a los demás, cuando estaba con Skywalker, aunque era su sobrino, nunca lo había tratado de manera diferente, él había intentado acercarse a su tío, buscando el cariño que le faltaba desde que sus padres lo habían dejado allí, pero se encontró con un muro de hielo, con alguien diferente a lo que recordaba cuando era más pequeño.

Luke siempre había sido su tío favorito, con él sentía que podía hacer cualquier cosa, por eso al principio el trago de separarse de su familia había sido menos duro, pero encontrarse de repente con ese muro de hielo que había resultado ser Luke... había sido duro, más de lo que pensaba.

Se encogió un segundo en el sofá. Sentía frío, un frío que se colaba por sus huesos y parecía congelarlo desde el interior. Miró a su alrededor, desechando sus pensamientos sobre lo placentero que era tener algún privilegio, esa gran habitación, ese enorme salón, no hacía más que recordarle que estaba solo, completamente solo en ese mundo.

Cerró los ojos, intentando meditar, sabía que no era buena idea, pero lo necesitaba para calmarse, no podía quitarse de la cabeza la cara de ese chico antes de morir, lo había matado porque era lo que tenía que hacer, pero no dejaba de ser un crío, un crío tres años más joven que él que lo había mirado con ojos suplicantes antes de morir.

La luz de RenWhere stories live. Discover now